El jueves de la anterior semana murió Ovidio Messa. Se fue uno de los mejores ‘10’ de la historia del fútbol boliviano. “En la cancha, era como tener a tres jugadores de gran calidad en uno solo”, lo recuerda Ricardo Fontana.
Messa pasó sus últimos días en Alicante, España, donde radicaba hace años junto con su esposa e hijos. Desde ahí llegaban cada día noticias poco alentadoras. Por eso, estas páginas comenzaron a redactarse antes del lamentable desenlace al que le llevó una dolorosa e incurable enfermedad.
Fontana, exzaguero y gran compañero de Messa en el gran The Strongest de los años 70 y comienzos de los 80, aún guardaba una ligera esperanza: “Sé que está muy mal, pero tengo fe en que va a salir de ella”, decía.
El amanecer del jueves trajo consigo la mala nueva. A los 64 años de edad, Ovidio partió a la eternidad.
“Si hubiera habido en esa época la prensa que existe hoy, Ovidio hubiera jugado unos 15 años en Europa”, afirma el Tano secándose una lágrima que rueda por su mejilla.
“Pasa que Ovidio era cerebral, él armaba nuestro juego desde el medio hacia adelante, era buen cabeceador y mejor definidor con remates potentes. Yo diría que era un diez-nueve que ni en esta época existe. Hoy, o eres creador o goleador, o tienes buen remate o buen cabezazo. Ovidio tenía de todo, además mucha calidad y era completísimo”.
Ovidio (quinto de izq. a der.) posa con el primer equipo campeón de la Liga 1977.
Si lo habrá sabido Adolfo Flores, chaqueño como Messa, evidentemente mayor que él, aunque ambos compartieron notables momentos de fútbol en Chaco Petrolero, aquel campeón nacional de 1970.
Flores, un delantero de aquellos, era el mejor cabeceador de la época en el fútbol boliviano... hasta que apareció Messa, que trajo al fútbol paceño otras cualidades.
“La verdad, cabeceaba igual o mejor que yo. A veces protestaba y me decía cuando le ganaba en el salto: ‘haces trampa’ y nos reíamos. Aparte tenía creatividad, habilidad, remate y mucho gol, hizo varios goles”, rememora Flores.
Chaqueño como ellos, Carlos Aragonés fue otra figura de la época y compañero de Messa en Bolívar.
“Un exquisito incomparable. Un superdotado de gran físico y habilidoso, una combinación no habitual en un futbolista”, se anima a decir Aragonés.
Junto a Carlos Aragonés (izq.) luciendo la camiseta de Bolívar en 1976. Foto: Colección Julio Mamani
Ovidio Messa fue campeón con Chaco, luego con Bolívar en 1976, en el último torneo antes de la Liga; y campeón del primer certamen liguero de 1977 —que terminó al año siguiente—.
Ese título con el Tigre lo obtuvo con un cuadro dirigido por Freddy Valda, quien en vida decía de Ovidio: “Él ya tenía una foto de lo que iba a ser la siguiente jugada, cómo iniciar la carga, dónde ceder el balón y cómo definirla en el área rival”.
Messa tuvo algo —la habilidad— del Maestro Víctor Agustín Ugarte, y varios que llegaron en su época o después de él, como Erwin Romero, Marco Etcheverry, Erwin Sánchez, Ramiro Castillo o Julio César Baldivieso, también sacaron algún rastro del juego de Ovidio. Pero ninguno fue tan completo como él. “Por eso, fue un excepcional jugador y esas cualidades, ahora que ya no está con no-sotros, las vamos a recordar para siempre”.
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