No hablar turco le ha traído más de un problema. Sin embargo, junto a su esposa y sus dos hijos que lo acompañan, se esfuerza por superar esa dificultad para adaptarse mejor a su nueva vida. Ronald Gutiérrez atendió el teléfono en la concentración del club Bursaspor de Turquía y habló sin esconder nada de lo bueno y malo que vive en la ciudad de Bursa, adonde llegó hace poco más de un mes procedente de La Paz F.C. para jugar por un año y medio.
Se desempeña como volante, la última función que cumplió en el equipo paceño. Admite que ha llegado a un club grande institucionalmente, pero de media tabla en lo deportivo. Se ilusiona al tocar el tema de la selección, pero confía en volver a vestir la ‘verde’ que dirige Erwin Sánchez para los siguientes partidos de las eliminatorias.
- De la noche a la mañana te cambiaron de destino. Ibas a México para jugar con La Paz F.C., frente a Atlas, pero acabaste yendo a Turquía. ¿Cómo se da tu transferencia y cuáles son los pormenores de la negociación?
- Hasta una semana antes del partido con Atlas yo estaba confirmado para jugar por La Paz F.C., pero fue a último momento que se dio todo. Yo sabía algo, pero no mucho. El presidente (Mauricio González) me había anticipado algunas cosas, pero las propuestas no eran concretas. Había una oferta de Francia y otra de Arabia, pero la más real era de Turquía y eso me dejó muy contento. Eran sólo propuestas, pero el solo hecho de que se fijen en mí me llenó de ilusión.
- ¿Por qué considerás que llegaste a la cima de tu carrera con La Paz F.C., un equipo modesto, y no con The Strongest, uno de los grandes del país?
- La humildad con la que se manejó el grupo de jugadores en La Paz F.C. fue muy importante. Hubo un discurso bien entendido que nos transmitió el entrenador Sergio Apaza; aparte, el grupo era consciente de que teníamos que entrar todos a correr, porque no había otra fórmula.
- ¿Cuál fue la clave para llegar a lo más alto con La Paz F.C.?
- Mentalizarse que todos debíamos ser peones en la cancha, que no debía haber estrellas y tener claro que en la cancha éramos 11 contra 11. En La Paz F.C. éramos una familia más que un equipo de fútbol. Aunque también hubo algunas cosas extradeportivas, como un castigo que me impusieron antes de un partido decisivo frente a Blooming, que trató de desequilibrarnos.
- Acabaste jugando como volante ofensivo, ¿quién te saca del lateral, donde siempre se te conoció, y te pone en ese puesto?
- Cuando llegué a La Paz, después de mi debut en Chaco, jugué en The Strongest como volante, pero después me utilizaron más como lateral. En La Paz F.C., en una práctica de fútbol, el profesor Apaza me pide que juegue como volante, en el equipo B, porque estaba expulsado y ese fin de semana no iba a ser tomado en cuenta. Me probó ahí, tuve un buen desempeño y al finalizar el entrenamiento me dijo que ya no sería más lateral y que desde ese momento jugaría como volante ofensivo, y ahí me quedé.
- ¿Jugaste como volante ofensivo porque te sentías más cómodo ahí o por una necesidad?
- No, fue porque me sentía cómodo y me gustaba. Además, es por el medio por donde pasa más la pelota. Después de un tiempo jugando ahí me picaba el bichito de tener la pelota, de pedirla, y el profesor Sergio también les decía a mis compañeros que me la dieran.
- ¿Quién te acompañó a Turquía?, ¿cómo fue tu llegada a un país desconocido para vos?
- No me acompañó nadie. Y lo peor, perdí las conexiones aéreas, y cuando me embarqué, viajé solo, aunque en Turquía me esperó el empresario.
- ¿Qué tipo de expectativa se generó por tu transferencia?
- En el aeropuerto no había nadie, pero luego en el club asistió mucha gente a la presentación. Fue todo muy bonito porque es un club grande, tiene unas instalaciones deportivas muy lindas y la hinchada me recibió bien. Incluso corearon mi nombre y me hicieron sentir muy feliz.
- ¿Qué te decía la gente cuando coreaba tu nombre: Gutiérrez o Ronald?
- Gutiérrez no lo pueden decir completo porque tienen problemas con el idioma (risas). Lo que dicen es: 'Gutiee, Gutiee' (risas). Les cuesta pronunciar lo último de mi apellido.
- ¿Cómo te las ingeniás con el idioma cuando vas al supermercado?
- Mezclamos un poco varios idiomas (risas). Pero con mi esposa le estamos poniendo ganas para aprender en corto tiempo, por lo menos lo más básico porque necesitamos hacer las compras para la casa; si no, cómo vamos a vivir.
- Y me imagino que pedir en un restaurante turco debe ser más complicado...
- La verdad es que ahí es imposible (risas). Cuando decido salir a comer fuera de casa con mi esposa, directamente le digo al traductor que lo llamaré por la noche para que me pida la cena y después del entrenamiento hacemos el menú consistente en arroz, papas, carne, ensalada, refrescos y esas cosas, y le paso el móvil con el camarero y él le hace el pedido (se ríe).
- O sea que estás como mudo, con señas...
- (Se ríe) La verdad es que estoy así por ahora, pero no creás, eso también te divierte. Cuando llegamos a casa, con mi esposa, nos reímos juntos de las cosas que nos pasan en la calle.
- ¿Qué anécdotas más has tenido por el idioma en este tiempo?
- Me han pasado muchas cosas; por ejemplo, un día fui a comprar un teléfono y cuando estaba pagando el empleado de la tienda me preguntaba algo en turco y yo no sabía qué decirle. Y como no le respondía, no me dejaba salir. Estuve ahí tratando de entenderle al hombre casi una hora y al final lo que me preguntaba era si necesitaba o no la garantía de un aparato electrónico para la casa (se ríe).
