sábado, 19 de marzo de 2016

AL MAESTRO DEL FUTBOL BOLIVIANO Víctor Agustín Ugarte




Ugarte ingresó al fútbol casi por curiosidad. El periodista Tito de la Viña dijo que la llegada de este notable jugador a La Paz fue por “tanteo”, para ver qué pasaba, porque en esa época no se pagaban pases, no había representantes y menos los jugosos sueldos que hoy en día se embolsillan algunos que no juegan la mitad de lo que jugaba el maestro del fútbol nacional.

Los tupiceños quieren repatriar los restos del mejor futbolista que tuvo Bolivia, Víctor Agustín Ugarte. Argumentan que su casa está junto a los algarrobos y al cantarín sonido del agua de río, que le acompañó cuando apenas aprendía a jugar al fútbol con una pelota de trapo en las calles de la tierra chicheña.

El presidente del club Huracán, Gerardo Armijo Paz, anuncia que las organizaciones de fútbol se suman a la demanda regional que es impulsada por un comité para que los restos del llamado “maestro del fútbol boliviano” descansen en paz allí donde vivió sus primeros años y aprendió a dar sus primeros “chutes”.

Sus primeros chutes
Un 5 de mayo de 1926 nació en la ciudad de Tupiza un pequeño niño colorado que en su primer contacto con la libertad ya pateaba al aire, estilo “chilena”, en manos de una matrona que le ayudó a ver la luz.

Cuando tenía cuatro años ya correteaba en las calles detrás de una pelota junto a sus contemporáneos; entre ellos estaba Julián Alfred, quien aún recuerda con nostalgia que jugaban todo el tiempo cuando había sol e incluso bajo la lluvia.

“Él vivía a unas cuadras de mi casa, por eso siempre bajaba con la pelota para jugar, y en la mañana pateábamos la pelota; en la tarde igual, e incluso en la noche. Ahora ya no se ve a los niños que jueguen en las calles porque están frente a un televisor, un celular o una computadora. En esos tiempos no había otra cosa que el deporte”, rememora Alfred, que llegó a ser compañero de Víctor Agustín Ugarte en Huracán, para luego hacer todavía más memoria y recordar que “algunos jugaban básquet, otros voleibol, nosotros éramos amantes del fútbol”.

Los inicios del crack
Un rol importante en la consolidación del estilo y la madurez del deportista jugó el que fue presidente de ese club tupiceño, Luis Villena Cabero, ya fallecido. Él lo incorporó al equipo y lo apoyó con todo lo que pudo para que se convierta en un verdadero crack, aunque nadie pudiera imaginar entonces que llegaría a ser una figura internacional.

Cuando estaba maduro como deportista fue parte de un seleccionado local que enfrentó al club Bolívar, al que derrotaron con un gol de Víctor Navarro. Se había abierto una puerta y los dirigentes de la Academia paceña no la desaprovecharon: lo convocaron en 1947 a ser parte de su equipo, con el que jugó hasta ser convocado a la selección nacional.

Ugarte ingresó al fútbol casi por curiosidad. El periodista Tito de la Viña dijo que la llegada de este notable jugador a La Paz fue por “tanteo”, para ver qué pasaba, porque en esa época no se pagaban pases, no había representantes y menos los jugosos sueldos que hoy en día se embolsillan algunos que no juegan la mitad de lo que jugaba el maestro del fútbol nacional.

Los goles de volea, remates de más de 50 metros, buenos cabezazos y gambetas que —dicen algunos— hoy envidiaría el mismo Messi, le dieron el mérito para ser convocado a la selección boliviana, en la que marcó huella. Sus compañeros más de una vez destacaron que él era el alma del equipo.

En la eliminatoria de 1949, en Brasil, la selección nacional ocupó el cuarto lugar y selló de esa manera una de las mejores actuaciones de Bolivia a nivel internacional. El motor de ese lauro fue Ugarte, quien para ese momento ya era titular inmovible.

El año 1953 fue inolvidable para él. Le ganaron a Perú, en plena inauguración del Sudamericano y en su casa, en el Estadio Nacional de Lima. El tanto lo marcó Víctor Agustín Ugarte, un gol que hizo llorar a los peruanos.

“La verde”
Bolivia jugó su primer partido de eliminatoria sudamericana un 22 de septiembre de 1957 y entonces se planteó la posibilidad de cambiar la camiseta porque la blanca era considerada de “mala suerte”, tras recibir goleadas como el 8-0 del Mundial de 1950. Fue Víctor Agustín Ugarte quien propuso el color verde; aparentemente nadie se percató que, de contrabando, llevaba al equipo de todos el color del equipo de sus amores, del club Huracán de Tupiza.

En 1957, con Víctor Agustín Ugarte como capitán de la selección, se concreta el histórico primer triunfo ante Argentina, 2-0. Fue un 6 de octubre y quedaría grabado en la memoria de los bolivianos.

El cielo con las manos
Seis años más tarde, en 1963, Bolivia llegó a tocar el cielo con un título sudamericano logrado por muchachos que pusieron más valor que técnica y demostraron que sudando la camiseta se puede hacer respetar a la selección en la cancha.

El Sudamericano fue una experiencia vital para el jovencito chicheño que se declaraba hijo de la capital del mundo y jugaba como nadie arrancando después de la línea de medio campo hasta toparse con el arco rival y convertir goles que, según Julián Alfred, hoy no concreta “ni el propio Messi”.

