lunes, 21 de abril de 2014

Sergio Castillo. El exvolante jugó 10 años en el país, donde dejó huella.

Sergio Castillo Arce venía a Bolivia por seis meses y se terminó quedando diez años. Fue una década con más alegrías que tristezas, dijo a EL DEBER el jujeño de 43 años, vía teléfono. Jugó en Guabirá, The Strongest, Oriente y Wilstermann, su último equipo en 2005, y desde entonces dedicado a su empresa de transporte en Ledezma, su pueblo natal. No fue un jugador exquisito con la pelota pero le sobraba temple, y garra, ni se diga. Llegó como extranjero pero al poco tiempo hizo valer su doble nacionalidad (sus padres son bolivianos) y fue así como llegó a la selección.

Sus inicios coinciden con la euforia que se vivía en el país vecino por la obtención del primer título mundial en la final contra Holanda (1978). Tenía ocho años cuando empezó en el fútbol. Poco a poco fue descubriendo una pasión por la pelota y cuando menos lo esperaba, a la edad de 16 años, estaba jugando en primera división, en el Club Atlético Ledezma.

Sus dotes de buen jugador despertaron el interés de varios equipos y la chance de hacer unas pruebas en River Plate. Sin embargo, para sacar el pase tenía que pagar $us 9.000 y no los tenía. Sus padres se endeudaron y fue así que viajó a Córdoba, para de allí partir a Buenos Aires, destino final. Sin embargo, algo pasó en medio del camino y terminó quedándose en Talleres. Como la prueba en River quedó en nada y al no agradarle la idea de ir a Deportivo Español, porque sus condiciones daban para desafíos más grandes, decidió retornar a Ledezma y fue ahí donde apareció la posibilidad de viajar a Bolivia.

Al llegar a Santa Cruz estuvo a prueba en Oriente (el DT era Antonio Batista), pero no se quedó al no haber un acuerdo por la opción del pase. En Guabirá estaba de DT un conocido suyo (Juan Carlos Carotti) y así se facilitaron las cosas. Con el rojo norteño fue subcampeón (1995) y al año siguiente estaba jugando su primera Copa Libertadores, frente a los colombianos América de Cali y Junior de Barranquilla.

En 1997 fue transferido a préstamo a The Strongest, que compró el 30% del pase, pero al año siguiente volvió a Santa Cruz para enrolarse a Oriente. Después de dos años en el equipo albiverde volvió al Tigre y del equipo paceño retornó a Guabirá. Una serie de lesiones, primero en la rodilla y después en el tobillo, frenaron su participación en dos Copa América, la de Paraguay en 1999 y la de Colombia en 2001. Fue parte de la selección que estuvo a un paso de ganar la Copa América de 1997, disputada en nuestro país. Fue parte de las eliminatorias para los mundiales de Francia 1998 y Japón-Corea 2002.

De su paso por el fútbol boliviano recuerda la amistad forjada con varios compañeros de equipo, entre ellos Juan Carlos Paz García, Julio César Amarilla, Rodolfo Céspedes, Sandro Coelho, Mauro Blanco, Ronald Arana, Richard Uriona, Marco Etcheverry, Juan Manuel Peña y Erwin Sánchez, los tres últimos en la selección. Confiesa que el fútbol le dio estabilidad económica y que gracias al dinero que ganó sus hijos estudian y su familia vive bien. “La remo como todos; el fútbol me dio lo que yo también le di”, sostiene.

Comenta que guarda buenos recuerdos de los equipos donde estuvo y de las temporadas que fueron muy buenas, mientras el físico anduvo bien. Reconoce que 1995 (Guabirá) y 1997 (The Strongest) fueron dos años para no olvidar, aunque admite su paso exitoso por Oriente y Wilstermann. “Gracias a Dios en todos los equipos me fue bien”, resalta.

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