lunes, 30 de julio de 2018

Cabrera, el apellido del gol

Cuando apenas tenía 15 años Diego Aroldo Cabrera debutaba en el fútbol profesional boliviano con la camiseta de Oriente Petrolero, dando inicio así a una larga y exitosa carrera. Su hijo Tobías, de 13 y delantero como el papá, sigue sus pasos inflando redes y también sueña con la llegada de ese gran día para comenzar a brillar con luces propias.

Lo que se hereda no se hurta, señala un dicho popular y los Cabrera pueden dar fe de ello. Diego debutó cuando era apenas un jovencito y su hijo, el mayor de los dos, a su corta edad comenzó a transitar a paso firme por un camino muy parecido, sacudiendo redes en los partidos de la Asociación Cruceña de Fútbol (ACF).

Como todo en la vida cuesta y tiene un proceso, Universidad le dio la oportunidad de mostrarse y a esa confianza está respondiendo con una seguidilla de goles. Con 22 tantos, es el máximo artillero de la categoría sub-13, con un promedio de dos tantos por fecha, buen número para empezar y casi nada para lo que aspira.

En casa, los consejos de alguien que sabe mucho van y vienen cuando toca hablar de fútbol, de lo complicado que resulta alcanzar el éxito y de lo fácil que es caer y no levantarse más cuando no se escucha y, en cambio, se deja llevar por malas influencias o tentaciones.

Un maestro en casa

Tobías tiene un guía en casa y quién mejor que papá para diferenciar lo bueno de lo malo durante la etapa de formación.

Justo en la recta final de su exitosa carrera deportiva, luego de haber transitado por más de una veintena de equipos y anotando goles para todos los gustos en diferentes estadios de Sudamérica, Diego Aroldo dice estar feliz y orgulloso del hijo que siempre soñó tener.

Tobías, que se dio el trabajo de indagar y remover el pasado deportivo de su padre, a través de reportajes en revistas y diarios de prensa, está convencido de que sus condiciones técnicas lo van a llevar mucho más lejos, incluso a ser mejor jugador que él, con esfuerzo y mucha dedicación, la fórmula del éxito.

“Hablo mucho con él y le remarco siempre que el éxito llega con mucho trabajo, que nadie regala nada”, remarca el delantero, que, a la edad de 35 años, se mantiene activo y vigente, dispuesto a seguir marcando goles mientras el resto físico lo permita.

Diego fue campeón muchas veces, pero suele sacar pecho cuando toca hablar de su paso por el Cúcuta Deportivo e Independiente Santa Fe, los equipos colombianos donde jugó, fue y sigue siendo ídolo a pesar del paso de los años. En el primero fue goleador máximo del fútbol de ese país (2007) y en 2012 ayudó a conseguir el título con el equipo bogotano, frenando una sequía de 37 años sin ganar algo importante. Por eso al boliviano lo quieren tanto.

Tobías tenía escasos siete años cuando la mitad de Bogotá coreaba el nombre de su papá después de la obtención de aquel histórico campeonato colombiano, y sin temor a equivocarse sostiene que su progenitor fue y será recordado como un gran goleador. Por eso quiere aprovechar que papá todavía sigue en actividad para seguir aprendiendo de él, antes de que un día decida ponerle un alto a su dilatada carrera.

Tremendo desafío

“Mi papá es bueno, pero yo voy a ser mejor que él”, asegura con un tono firme y desafiante este jovencito, seguro del potencial que tiene, mientras su papá lo mira de pies a cabeza, lo abraza tiernamente y deja escapar una sonrisa por semejante desafío.

Por ahora el papá acaba de cumplir uno de sus objetivos por el que volvió a Santa Cruz (su último equipo había sido Always Ready, de La Paz), consagrándose hace poco como el máximo goleador del campeonato de la Primera A (con 13 tantos); sin embargo, cree que le falta algo más importante todavía. Se viene la Copa Simón Bolívar y quiere coronar con Universidad el anhelo de ascender al fútbol profesional con los doctos, antes de que las puertas del retiro se abran para recibirlo.

Solo le gana el 'Loco'

Un dato más. El único futbolista en el mundo todavía vigente que jugó en más equipos que él es el delantero uruguayo Washington Sebastián Abreu.

El libro de los Guinnes Récords tiene en punta al atacante charrúa, con 27 equipos en su haber, contra los 22 de Diego. “Solo Dios sabe hasta cuándo voy a seguir, tampoco me preocupa esa marca”, aseguró Diego, al que también lo conocen por los apodos Diegol, Boliviano, El Potro y Manacha.

Mientras uno está de ida, aunque con muchas ganas todavía de seguir uno o dos años más, el otro no tiene apuro y en cada partido va poniendo en práctica los consejos de papá.

Para la edad que tiene, Tobías posee una estatura envidiable, es muy hábil con la pelota dominada, tiene trancos largos y es dueño de una potente pegada. Tiene un promedio de dos goles por partido, un presente que ilusiona a su familia y un futuro más que brillante.

Se declaró hincha de Blooming, donde papá también brilló y el equipo donde espera que sea el inicio de su carrera en grande, para posteriormente comenzar a traspasar fronteras porque su objetivo mayor apunta a jugar en Europa, donde pocos futbolistas bolivianos llegaron para quedarse y triunfar.

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