Minuto 92 del partido, Diego Cabrera acaba de convertir el 3-3 para Independiente de Medellín y sale corriendo como un loco a festejar. Con ese resultado, frente a Defensor Sporting, el equipo colombiano sellaba su avance a los octavos de final de la Copa Libertadores con el boliviano como héroe. Segundos después, en la última jugada del partido, el cuadro local anotó el 4-3, en un final de película.
Cabrera, que no terminaba de celebrar su gol, de pronto se dejó caer y una lágrima de impotencia caía por su mejilla. Las imágenes mostraban al boliviano rendido, como buscando una explicación.
Más temprano, en México, Ronald Raldes salía cabizbajo por la derrota de su equipo en la primera final de la Liga de Campeones de la Concacaf, ante el Atlante. De local, el Cruz Azul perdió por 2-0, justo en el debut del boliviano.
En el 1-0 llegó tarde a una marca que no era la suya y un comentarista de televisión calificó la jugada de ‘horrendo’ error del boliviano. “No quiero hablar, no quiero hablar de nada”, dijo ayer, sin ánimo de atender llamadas. El ex Rosario Central dio la sensación de estar abatido psicológicamente. Su equipo perdió en casa y prácticamente le dijo adiós al Mundial de Clubes.
Cabrera y Raldes, a miles de kilómetros de distancia, la pasaron mal en una jornada para el olvido.
Cabrera, que no terminaba de celebrar su gol, de pronto se dejó caer y una lágrima de impotencia caía por su mejilla. Las imágenes mostraban al boliviano rendido, como buscando una explicación.
Más temprano, en México, Ronald Raldes salía cabizbajo por la derrota de su equipo en la primera final de la Liga de Campeones de la Concacaf, ante el Atlante. De local, el Cruz Azul perdió por 2-0, justo en el debut del boliviano.
En el 1-0 llegó tarde a una marca que no era la suya y un comentarista de televisión calificó la jugada de ‘horrendo’ error del boliviano. “No quiero hablar, no quiero hablar de nada”, dijo ayer, sin ánimo de atender llamadas. El ex Rosario Central dio la sensación de estar abatido psicológicamente. Su equipo perdió en casa y prácticamente le dijo adiós al Mundial de Clubes.
Cabrera y Raldes, a miles de kilómetros de distancia, la pasaron mal en una jornada para el olvido.
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