- ¿Cuál es la comida típica de Turquía?
- En esta zona lo que más se come es Doner Kebab (plato árabe), que es carne asada de cordero o de pollo, acompañada con pan o papas.
- ¿Cómo han sentido el cambio de ciudad tu esposa y tus hijos?
- Les está costando, igual que a mí. A mi esposa, por ejemplo, le cuesta hasta salir a comprar pan (risas), pero todo se irá logrando con un poco de paciencia y poniéndole mucho interés al aprendizaje.
- ¿Y cómo hacen tus hijos para ir al colegio si no saben el idioma?
- Eso es lo único que me preocupa por el momento porque no hay colegios en castellano. Tengo a dos de mis hijos conmigo (Bianca y Ronald Marcelo) y deben estudiar. Por suerte, la dirigencia del club me está ayudando y con algo de suerte dentro de poco podrán volver a estudiar mediante la Internet. En casa tenemos computadora, y que sepan el manejo, por lo menos básico, de algunos paquetes de computación, les ayudará para que retomen sus estudios por este sistema.
- Volviendo al tema deportivo, has jugado cuatro partidos, tres de ellos como titular, ¿qué fue lo que más te costó en tu periodo de adaptación al fútbol turco?
- La comunicación, porque no les entiendo mucho, aunque hay dos latinos en el plantel (Israel Zúñiga, de Perú, y Renny Vega, de Venezuela) con quienes puedo hablar en castellano; con el resto es muy difícil. Por ejemplo, en Bolivia te dicen ‘ladrón’ cuando alguien va a quitarte el balón, aquí es ‘galde’, y cuando te piden el balón es ‘server’.
- ¿El técnico te habla, claro mediante algún traductor, de cómo quiere que te desenvuelvas en los partidos?
- Sí, varias veces, aunque te confieso que no le entiendo mucho porque él habla turco y el traductor traduce en portugués, no en castellano (risas)... Pero el idioma del fútbol es casi universal y sólo cambian algunos sistemas tácticos. Me dice que distribuya los balones en el medio sector y me proyecte de forma permanente. Quiere que sea el creador del juego, pero también que me comprometa con el gol
-¿Cómo es la relación con tus compañeros, tomando en cuenta que la mayoría habla turco y vos castellano?
- Es una relación muy especial. Lo que pasa es que aquí son de religión musulmana y tienen costumbres muy raras. Por ejemplo, no se puede entrar sin ropa a las duchas en los vestuarios. Se tiene que entrar sí o sí, por lo menos, con ropa interior. Y otra. Antes de los partidos todos tienden sus toallas en el piso, se sacan los zapatos y se arrodillan para orar a su Dios. En los encuentros, los hinchas aplauden casi siempre al equipo, aunque esté perdiendo. Y no hay insultos graves como en Bolivia
- Y con los latinos, Zúñiga y Vega, ¿cómo te llevás?
- Con ellos siempre estamos en contacto. Nos estamos llamando por teléfono cuando no entrenamos y en la cancha siempre estamos los tres juntos. Eso es, sobre todo, porque a los demás no les entendemos nada de lo que hablan. En el equipo también hay jugadores que han llegado de Bélgica, Camerún y Costa de Marfil, pero a ellos, como a los turcos, no les entendemos nada porque no hablan en castellano.
- ¿Estás jugando por la banda derecha o como volante?
- El entrenador me está poniendo como volante. Cuando llegué me llamó y me preguntó: “¿Ése que está haciendo esos goles en el video sos vos?” Y con mucha humildad le respondí que sí. Desde entonces me dijo que jugaría en el medio sector y quiere que haga en el equipo lo mismo que hacía en La Paz F.C.
- En lo deportivo, históricamente, ¿ cómo le ha ido al Bursaspor?
- El primer equipo no está entre los grandes de la Liga. Los mejores son Fenerbahce, Galatasaray y Besiktas. Nosotros somos de media tabla, pero institucionalmente el club es muy grande. Tiene una sede gigante, con varias canchas, piscina, gimnasio, lugar de concentración, microhospital, salas de recreación, lugar para juegos deportivos y otras cosas.
- Ahora que sos legionario, ¿consideras que tendrás más chance de jugar en la selección nacional?
- Sí, la verdad es que tengo la ilusión de volver a ser convocado a la selección. Aquí tengo un compañero de Perú (Zúñiga) y otro de Venezuela (Vega). Ambos también son de la selección de su país y a veces nos ponemos a hablar de las eliminatorias y, claro, a quién no le gustaría ser llamado para defender los colores de su país.
- ¿Has tenido la suerte de cruzarte con algún compatriota en Turquía?
- No. Es increíble, pero no he visto a ningún boliviano en las ciudades donde he estado. Parece que aquí no hay bolivianos (risas). En otros países siempre aparece algún boliviano que te habla o por lo menos te saluda.
Perfil
Se inició en Chaco
Ronald Gutiérrez Flores nació en Pocitos (frontera con Argentina) el 2 de febrero de 1979 (tiene 29 años) y debutó en la Liga en Chaco Petrolero, hace diez años. Después pasó a The Strongest y en 2006 fue contratado por La Paz F.C. La temporada pasada fue clave para la clasificación que consiguió La Paz F.C. a la Copa Libertadores. Fue uno de los candidatos a ganar el Premio Mayor, como mejor futbolista de la temporada. Está casado con Rosa Segarrudo y tiene tres hijos: Rocio (10), Bianca (9) y Ronald Marcelo (6)