jueves, 6 de agosto de 2015

El Maestro tupiceño que dio lecciones a toda una generación

El valle de Tupiza es el escenario de historias que parecen salidas de libros de ficción. Una de ellas es la del Víctor Agustín Ugarte el Maestro, que revolucionó el fútbol de mediados del siglo pasado y dejó una huella de éxitos que aún hoy son un motivo de orgullo nacional.

Si bien es cierto que fue parte una verdadera generación dorada de futbolistas ya en el ocaso de su carrera, es también una verdad que aquellos brillantes jóvenes que conquistaron el Sudamericano de 1963 -hoy Copa América- apoyaron gran parte de su fútbol y de su recorrido en los camarines de esa inolvidable selección en las enseñanzas del símbolo.

La magia del Maestro fue el pilar fundamental para la conquista del que aún ahora es el único lauro internacional que conquistó Bolivia en su historia.

Quienes lo vieron no dudan en señalar a Ugarte como el mayor referente del fútbol en la historia, por su habilidad, el dominio de balón y la inteligencia que lo caracterizaron dentro y fuera de la cancha.

Pero quienes recuerdan sus hazañas jamás olvidan su paso internacional por el San Lorenzo argentino, cuando -con una FIFA menos burócrata- se dio el lujo de bajar de las gradas para debutar y volcar un resultado adverso.

Sin embargo, fuera de las fronteras, Ugarte no tuvo más remedio que aguantar heroicamente el acoso de compañeros y competidores de la época que jamás permitieron que el boliviano se consolide como la estrella que fue.

Luego volvió al país y continuó dejando su eterno legado. Después murió casi en el olvido, pobre, alejado de la fama y de su natal y mágica Joya Bella de Bolivia.


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