Buenos Aires, semillero de grandes futbolistas, entre ellos Diego Armando Maradona, tuvo hace días la visita inesperada de toda una institución del fútbol boliviano: Marco Antonio Etcheverry. Sí, el famoso Diablo. Uno de los pocos que podrían considerarse más que ex jugador, embajador de Bolivia, puesto que es reconocido ampliamente en muchas partes del mundo. En una entrevista exclusiva, el ex astro habló de su presente y su tarea en el equipo de Washington, de la Major League Soccer (MLS) estadounidense.
- ¿Cuál es tu actualidad?
- Soy asesor del presidente del DC United y el supervisor del trabajo en las divisiones menores, además busco talentos y hacemos una clínica de fútbol. Asimismo, tengo mi Academia y viajo mucho por distintas ciudades del país promoviendo el soccer y la MLS a través de un programa llamado Futbolito, del cual soy la imagen.
- ¿Esto es el fruto de ocho años de jugar allí?
- Seguro. Fueron años espectaculares y hasta me hice hincha del DC. Son muchos años y cosas lindas vividas. Fuimos pioneros de una liga que empezaba, crecimos con la MLS y con este equipo. Lo fundamos.
- En su momento, ¿por qué optaste por Estados Unidos?- Había ido con la Tahuichi a la Dallas Cup de 1986 y me decía: “Qué raro este país tan grande con tanto poder económico y no hay una liga de fútbol”. No lo entendía y me dije: “Voy a ir a jugar allá y voy a ser el pionero”. Y así fue. Luego tuve varias ofertas para irme a otros lados, pero no acepté porque había viajado mucho y un día mi hijo me dijo: “Deseo quedarme porque no tengo amigos”. Fue muy duro. Siempre mi prioridad fue la felicidad de mi familia.
- ¿Cuál es el propósito del DC enviándote acá?
- Antes de Buenos Aires fuimos a Brasil, donde tenemos casi concretado un convenio con Atlético Mineiro para trabajar y realizar programas suyos en Estados Unidos. Acá vimos los trabajos de San Lorenzo, Boca, Argentinos Juniors y Vélez. Los americanos buscan su metodología y saber cómo es la relación entre el niño, el dirigente, el técnico y la sociedad; su entrenamiento, su alimentación, su educación, entre otras cosas. Entonces ése es el programa que estamos llevando a Washington y que vimos en ambos países.
- Por lo visto no falta mucho para verte como técnico del DC.
- Creo que no. Ya tengo mi licencia de entrenador hace tres años y mi único pensamiento ha sido prepararme bien. En eso me ayuda el club, que me involucra con el equipo, las inferiores y con todo lo relacionado a ser el manager general y el DT de una institución. Creo que esperarán una o dos temporadas para seguir capacitándome y ahí recién asumiría como técnico. Me encantaría.
- ¿Éste puede ser el despegue definitivo de la MLS?
- La liga estaba pasando por un momento muy difícil hasta hace unos tres años y ahora es un resurgimiento con la llegada de jugadores como David Beckham, Cuauhtémoc Blanco o Guillermo Barros Schelotto. Creo que esa gente que llegamos en 1996, entre periodistas, dirigentes, hinchas y jugadores, hicimos un trabajo sucio que fue muy importante para que se mantenga la MLS. Ahora entró gente nueva, tal vez más capacitada en el mercadeo, con otra visión y otra energía.
- Pero con la llegada de figuras internacionales a la liga, ¿no te dan ganas de volver a jugar?
- No. Pero si me lo propongo, en tres o cuatro meses, puedo bajar de peso y volver. Conozco mi físico. Yo me retiré más por la decepción que tuve con los dirigentes de Bolívar, personajes que están alrededor del fútbol, que se mantienen ahí y le hacen mucho daño. Después pensé que ya era hora de dejar por tantos años de carrera y tras mi retiro tuve dos años durísimos en los que no quería saber nada del fútbol y me dediqué a mi familia, que también fue muy lindo. Pero el fútbol es mi vida.
- ¿Te enteraste que habían metido preso a Mauro Cuéllar?- Sí, y está muy bien, así aprende a respetar a las personas.
Durante su estadía en la capital argentina, Etcheverry, junto con el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, y el Viceministro de Deportes, Milton Melgar, mantuvieron una reunión con el canciller argentino Jorge Taiana y el secretario de Deportes de ese país, Claudio Morresi, quienes expresaron su solidaridad con la posición nacional anti-veto. “Es una discriminación muy grande; lo lógico sería que podamos hacer lo que nos dé la gana en nuestro país y jugar donde el técnico lo disponga”, aseveró el ex volante.
