lunes, 26 de enero de 2015

Segio Galarza: ‘No hay palabras, lo vivido en el fútbol fue increíble’



No es el adiós de un jugador más, sino la partida de un miembro de una dinastía de arqueros que hicieron historia en Bolivia y fuera de ella. Sergio Galarza decidió poner punto final a su carrera deportiva de muchos años y logros.

Es hijo mayor del símbolo atigrado Luis Galarza, sobrino del fallecido Arturo —a quien lo trajo Bolívar— y primo de Rolando, exguardameta de Olimpia de Paraguay.

— ¿Por qué tomó la decisión de dejar el fútbol competitivo?

— Lo que pasa es que se dieron algunas circunstancias y cosas difíciles. Estaba en Sport Boys, me propusieron rebajarme la mitad de sueldo, no acepté, entonces entable la demanda y dejé de jugar. Está el tratamiento médico que necesita mi hijo en el exterior, donde nos iremos dentro de poco. Son momentos en los que nos pone la vida.

— ¿La decisión fue planificada?

— Lo que pasa es que en algún momento tenía que darse. La vida da tantas vueltas que a veces debes dar otro tipo de pasos por más planificación hecha. La verdad es que no lo pensé mucho, por lo más triste y doloroso que pueda ser. Cuando se trata de la familia yo no negocio y lo decidí rápido porque lo más importante en este momento es la salud de mi hijo.

— ¿Qué sentimiento tiene tras la determinación?

— De serenidad, de alegría y haberlo hecho todo con mucha entrega, profesionalismo. Creo que a mis rivales siempre les caía antipático porque peleaba para mi club, y al equipo que fui siempre me gané y sentí su cariño. Creo que del fútbol me llevo el respeto de la gente hacia mi trabajo y esfuerzo.

Sergio Galarza se entrena con Luis, su padre.

— ¿Algo con lo que se puede resumir los 21 años de fútbol?

— No hay palabras, porque lo vivido en el fútbol fue increíble. Con muchos sinsabores y también con bastantes alegrías, eso es el fútbol; pero sí lo volvería a hacer, la verdad es que no lo dudaría y sería otra vez arquero.

— ¿Pero fueron más alegrías o tristezas?

— Sin ningún tipo de dudas al fútbol le tengo que decir gracias por todo lo positivo que me dio, pero se decidió. Ojalá pueda devolverle al fútbol un poquito de todo lo que él me dio mediante muchos proyectos y planes que tenemos en la cabeza. Espero que podamos ser un instrumento de cambio, para eso nos prepararemos con estudios, capacitaciones e ir a trabajar al lugar que me toque ir.

— ¿Entonces es un adiós definitivo de las canchas?

— Dijera que sí. Ya tengo 35 años, estaba jugando pero se presentó esa dificultad. Ahora ya voy parado buenos meses y cuesta retornar. Además, como expresé, está la necesidad de atender a mi familia y a mi hijo en particular. Sería muy difícil regresar, por eso es mejor dar un paso al costado.

— ¿Recuerda su debut liguero?

— Seguro y lo recuerdo como si fuera ayer, lo hice el 23 de septiembre de 1993 en Cochabamba, fue el inicio de esta historia que acabó en octubre del año pasado. Fueron años de mucho y esforzado trabajo, de entrega, porque aquí nadie te regala algo; pero ahora llegó este otro momento que te prepara la vida.

— ¿Cómo fue su debut?

— Inolvidable. Algo histórico en lo personal, porque lo hice ante mi papá —el exguardavallas Luis Galarza—. Yo estaba en Metalsán y él en Wilstermann. Me acuerdo de ese día como si fuese la semana pasada. Jugar muy chico en primera división y ante el ser querido es un privilegio que no todos tienen en el fútbol.

Celebra un título de la Copa AeroSur con la camiseta de Wilstermann.

— ¿Qué sintió al enfrentarse a un arquero que es una leyenda?

— Una gran alegría, porque no era un rival cualquiera, sino el hombre que siempre confió en mí, que me apuntaló para que yo tenga esta carrera. Si no fuera por su impulso, motivación y sus enseñanzas, es posible que no hubiese transitado en el fútbol profesional.

— ¿Pesó llevar el apellido Galarza durante estos años?

