lunes, 19 de marzo de 2012

El fútbol no borra de su memoria a la joya de Tupiza, "El Maestro"

VÍCTOR AGUSTÍN UGARTE UN 20 DE MARZO DE 1995 falleció, en medio de la pobreza, una de las figuras más rutilantes del balompié nacional

El día que debutó en Bolívar se metió rápido al bolsillo el elogio y la admiración de sus hinchas. Tuvo sueños y algunos se le cumplieron. Llegó a la Selección Nacional y allá brilló con luces propias. Fue campeón sudamericano el 63 con un gran equipo. Una entrevista de 1962 de la revista Panorama refleja su forma de pensar y sus proyecciones.

LA PAZ

Gustavo Cortez Calla

Cuando Ugarte hacía goles, gustaba de acabarlos estéticamente. Desde ya, cuando veía goles posibles, entraba al área diseminando, en su caso, sin prisa marcadores —como todo 10 que se respete— hasta quedar mano a mano frente al arquero rival; pero, ciertamente, llegando así no iba a terminar la jugada con un disparo “a quemarropa”, sino, más bien, la firmaba con un quiebre, un toque o una leve colgada o, muchísimo más a menudo, la cedía a su número 9 que ya estaba —obviamente— solo frente al arco. Los goles de Ugarte terminaban no en la red, como se dice, sino antes, cuando él ya los había decidido: “¡Gol de Ugarte!”, gritaban algunos hinchas cuando de su pie salía el pase que su compañero iba —en un futuro ya transformado en presente— a traducir en gol.

El párrafo es un fragmento del ensayo que escribió hace años Luis H. Antezana, escritor y crítico literario boliviano, al recordar a Víctor Agustín Ugarte, el aún considerado hoy en día mejor futbolista de todos los tiempos.

Hace 17 años que ya no está con nosotros. Falleció un día como mañana (20 de marzo de 1995). Pero su recuerdo todavía está presente, su talento aún vive en quienes lo vieron jugar y añoran el fútbol de antes.

Sus últimos años de vida fueron tristes. Pobreza, alcohol, deudas, prisión. Sin embargo, su imagen de futbolista se mantiene en un pedestal, respetada y por siempre.

Antezana acaba de pintar cómo era en cancha. Imponente jugador. De piernas delgadas, sí, pero con una habilidad y fuerza inquebrantables. De sutil toque, con mirada vivaz y compañero, siempre compañero y socio de área del 9.

Pero lo que más nos llama la atención, Ugarte tenía 36 años cuando jugó el Sudamericano del 63 y la edad no fue óbice para brillar con su fútbol en un equipo que fue aguerrido y tenaz.

Una entrevista de 1962

Antes de ese torneo, la renombrada revista Panorama, que dirigía Mario ‘Cucho’ Vargas, le hizo una entrevista a Ugarte que a continuación reproducimos inextensa.

Parece una entrevista de hoy. El jugador habla de un pasado inmediato que fue totalmente distinto, como es el discurso y comentario de los futbolistas de hoy.

La nota la hizo el periodista Tito de la Viña el 1 de enero de ese año. Ese día cayó lunes. La tituló ‘El fútbol de siempre’:

El jugador más admirado en los últimos 15 años podría ser considerado entre los más completos —sino el mayor de todos— en el historial futbolístico nacional: Disciplina permanente como medio eficaz de perdurar en la cancha. Una vida de éxitos codeándose permanentemente con la popularidad. Opinión concreta sobre las posibilidades bolivianas en el Sudamericano.

‘El Maestro’ Ugarte, posiblemente el más extraordinario jugador que produjo el fútbol boliviano, continúa buscando nuevos horizontes. No ganó en su patria lo suficiente para asegurarse un porvenir tranquilo y busca en otros países la compensación justa que le proporcione tranquilidad cuando deje la actividad.

—Iré el próximo año a México, donde tengo una propuesta para jugar en el club Oro de Guadalajara. Esta vez iré con toda mi familia y la ausencia será más larga que otras veces pues pienso quedarme dos o tres años.

Al observar a sus dos pequeños: Roberto Pablo y Víctor Pedro de 8 y 11 años, pensamos que ‘El Maestro’ tiene razón, pero también meditamos en el error de haber dejado pasar su mejor momento sin aceptar una de las tantas jugosas ofertas que pudieron haberle solucionado su problema económico. Se lo decimos, y Víctor Agustín responde:

—Realmente tuve buenas ofertas, Millonarios y Boca Juniors en 1952, fueron las más importantes. Sporting Cristal intentó cuatro años consecutivos lograr mi pase. Siempre fue igual; la negativa de Bolívar. En 1952 hasta se llegó a interponer el gobierno, pues el entonces presidente Urriolagoitia (poco antes de la Revolución) me prometió un chalet si yo me quedaba en Bolivia y no aceptaba la oferta de Boca Juniors.

Graciela Llosa Quintanilla, su joven esposa, tercia y fundamenta su punto de vista:

—Víctor nunca pensó en sí mismo. Siempre pensó en ayudar a los demás y por eso ahora tiene que seguir luchando. Los clubes bolivianos no pagan bien, porque el profesionalismo no es completo. Yo le aconsejé que aceptara las buenas propuestas que tuvo en el exterior pero él prefirió quedarse aquí...

Vuelven al recuerdo las multifacéticas imágenes del Ugarte ídolo. Ugarte marcando goles de todos los estilos, desde todas las posiciones. La pelota conducida por sus pies describía maravillosas piruetas que han quedado estereotipadas en la mente.

El fútbol moderno

—Yo no puedo jugar como en temporadas pasadas. El fútbol ha cambiado. Se ha hecho más simple. Más positivo. Más práctico. Antes se podía correr y correr, gambetear y gambetear. Ahora no, es más funcional. Toque, pared, pase profundo, remate. Ha perdido belleza, pero ha ganado en efectividad (una expresión muy familiar con las opiniones de hoy en el fútbol).

