lunes, 18 de junio de 2018

Armando Escóbar: "El húngaro que no fue campeón con Bolivia"

La pasión del deporte de multitudes, no solo se la vive cada cuatro años cuando una cita mundialista está a flor de piel y permite al mundo respirar fútbol, sino siempre, desde que este juego dio sus primeros pasos en Inglaterra en el siglo XIX.

Desde su nacimiento fue engendrando a una serie de estrellas que brillaron por sí solos en el campo de juego y cuyos nombres se convirtieron en verdaderas leyendas, perdurando vivas sus historias.

Jugadores con vivencias únicas que reflejaron su realidad de pobreza al inicio de su carrera y que terminaron, muchas veces como empezaron o en otros casos quedándose en la cima del imaginario humano.

Hoy queremos volar a través del tiempo, pero hacia el pasado y revivir la existencia de uno de los jugadores que fue parte de una epopeya que marcó toda una época cuando San José de Oruro, logró el campeonato "Tres Ciudades" y cuyo mérito permitió que su denominativo de entonces sea "Los Húngaros del 55".

Esa persona es Armando Escóbar Carrillo (AEC) y que para esta nota tuvimos un encuentro "post mortem" para conocer lo que en vida fue e hizo, para convertir a su equipo en el "amor de su vida".

El Escaparate (EE).- Don Armando un gusto en recibirle y darle la bienvenida a esta entrevista. ¿Puede comentarnos cuál fue el inicio de su vida?

AEC.- Nací en la ciudad de Cochabamba el 11 de julio de 1931, mis padres fueron don Carlos Escóbar Arévalo y doña Venancia Carrillo. Tuve cuatro hermanos Justo, Benedicta, Betty y Bertha, yo fui el mayor de todos. Cuando era niño mi familia se fue a Machacamarca debido a que mi papá trabajaba allí por el auge de la minería. Estudié en el Ingenio Machacamarca.

EE.- ¿Cómo nace su afición por el fútbol y por qué motivo tenía el apodo de "chueco"?

AEC.- Desde que era muy niño, tenía cinco años, ya sentía esa afición por el fútbol. A la edad mencionada cuando cosía una pelota de trapo, me accidenté con la aguja y quedó afectado la punta del dedo medio de la mano derecha. Con el tiempo la herida se infectó y me operaron. El dedo quedó chueco y desde entonces me gané ese apodo "chueco". Aunque algunas personas pensaron que me decían así porque mis piernas también eran chuecas con las rodillas casi unidas.

EE.- ¿Cuál fue su motivación para seguir en el mundo del fútbol?

AEC.- Todos los años que estuve en la escuelita del ingenio me destacaba jugando al fútbol, cuando veía a los mayores, siempre quise imitarlos. Siempre reflexionaba y decía ¿por qué no puedo ser mejor que ellos? Era un desafío constante para mí. Cuando ya crecí dejé de estudiar porque mis padres no tenían dinero y es así que salté de las canchas directamente a trabajar.

EE.- ¿Cómo logró seguir en el deporte pese a esa limitación económica que tenía?

AEC.- Me dieron trabajo en un laboratorio químico cuando tenía 14 años y ese año participé en un torneo seccional de fútbol. Ahí comencé con mi sueño, porque di lo mejor de mí, me destaqué en el campeonato y mi deseo era llegar lo más lejos posible.

Al superar a los mejores jugadores, me convocaron para ser parte de la selección de Machacamarca. Fue la vitrina para destacar mi juego.

Con motivo de la nacionalización de las minas se disputó un torneo minero de fútbol en Llallagua. Estaba en la selección del Ingenio Machacamarca y como no podía ser de otra manera, me destaqué.

EE.- ¿Esa brillante actuación le permitió llegar a San José de Oruro?

AEC.- Escuché varios comentarios a favor mío después de ese campeonato. Fue así que me hablaron algunos jugadores de San José y al mismo tiempo hablaron con los dirigentes del equipo. Fue el dirigente José Campero, quien trabajaba en "La Colorada" quien permitió e hizo realidad mi transferencia de American Machacamarca a San José, en 1953.

EE.- ¿Recuerda con quiénes jugó por primera vez en el equipo "minero"?

AEC.- En ese entonces, había buenos jugadores como Murillo, Oroza, Carrión, sabía que el equipo era uno grande. Mi posición en la que empecé fue de interior derecho y debuté cuando era suplente.

Empecé a destacarme y a superar de a poco a los mejores jugadores del equipo. Pasé a ser armador y delantero. El plantel era dirigido por el húngaro Adalberto Rosemberg.

EE.- ¿Cuándo sale campeón con San José y por qué les decían los húngaros?

AEC.- En el mundial del 54 en Suiza, la selección de Hungría goleaba a todos sus rivales, perdió la final con Alemania. Tenían un juego vistoso y un ataque fulminante.

Un año más tarde en el campeonato de 1955, San José demostraba ese mismo nivel de juego, es por eso que los dirigentes nacionales de fútbol como el público en los distintos estadios nos denominaron como "Los húngaros".

Recuerdo en ese entonces que goleamos a Northen por 12 goles a 0, a Ferroviario 9, a Ingavi 7, a Unión Maestranza 5, a The Strongest 5, a Bolívar 5, a Litoral y al resto de los equipos por varios goles.

EE.- ¿Cómo llega a Always Ready?

AEC.- Después del campeonato del 55, tres equipos hicimos una gira por Chile, San José, Bolívar y Always Ready, Les hicimos unas goleadas increíbles y fue así que me conocieron más. Con Always Ready me fui de gira a Europa, me tomaron en cuenta para reforzar el equipo, pero fue después de 1960.

EE.- Háblenos de su participación en la Selección Boliviana, ¿con quiénes jugó?

AEC.- Primero fui parte de la preselección, la idea que tenía era superar a Víctor Agustín Ugarte, no lo pude hacer, pero por lo menos me acerqué. Él tenía la casaca 10 y yo la 8, mientras que la 9 la tenía Mario Mena de Bolívar, también jugué con otros como Quiroga, Alcócer y García de Wilstermann.

Cuando ya fui parte de la Selección Boliviana en 1957, hicimos una serie de partidos de preparación para jugar las eliminatorias de 1958 en Argentina y en 1961 en Montevideo.

EE.- ¿Por qué motivo no fue parte de la Selección Boliviana para el Sudamericano de 1963?.

AEC.- Todo fue por un gol que no convertí al equipo de mis amores. Era 1963, la Selección tenía un partido de preparación en Oruro y jugaba contra San José. Ganaba el equipo orureño por 1 a 0, gol convertido por Edgar Quinteros.

Posteriormente, me tocó anotar para la Selección, me pasaron la bola y dibujé a todos, pero no quise marcar el tanto y fallé frente al arquero. Todos se dieron cuenta que fallé a propósito, es por eso que decidieron sacarme de la selección del 63 y en mi lugar fue Edgar Quinteros.

EE.- ¿Más primó el amor por su equipo que por el de la Selección?

AEC.- Sí, San José siempre fue mi pasión y viví hasta dedicar mis últimos días por el equipo. Si bien ya no jugaba, siempre estaba en todas sus actividades y seguía de cerca cada gloria que era conquistada por el equipo, ya en tiempos modernos.

EE.- Don Armando muchas gracias por acceder a esta entrevista "post mortem" y un gusto haberlo tenido en esta página de LA PATRIA.

AEC.- El gusto fue mío y gracias a ustedes por recordar un poco de mi historia deportiva.

Entrevista basada en el libro: "Rescatando la memoria colectiva de San José" de Eddy Paravicini Ramos y los archivos de LA PATRIA.

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