- Sin La Paz, ¿Bolivia tiene chances de ir al mundial?- Sí, hay chances. En las ultimas Eliminatorias salimos últimos. Entonces, ¿cuál es la ventaja? Jugamos 100 años y sólo una vez clasificamos porque las otras dos fueron por invitación. Hace 20 años había altura y perdíamos 6-0 con Brasil o Argentina; ahora no. Cuando hay buenos resultados, la altura no existe. Es más, dicen: “Le ganamos a la altura”. Hay que ponerse de acuerdo, ¿no?
- ¿Te molesta que los rivales se preocupen más de la altura y subestimen a los jugadores?- No, porque si van disminuidos psicológicamente y van perdiendo el partido antes de tiempo, esta bien. Pero tengo un sueño de dirigir a un equipo como Bolívar o la Selección para ir al exterior, golearlos y pegarles un baile a todos los que piensan así. Que no haya esas dudas de que se gana por la altura apenas 1-0 ó 2-1. Se trata de mentalidad ganadora y en Bolivia estamos aprendiendo a tenerla.
En un momento, El Diablo recuerda una anécdota, casi un calco de lo que sucedió en febrero pasado, cuando Flamengo visitó a Real Potosí por la Copa Libertadores: “Una vez en Oruro jugó la Selección de Jamaica y gente de su cuerpo técnico llevó tubos de oxigeno vacíos para los jugadores, quienes se acercaban hasta la línea de cal para usarlos, y después echaban piques como si nada. Es psicológico. Nadie murió jugando en La Paz, pero sí hay cinco muertos en el llano por el calor”.
- ¿Cómo empezó la resistencia a jugar en La Paz?- El mayor pecado fue haberle hecho el gol a Brasil en 1993 porque era la primera vez que perdía por Eliminatorias y tuvo riesgos de quedarse afuera. A pesar de que ese gol me dio muchas satisfacciones creo que ha perjudicado mucho para que ahora Brasil haga tantos problemas.
- ¿Pensás que la FIFA puede reveer la situación?
- Actualmente vivo en Washington, pero te lo juro por Dios que si tuviese la posibilidad y fuera un ciudadano paceño, me asesoraría bien con abogados, y si pudiera, demandaría económicamente y ante los Derechos Humanos a la FIFA por daños psicológicos y lo que corresponda. Personalmente haría lo que fuese para que se respete mi país. Me molesta mucho.
Si hay un tema recurrente en una charla con El Diablo es su expulsión en el partido inaugural del Mundial de Estados Unidos 1994, entre Alemania y Bolivia. Era el segundo tiempo, ganaban los europeos 1-0, con gol de Jürgen Klinsmann, y el técnico del equipo boliviano, el vasco Xabier Azkargorta, mandó a calentar al Diez. “No lo podía creer. Porque Azkargorta me había dicho que tal vez jugaría el tercer partido del grupo con España unos minutos para decir al menos ‘jugué un mundial’. Iba a ser un premio por lo que había hecho en las Eliminatorias”, recordó.
- ¿Cómo fue el momento de la expulsión?
- No tendría que haber jugado, pero eran tantas las ganas que tenía y estaba tan enchufado, que el técnico me veía y quería ponerme, así que lo hice. Entré y al minuto tuvimos una buena chance que el arquero (Bodo Illgner) tiró al córner. Después fui a buscar una pelota larga y veo que (Lothar) Matthäeus me va mal, con mala leche, y al pararme veo que viene a buscarme como queriendo hacerme algo y ahí le pongo la pierna.
- ¿Es algo que te pesa hasta hoy?
- No, para nada. Porque yo sé lo que me costó volver a caminar tras mi lesión. Hacía hasta cuatro turnos al día, viajé muchísimo para recuperarme, me levantaba muy temprano, a veces a las dos de la mañana y me quedaba hasta las cinco haciendo abdominales. Dormía tres horas y después iba a otro gimnasio.
- ¿Te arrepentís de algo en tu carrera?- Únicamente del día de mi lesión: no haber salido cuando me lo pidió mi técnico Mirko Jozic, quien me vio rengueando y le dije que esperara cinco minutos; justo ahí me lesioné. No lo olvido más. Siempre pienso y me pregunto: ¿Qué hubiese pasado si hubiese salido?. Por ahí me cambiaba la vida. Pero también pongo en la balanza mi gol a Brasil en el minuto 90. En ese partido me desgarré el abductor a los 10 minutos y seguí jugando. Pero si salía, ¿quién iba a meter el gol?. Capaz que nadie y no clasificábamos al mundial. Me lo dijo Azkargorta siempre: “A todo lo malo mírale el lado positivo”. (Argentina, por Emmanuel Quispe, especial para
EL DIARIO).