— Al comienzo fue duro, muy difícil, porque con los 16, 17 y 18 años que yo tenía al inicio me comparaban con el mejor Galarza y obviamente que me faltaba recorrido y experiencia, pero con trabajo y dedicación me gané un lugar con mi propio nombre.

— ¿Cuántas veces lo enfrentó?

— Como futbolistas en arcos distintos fueron cinco veces, no le pude ganar nunca. Luego como jugador y él como entrenador fueron muchos años que estuvimos como rivales y ahí sí ya le pude ganar.

— ¿Acaba su carrera con historia propia?

— Traté de transitar mi camino. Pienso que difícilmente aparecerá un arquero como mi padre. De lo que vi, creo que es el mejor guardameta de todos los tiempos y seguro pasará buen rato para que otro aparezca con la magnitud que él tuvo.

— Antes del debut, ¿dónde fueron los inicios?

— En Achumani, cuando mi papá jugaba en The Strongest. Al inicio acompañándolo y luego trabajando con él, siguiendo sus enseñanzas y pasos. Recuerdo que cuando yo estaba en Metalsán, el equipo se entrenaba por las mañanas, yo aún estudiaba en colegio, mi padre estaba en Wilstermann, pero se daba tiempo para entrenarme por las noches en el colegio Don Bosco y todo eso rindió sus frutos.

— ¿En cuántos clubes jugó?

— En muchos, desde los grandes con los que siempre peleamos cosas fuertes, hasta los chicos con los que conseguimos nuestros objetivos. Metalsán, Real Santa Cruz, Bolívar, Blooming. Wilstermann, Oriente, Guabirá y Sport Boys. A ello se suma el hecho de cumplir el sueño de jugar en la selección y defender los colores de Bolivia.

Con el argentino Lionel Messi, luego de haberle ganado un mano a mano en el duelo Bolivia-Argentina.

— A propósito de Achumani, ¿faltó jugar en el Tigre?

— Sí, puede ser, porque es el único equipo grande en el que me faltó jugar. Alguna vez hubo posibilidades, pero nunca se concretaron. No creo que sea una asignatura pendiente, pero me hubiera gustado jugar en The Strongest.

— ¿Qué significó estar en Bolívar, el eterno rival atigrado?

— Mi paso fue muy efímero. Jugué poco, estuve solo un año y no me alcanzó para pelear. Pero jugar en Bolívar llena de satisfacción a cualquier futbolista porque se trata de un gran club.

— ¿Hincha de algún club?

— Sí, por los años, el cariño y apoyo de la gente, simpatizo con Oriente, donde estuve mucho tiempo y me fue bien.

— ¿La selección boliviana?

— Fue un gran orgullo estar en ella. Inolvidable. Mi debut fue contra Eslovaquia en Japón en la Copa Kirin hace muchos años y hasta hace poco el haber jugado contra Argentina y Brasil las eliminatorias.

— ¿Jugar y ganar el duelo contra Messi fue muy especial?

— Por supuesto, porque no todos los días enfrentas a los grandes del mundo y en este caso al actual mejor jugador. Creo que es un partido que marca mi carrera en esta última parte. La verdad que en ese encuentro nos enfrentábamos al mejor Messi, que estaba en la cúspide de su carrera, y nos fue bien. Sin duda que recordando los 90 minutos, ése fue mi mejor partido con la selección boliviana.

— ¿Unos lo asemejaron a cuando Luis Galarza también enfrentó a Diego Maradona?

— Sí, fue cuando se jugó en contra de Argentina y también fue creo un buen resultado. Son partidos que te marcan.

— ¿Hay la posibilidad de que algún hijo o sobrino pueda seguir con la dinastía de los Galarza?

— Ojalá sea así, ojalá se dé. En Paraguay tengo varios sobrinos y aquí también, pero son muy chicos, sí les gusta el fútbol, pero para seguir esta carrera obviamente deben tener condiciones, porque si no hay eso, se hace muy duro.

— ¿Qué será de su futuro?

— Estoy en Bolivia hasta febrero, luego con toda mi familia nos vamos a Mendoza, Argentina, donde trabajaré en el campus La Cofradía del que es parte (Walter) El Vikingo Maladot. Lo hacemos porque mi hijo seguirá un tratamiento de salud y tenemos que estar con él.


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