martes, 23 de octubre de 2007

“Chocolatín” marcó récord en Argentina





El tiempo corre y no se detiene. Sí. Pero ya pasaron diez años y el recuerdo de aquel símbolo de una generación dorada de futbolistas, que cautivó a propios y extraños con sus gambetas, lujos y piruetas, sigue y seguirá estando presente en aquellos que tuvieron la fortuna de verlo, mientras los más chicos se pregunten: “¿Tan bien jugaba ese tal ‘Chocolatín’?” Y sin que se haga esperar, la respuesta será un “si” precedido de relatos de jugadas, toques, festejos y proezas de las que ese moreno flaquito nacido en los Yungas de La Paz fue actor principal.

Castillo marcó un récord en la Argentina: es el boliviano que más veces jugó con 146 partidos y 10 goles.

Mientras Milton Melgar era figura en Boca Juniors y era aclamado por “La Doce” que entonaba en un coro ensordecedor “bo-li-via-no / bo-li-via-no”, Ramiro Castillo comenzaba su carrera profesional en The Strongest y ya se preparaba para pegar el salto de calidad al fútbol argentino, a Instituto de Córdoba.

No obstante, su gran momento fue en su segundo club en ese país: Argentinos Juniors, “el semillero del mundo”. Ese del barrio La Paternal, tan reconocido por su gran labor como “fábrica de cracks”, entre ellos Fernando Redondo, Juan Román Riquelme o el propio Diego Maradona.

Sus buenas actuaciones lo catapultaron a un gigante: River Plate. Allí fue dirigido por el actual técnico de esa institución, Daniel Passarella. Aunque sólo jugó un puñado de partidos, entre ellos uno por la Copa Libertadores de 1991 ante Bolívar, en el que fue eje de una polémica al quejarse de las dificultades de jugar en la altura. En Núñez tuvo un paso sin pena ni gloria. Luego le siguieron Rosario Central –actual club del también boliviano Ronald Raldes– y Platense.

A fines de junio de 1997, las calles del país eran un carnaval. Papelitos, camisetas y flameantes banderas llegaban a teñir de rojo, amarillo y verde desde los pueblitos más remotos hasta las más grandes ciudades.

Bolivia era anfitrión de la Copa América y había derrotado (con un gol del Chocolatín incluido) 3-1 a México, en Santa Cruz de la Sierra, por una de las semifinales, mientras Brasil aguardaba en la final. Después de 34 largos años, la Verde volvía a meterse en la disputa del título continental.

“Sería muy lindo para mí salir campeón de América porque son mis últimos partidos de Selección. Ya estoy cansado de tanto ajetreo; la vida también pasa por otro lado. En mi caso, por mi familia y mi futura profesión de abogado”, decía Chocolatín proyectando su porvenir tras la victoria ante los mexicanos. Sin embargo, la vida le depararía el peor de los castigos: a minutos de la final con Brasil, tuvo que abandonar el Hernando Siles para ir al hospital donde su pequeño Juan Manuel, de 7 años, estaba internado con una hepatitis. Dos días después, el 30 de junio, sería víctima de un ataque fulminante de esa enfermedad. Y ese sería el principio del fin...

La angustia y la depresión se fueron apoderando de Castillo, quien apareció ahorcado en la mañana del sábado 18 de octubre de 1997 en su casa de Achumani. Tenía 31 años y se suicidó tres meses después de la muerte de Juan Manuel. Posteriormente, la Policía informaría que Castillo había muerto por asfixia al ahorcarse con una corbata, aproximadamente a las cinco de la madrugada.

Durante esa jornada, las radios casi no hablaron de otra cosa. La Federación Boliviana de Fútbol (FBF) declaró 30 días de duelo y suspendió el clásico entre Bolívar y The Strongest que debía jugarse al día siguiente. Incluso, Hugo Banzer, presidente boliviano en ese entonces, expresó su dolor. Pero la conmoción no sólo se limitó a Bolivia. Desde el exterior, dirigentes, jugadores y el ambiente del fútbol enviaron sus condolencias.

“¿Ya pasaron diez años?”, decía sorprendido por el paso del tiempo uno de sus ex compañeros en Argentinos, Carlos Mac Allister. “Era una muy buena persona y un gran compañero. Muy callado, reservado, es cierto, pero cuando hablaba era muy ocurrente”, recuerda el Colorado. “La vida lo castigó muy duro con la muerte de su hijo. A veces las palabras están de más cuando te pasa una cosa como esa”, expresó el ex defensor de Boca y de la Selección argentina.

El Chocolatín se destacó en su trayectoria futbolística por su capacidad e inteligencia como generador de juego y la categoría de su pegada. Su talento, su origen humilde y su compromiso por las causas de las clases populares, lo convirtieron en ídolo indiscutido. En todo un orgullo del pueblo boliviano. Y como legado, antes de fallecer, dejó una escuela que lleva su nombre y que ahora está en los primeros planos del fútbol paceño.

La historia cuenta que en un partido del fútbol argentino entre Platense –su último club en ese país– y Gimnasia y Esgrima de Jujuy –equipo por aquel entonces de su hermano Iván Sabino y de Óscar Sánchez–, ambas escuadras lucieron un brazalete negro e hicieron un minuto de silencio en memoria de aquel talentoso que un 12 de octubre de 1997, en un cotejo entre Ecuador y Bolivia por las Eliminatorias al Mundial de Francia 1998, le dijo adiós a la pelota y pasó a la inmortalidad. (Emmanuel Quispe, especial para El Deportivo de El Diario)

1 comentario:

  1. Tuve la suerte de ver jugar a Ramiro "chocolatin" Castillo en su paso por Everton de Viña del mar. Gran jugador que hacía ver distinto al Everton de esa temporada.

    Quisiera hacer un humilde homenaje al hombre que estaba tras el jugador, que lamentablemente le tocó pasar por esos trágicos sucesos.

    Un saludo desde Chile.
    Jaime M.

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