—¿Qué diferente era el fútbol de antes, verdad, Víctor?

—Ya lo creo. Aquel fútbol que practiqué con Algarañaz, Mena, Gutiérrez y Godoy en esa selección del 49 en el sudamericano de Brasil. O con Montoya, Mena, Albornoz y Díaz en el mejor equipo que tuvo Bolívar en 1952.

Cuán lejano está aquel 15 de junio de 1947 en que Ugarte comenzó a deleitar al público paceño. Fue contra Alianza y Bolívar empató 1 a 1. Jugó como puntero izquierdo. Contra Ayacucho pasó de centro half. Y casi inmediatamente después... a la Selección Nacional. Frente a Ecuador (suplió a Vega) y marcó el gol del triunfo que anularon. Quedaron 3 a 3. Allí quedó en la selección inconmovible. Es el jugador boliviano que más partidos internacionales jugó vistiendo la casaca del seleccionado.

En San Lorenzo

—No estuve cómodo en San Lorenzo. Sus directivos me trataron muy bien, pero el ambiente tan diferente del fútbol argentino me afectó. Por eso no pude rendir lo que debía. Más cómodo estuve en Colombia. En el Once Caldas repetí mis mejores actuaciones y gané bastante bien. Allí el fútbol profesional está mejor organizado. Juegan equipos de todo el país. Eso es lo que debía hacerse en Bolivia: dos o tres equipos de La Paz, dos de Cochabamba, dos de Oruro y uno de Santa Cruz.

—¿Cuál a tu juicio es el factor preponderante para el estancamiento del fútbol boliviano?

—El económico. Los impuestos absorben toda la recaudación y los clubes no pueden pagar a sus jugadores. Este problema debe ser encarado con toda urgencia por los dirigentes.

Los pequeños Roberto y Víctor escuchan atentos el reportaje. Graciela interviene a ratos.

—¿Tus hijos serán futbolistas?

—No. El mayor será ‘sacatripas’. El menor todavía no manifiesta ninguna vocación, aunque dice gustarle la exploración. Es muy ‘contreras’, pues es stronguista, A ninguno de los dos les gusta el fútbol. A su mamá tampoco. Ella está resentida con el fútbol, porque le ha dado muchos dolores de cabeza.

La escuela de fútbol

—Tengo la esperanza de conducir una escuela de fútbol en nuestro país. Los chicos deben ser guiados desde sus primeros pasos. Actualmente, estoy entrenando al seleccionado de Milluni que participará en el Torneo Nacional Minero. Después de volver de México, seré director técnico, porque creo que es muy difícil que pueda dejar el fútbol.

—¿Tus goles más espectaculares?

—Difícil recordar tantos. Contra Rot Weis. Contra Medellín en Caldas. La prensa publicó al día siguiente un titular: ‘Victor Agustin Ugarte 2 - Medellín 0’.

—¿Tu Selección Nacional?

—Cobo; Ayala, Palenque y Zabalaga; Camacho y Tórrez; Aramayo, Rada, Alcócer, Milton Flores y Cortez. Gente joven en su mayoría.

—¿El sudamericano?

—Tendríamos que ser campeones. Es muy factible con un equipo bien preparado.

Recordar la trayectoria de Ugarte llevaría varios ejemplares de Panorama. Recuerdos de goles, jugadas, partidos internacionales, departamentales, locales. Ugarte exhibiendo la fina sutileza de su incomparable calidad que para muchos (me excluyo) lo elevan al sitial del mejor jugador boliviano de todas las épocas...Y Ugarte seguirá tras la pelota en México, en Colombia o en La Paz. El maestro es el Maestro. Ídolo Ayer, ídolo hoy, ídolo siempre. Es una parte de la historia del fútbol boliviano.

Ugarte hace 50 años. Así habló con el periodismo. Parece una entrevista de hoy. El tiempo pasa, pero algunas cosas siguen igual.


Tuve buenas ofertas para salir al exterior, pero siempre fue igual: la negativa de Bolívar. Incluso el presidente Urriolagoitia me prometió un chalet si me quedaba en Bolivia y no aceptaba la oferta de Boca Juniors”.

Tengo la esperanza de conducir una escuela de fútbol en nuestro país. Los chicos deben ser guiados desde sus primeros pasos. Seré director técnico, porque creo que es muy difícil que pueda dejar el fútbol”.

Víctor Agustín Ugarte


Su talento se vio también en Argentina

Víctor Agustín Ugarte nació el 5 de mayo de 1926, en la ciudad de Tupiza, Potosí. Estudió en la escuela 7 de Noviembre.

Le gustó el fútbol desde pequeño y ya jovencito jugó en el club Huracán. No pasó mucho tiempo y dio el gran salto. Llegó a Bolívar de La Paz.

Debutó una tarde de 1947. Rápido se ganó el cariño y la admiración de la hinchada celeste. Ese mismo año fue convocado a la Selección Nacional.

En el Mundial de Brasil 1950 jugó un partido (Bolivia 0 - Uruguay 8).

En 1957 jugó con la ‘Verde’ el Sudamericano de Ecuador, en el que fue goleador histórico de Bolivia con 11 anotaciones.

Ese mismo año, participó en las eliminatorias del Mundial de Suecia 58 y fue nombrado capitán del seleccionado.

En 1958 fue contratado por el Club Atlético San Lorenzo de Almagro de Argentina, donde disputó 3 partidos y marcó un gol. También jugó en el Once Caldas de Colombia.

Su talento fue destacado en los lugares que mostró su fútbol. Y en la Selección del 63, la campeona, fue un gran puntal.

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