lunes, 24 de septiembre de 2018

Roberto Pérez: “Me arrepiento de no haber sido un buen profesional”

Cuando cobraba un tiro libre cerca del arco del equipo contrario, era gol cantado. La potencia de su remate tenía un sello de espanto, a tal punto que cuando los rivales armaban la barrera, varios se ponían de espalda porque temían que el disparo impactara en sus rostros.

Roberto Pérez, el "cañonero" de la década de los años 80 y 90, fue parte del seleccionado nacional que jugó la Eliminatoria de 1993, la pasada semana estuvo de retorno a La Paz. Lamentablemente un problema en la espalda le impide moverse con normalidad y jugar al fútbol.

En el encuentro homenaje a la Verde de esa época, se lo observó nostálgico desde el banco de suplentes con las ganas de patear un tiro libre como lo hacía en Bolívar o San José.

“Lo de 'cañonero' fue por la patada fuerte que tenía, era un don que tenía desde que nací y cuando llegué a una selección juvenil los compañeros me pusieron el apodo y así se quedó”, recordó.

¿Cómo fueron esos primeros años en Real Santa Cruz?


Me acuerdo que en Real comencé ganando 350 bolivianos, que nos alcanzaba para pagar el alquiler de un cuarto que teníamos con un compañero. Era menos de 50 dólares. Claro que luego fui ganando más a medida que iba pasando a otros clubes que eran más grandes. Los que estábamos en Real sabíamos que teníamos que mostrarnos para poder ascender y muchos lo conseguimos.


¿Luego lo traen a Bolívar por una gestión de Mario Mercado?


Sí, fue en 1985, a don Mario hay que recordarlo como el gran dirigente que fue, ya que ese hombre dio brillo a Bolívar. Todos los que estábamos en esa época cobrábamos lo que nos prometía don Mario. El club nunca se quedó debiendo un peso a los jugadores. Por su Bolívar dio todo; recuerdo que puso de su plata para comprar las oficinas del Gran Centro (17 de Obrajes), donde había tiendas que podían solventar los gastos. Vi por la televisión que esas oficinas ya no pertenecen al club. No quiero olvidarme de otros dirigentes que tuvo Bolívar a mediados de la década de los años 80 como Lothar Kerscher, Guido Loayza o Javier Ortuño.

¿Hubo algún momento duro en Bolívar?


Cuando me compran como refuerzo para jugar la Copa Libertadores (1992). Venía de una gran temporada en San José, era mi segundo ciclo en la Academia, y al poco tiempo llega un técnico ruso, Vitaly Schevchenko, al que no le caí de entrada y me relegó al banco y eso fue muy duro porque quería triunfar en Bolívar. Todo el año me dejó en el banco de suplentes y pedí irme al año siguiente nuevamente a San José.

A la patada fuerte que usted tenía, le agregó un festejo con una cuequita cuando metía goles, ¿se acuerda?


La cuequita me nació en una final que disputamos con Real Santa Cruz (1986) y le goleamos por 6-1. Fue la alegría de ver a los bolivaristas cómo celebraban la victoria. La bailadita no era por burlarme de los rivales y desde ese partido me quedó el festejo con una cuequita. Cuando metía un gol, alzaba la mano derecha simulando agarrar un pañuelo y daba vueltas.

¿Cambió mucho el fútbol en estas últimas dos décadas?


Yo creo que antes se pagaba menos y rendíamos mucho más que ahora. El profesor Jorge Habegger fue el primer entrenador con el que trabajé en doble turno. Con él tuve muchos problemas por la indisciplina que había. Tengo que reconocer que no éramos 100% profesionales y en eso Habegger fue muy tajante. Me acuerdo mucho de él y de sus enseñanzas, creo que hizo historia en este país.

¿Y Azkargorta...?


Es otro profesional que aportó mucho al fútbol boliviano. Al profesor Xabier le tengo un gran cariño y respeto. Todos saben que yo estuve en el seleccionado de 1993, pero no jugué ningún partido de esa Eliminatoria porque había otros chicos que venían desde abajo y estaban jugando bien. Cuando logramos la clasificación al Mundial, yo tenía 34 años y no estaba en el nivel que hubiera querido para estar en un Mundial que hubiera sido un sueño cumplido en mi carrera.

¿A qué compañeros puede destacar en el fútbol?


He tenido muchos amigos y compañeros en todos los clubes por los que pasé, sería injusto mencionar a algunos y dejar a un lado a otros. He jugado con bolivianos y extranjeros que han sido muy buenos deportistas y que vinieron a dejar enseñanza a los futbolistas de nuestro país.

¿Fue duro dejar el fútbol?

No fue tan traumático, uno sabe que ya no puede jugar. Recuerdo que dejé el fútbol a los 37 años en Oriente Petrolero y sentí mucho dolor al escuchar que los hinchas me gritaban “viejo”. Ese año clasifiqué con Oriente a la Copa Libertadores, pero no la quise jugar porque me dolieron esos gritos y así como empecé, lo dejé sin decir nada.

Desde afuera uno medita y ve las cosas de otra forma, ¿se arrepiente de algo?

Me arrepiento de no haber sido un buen profesional como lo fueron otros compañeros como Carlos Borja. Si tendría la oportunidad de jugar otra vez quisiera ser como él para mostrar el nivel que yo podía dar en esos años.

¿Hay otra vida después del fútbol?

La vida sigue y continúa, hay que trabajar de lo que venga. Si supiste ahorrar tus pesos, te ayuda; si no los ahorraste, hay que hacer otras cosas. No hay que agachar la cabeza, hay que seguir para adelante. A los jóvenes que están comenzando en el fútbol les sugiero que lo aprovechen, porque hoy hay empresarios, tecnología y otras cosas que sirven para mostrar al deportista.

HOJA DE VIDA

Nombre Roberto Pérez Méndez.
Lugar y fecha de nacimiento Santa Cruz, el 17 de abril de 1960.
Carrera Jugó en Real Santa Cruz, Bolívar, San José, Destroyers, Oriente Petrolero y las selecciones nacionales.

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