lunes, 17 de octubre de 2011

El caudillo que dejó parte de su vida en las filas atigradas

Ricardo Fontana, uno de los futbolistas que expresó y representó la fiereza del juego atigrado desde la década del 70. El Tano —como se lo conoce— hoy está de cumpleaños. Vive entre Córdoba (Argentina) y La Paz, dependiendo de su actividad personal.

Entre risas responde que la edad es lo de menos, pero admite que “fácilmente” superó “el medio siglo” y considera que lo más importante es todo lo que vivió hasta hoy, sobre todo en Bolivia, donde pasó mucho más de la mitad de su vida.

“Viví más allá que acá. En Argentina, en Córdoba, me siento como un extranjero. Allá, pese a que dejé de jugar hace casi 20 años, será que los padres o los abuelos les cuentan a los chicos, hasta jovencitos que nunca me vieron jugar me saludan por mi paso por el Tigre”, sostiene el gran caudillo stronguista

Sin embargo, transcurridos los años, Fontana considera que el club The Strongest, al que le dio casi todo su ciclo deportivo, no le correspondió como debía hacerlo con un verdadero ídolo. Jugador emblemático en la historia del club, siente en lo íntimo un olvido y desamor de parte de los dirigentes, los antiguos y los actuales.

“Jugué tantos años, puse todo y me peleé y me pelearé por el club, pero no me siento correspondido en ese mi compromiso por la directiva. Soy el único que nunca les hizo juicio ni nada, pese a algunas cosas pendientes, pero sí soy al que menos oportunidad le dieron en el club para dirigirlo, por ejemplo, excepto una etapa breve con el presidente (Jorge) Pacheco”, expresa El Tano.

Recuerda que en sus inicios en The Strongest vivían en un par de habitaciones en la calle Frías. Una vez tuvo que vender sus cachos para cubrir alguna necesidad económica. Cuenta que años después quedó lesionado y abandonado, por eso luego estuvo en otros clubes y cuando volvió y jugó cinco temporadas, la directiva aurinegra le hizo suspender tras un incidente con un dirigente.

Fontana quiere que al Tigre siempre le vaya bien, que salga campeón por la hinchada que tiene, a la que califica de fiel y también aguerrida.

El exdefensor también manifestó que gracias a Dios, en lo deportivo, fueron muchísimos más los momentos buenos en el club con los dirigentes Rafael Mendoza y Jaime Pando. Está agradecido, asimismo, con el país. “Yo llegué a Bolivia con un par de zapatillas, un par de camisas y pantalones, ése era mi capital a mis 18 años, pero luego supimos manejarnos, mis hijos estudiaron y están bien. No soy millonario ni mucho menos, pero se puede decir que estoy bien gracias al esfuerzo que pusimos con toda mi familia”.

Bolivia. Está pendiente de todo lo que acontece en el país, Fontana se considera un boliviano más y no es para menos, pues vivió cuatro décadas aquí, tiene hijos e incluso nietos bolivianos.

Lamenta el actual momento del fútbol nacional, recuerda que antes de la fundación de la Liga se mantenían vivas a las divisiones menores, pero como se las olvidó, ya no se sabe de dónde sacar jugadores.

“Me apena por Quinteros, lo conozco, sé el tipo de persona que es desde jugador y también como técnico. Es honesto, trabajador y todos deberían hacer fuerza porque le vaya bien. Si le va bien, le irá bien a los 10 millones de bolivianos, así que mantener la cabeza fría”, anota en alusión a la selección nacional.

Según él, “el fútbol actual en Bolivia no mejoró en nada, más bien retrocedió y eso es lo triste, porque a pesar de que hay más dinero que antes, sin embargo, son menos los resultados positivos”.

Los datos

Dos etapas
La primera con Strongest fue entre 1973 y 1982, después lo hizo entre 1985 y 1990, cuando lo suspendieron.
Lo agradable
Fontana dice que lo mejor fue ganar títulos con el Tigre y jugar la Copa Libertadores, que eran lo máximo para esa época.
Se ganaba mal
Antes dice que la paga no era buena, que ahora es espectacular, pero a algunos jugadores de hoy les falta ser más profesionales.
Familia
Estela Luchesi (esposa); Silvio, Belén y Melina (hijos); Galo, Lucas y Gian Franco (nietos), y Macarena (yerna).

Vino por seis meses y se quedó 41 años

A mediados de 1970, el joven zaguero de la tercera de San Lorenzo de Almagro dio el sí a dos enviados del club Always Ready para jugar seis meses en el país, sin embargo, se quedó durante 41 años.

El entrenador Micky Jiménez y el presidente Alberto Larrea, ambos de Always Ready, de La Paz, fueron a buscar un par de refuerzos y se trajeron al joven Ricardo Fontana y a otro argentino, Alfredo Melirio.