Esa selección estuvo formada por: Arturo López, Roberto Cainzo, Eduardo Espinoza, Jesús Herbas, Eulogio Vargas, Wilfredo Camacho, Max Ramírez, Ramiro Blacutt, Máximo Alcócer, Ausberto García, Víctor Agustín Ugarte, Fortunato Castillo, Renán López, Edgar Quinteros, Isaac Álvarez, Alberto Tórrez, Antonio Aguirre, Abdul Aramayo, Hugo Palenque, Mario Zabalaga, Carlos Cárdenas y Oswaldo Villarroel. El director técnico era Danilo Alvin.

Los periodistas deportivos coinciden en que ese es el mayor lauro conseguido por la verde en toda su historia. Como no era para menos, se festejó con pompa y sonaja por los resultados conseguidos hasta alcanzar la final, y ganarla, en calidad de invicto.

Las radios relataron con vigor las incidencias del partido definitorio, en el que Bolivia buscaba la gloria ante un monstruo del fútbol, Brasil, en el estadio “Félix Capriles” de Cochabamba.

El encuentro fue duramente disputado y finalizó con nueve goles, 5-4 a favor de los bolivianos, con goles de Ugarte (29 y 69 minutos), Camacho (m. 44), García (m. 48) y Máximo Alcócer (m. 57). Para Brasil marcaron Fonseca (17 y 64 minutos), Almir Da Silva (m. 38) y Marco Antonio (m. 71).

En el exterior
El maestro tuvo la oportunidad de pasear su fútbol por canchas del exterior. En 1959 fue contratado por el club San Lorenzo de Almagro, de Argentina, pero no pudo acostumbrarse al modo diferente de vida y retornó al país un año después.

En 1961 fue coptado por el equipo Once Caldas de Colombia, donde mostró su buen fútbol y recibió el cariño de los hinchas. Pero añoraba su tierra y volvió una vez más.

Ni siquier su paso por el Bolívar, San Lorenzo de Almagro, el Once Caldas y la selección nacional le dio la estabilidad económica que requería. Había nacido en una época en la que el juego con un balón no era un negocio, sino más bien el amateurismo estaba vigente en gran parte del mundo.

En 1968 se notó un bajón en su juego y, consciente de sus limitaciones, dejó el Mariscal Santa Cruz y se dedicó a la dirección técnica. Asumió su mayor reto con una selección paceña que disputó un campeonato nacional amateur, pero no tuvo el resultado que esperaba: había nacido para jugar y, eso que le llevó a la gloria, se había acabado.

MURIÓ EN LA POBREZA
Víctor Agustín Ugarte tuvo más lauros que dinero durante su vida como futbolista. Pese a jugar en Bolívar, San Lorenzo y Once Caldas, además de la selección nacional, nunca tuvo lo suficiente para vivir con holgura.

En una entrevista, confesó que tuvo ofertas muy buenas: de Millonarios, de Boca Juniors, de Sporting Cristal, que intentó convencerlo durante cuatro años pero se topó con la persistente negativa de Bolívar.

Se conoce que en 1952 estuvo a punto de irse a jugar al exterior y el entonces presidente de la República, Mamerto Urriolagoitia, le prometió una casa si se quedaba en Bolivia. Así fracasó la oferta de Boca Juniors, y él nunca recibió el inmueble prometido.

Los familiares del jugador dicen que nunca pensó en sí mismo y, por el contrario, siempre lo dio todo para que el fútbol nacional destacara. Con el paso de los años sus capacidades menguaron y terminó jugando en un modesto equipo de la ciudad de La Paz.

Tras enfrentar dificultades por una deuda familiar, tuvo que lidiar con una enfermedad que no pudo vencer debido a sus limitaciones económicas.

Falleció el 20 de marzo de 1995 a causa de un paro cardiorespiratorio cuando era operado por un problema biliar en el Hospital Obrero de La Paz.
Entre los homenajes en su honor queda el estadio de la ciudad de Potosí y el de Tupiza, que llevan su nombre. En su tierra natal también está el Museo del Club Huracán, donde se pueden ver las copas conseguidas gracias a sus goles y algunas fotografías que inmortalizaron sus grandes logros.

PERFIL
Nombre: Víctor Agustín Ugarte Oviedo
Fecha de nacimiento: 5 de mayo de 1926
Lugar de nacimiento: Tupiza, Potosí (Bolivia)
Padres: Andrés Ugarte y Juana Oviedo
Hermanos: Fermín, Bernardo, Corina, Nely, Juan Carlos, Marina y Bety
Esposa: Graciela Llosa Quintanilla
Hijos: Roberto, Pedro, Juan José y Luis
Clubes: Huracán, Bolívar, San Lorenzo de Almagro, Once Caldas y Mariscal Santa Cruz
Fecha de fallecimiento: 20 de marzo de 1995

Se planteó la posibilidad de cambiar la camiseta porque la blanca era considerada de “mala suerte”, tras recibir goleadas como el 8-0 del Mundial de 1950. Fue Víctor Agustín Ugarte quien propuso el color verde; aparentemente nadie se percató que, de contrabando, llevaba al equipo de todos el color del equipo de sus amores, del club Huracán de Tupiza.

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