“Estaba asustado y sorprendido. Mis papás decían no, pero me animé y vine. La pasé mal, era un equipo chico, no había plata y hasta pasamos hambre”, recordó Tano.

Rememora que cuando culminaba su contrato y estaba para irse, René Rada, técnico de Litoral, le pidió que se quede. En 1971 el club ascendió a Primera y aceptó seguir. “Salimos campeones paceños, pero los problemas económicos eran los mismos, luego vino el Tigre y fue amor a primera vista, pese a los líos que había”.

Con 38 años jugó en la selección

Su trayectoria
Nació en Argentina el 17 de octubre de 1950 (naturalizado boliviano en 1976). Cuando tenía 20 años llegó para jugar en Always Ready. Fue integrante de The Strongerst en los primeros años de la Liga (hasta 1982); pasó a Oriente Petrolero (1983), a Bolívar (1984) y volvió a The Strongest entre 1985 y 1990. Cerró su carrera en Chaco Petrolero.

Por un gol
Cuando tenía 38 años fue convocado por Jorge Habegger a la selección boliviana, la de 1989, aquella que por gol diferencia no logró clasificarse al Mundial de Italia 1990. Con la Verde disputó 13 partidos.

Con las ganas
Recuerda la mala suerte que tuvo en 1980 cuando el Tigre jugó frente a Boca Juniors y River Plate la Copa Libertadores. Justo antes de disputar en ese torneo, en un partido de Liga se lesionó y no pudo estar en los cotejos coperos. “Mi deseo era jugar esos partidos en Argentina”.

Generación
Fontana destaca que The Strongest tuvo un ‘grupo de oro’ con Luis Galarza, Eligio Martínez, Eduardo Angulo, Ovidio Messa, Uber Acosta, Jorge Lattini y él. “Hasta ahora la gente no nos olvida. Sé que no como saludos ni autógrafos, pero es una inyección al alma cuando la gente nos recuerda”, manifiesta.

No olvida
Fontana tiene decenas de éxitos en el fútbol, sin embargo, destaca dos en especial: cuando la selección le ganó a Perú en Lima por la eliminatoria de 1989 y cuando con el Tigre logró el primer título de la Liga del Fútbol Profesional Boliviano en 1977.


‘Mi pecado en el Tigre fue haber sido frontal’
Ricardo Fontana - Bolívar siempre tuvo dirigentes de otro nivel, dice

— ¿Usted era de los jugadores ‘problemáticos’ que los dirigentes nunca quieren en sus clubes?
— Siempre escuché eso. Lo que pasa es que hubo años malos por la falta de pago y porque hacíamos paros, a veces, porque se llegaba a extremos por la falta de pago de los salarios y como yo era capitán y una de las voces del equipo, tenía que hablar claro y fuerte con la directiva de entonces.
— ¿Llevarse de esa manera con los dirigentes complicaba las cosas?
— Un poco, pero lo que nunca dejábamos de hacer era jugar. Siempre nos presentábamos y hasta lográbamos resultados importantes. Una vez, toda una semana no nos entrenamos y teníamos que jugar el clásico. En el ‘día D’ lo ganamos con dos goles del ‘Chancho’ (Eliseo) Ayaviri.
— ¿Siempre se llevó mal con las directivas del club?
— Con la mayoría, por reclamar nuestros sueldos. Pero con Rafael Mendoza, Jaime Pando y alguno más no había problemas; cuando vinieron otros, muchas cosas cambiaron. Mi pecado en el Tigre fue ser frontal y sincero, y eso le incomodó a más de uno.
— ¿Esos choques no lo desgastaron y por eso hoy se olvidaron de usted?
— Sí, seguro, y ahora me pasan la factura. Por qué cree que no me dieron oportunidad. Les dieron trabajo a todos, hasta a quien no se identificó y pasó sin pena ni gloria por el club, pero igual le dieron trabajo y oportunidad; en cambio, no hicieron lo mismo con un referente de la entidad.
— ¿Cómo se sintió en Bolívar?
— La verdad, raro. La gente me miraba raro en la cancha y hasta los mismos compañeros, con quienes antes nos agarrábamos a patadas y puñetes, porque los clásicos eran así. Ahora, en los clásicos cambian la camiseta y luego se reúnen con el rival. Yo no entiendo eso, antes no era así.
— Siendo símbolo atigrado, ¿como califica su paso por la Academia?
— En lo deportivo me sentí bien, pero también raro porque soy stronguista. En lo institucional, mejor, conocí a dirigentes de otro nivel, lo mismo en Oriente. En el Tigre fue otra cosa, siempre con peleas.
— ¿Qué cosas han cambiado?
— No sé, como que hoy los jugadores lo toman a la ligera, parecen no ser muy querendones. Antes perdíamos un clásico y varios días no salíamos de casa por vergüenza. Y será por eso que la gente a uno lo quiere y lo reconoce. La gente no es tonta, sabe quién estuvo de paso y quién peleó por esa camiseta.

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