Extraido de Jaime Moreno y el "Sueño Tahuichi"
El periodista argentino Emmanuel Quispe recientemente visitó la famosa Academia de Fútbol Tahuichi Aguilera en Santa Cruz, Bolivia. Queremos compartir esta linda nota que nos envió sobre uno de los hijos pródigos de la Tahuichi Aguilera, Jaime Moreno. A continuación, el goleador histórico de la MLS relata sus inicios en el fútbol y su paso por la Tahuichi AguileraEquipo de Tahuichi Aguilera que representó a Bolivia y salió campeón en el Sudamericano 1986 de Lima, Perú. En la fila de abajo, el tercero es el ex mediocampista del D.C. United Marco Antonio Etcheverry, goleador y mejor jugador del torneo.
Tahuichi: verde esperanza
Impacta observar el verde predominante. Adonde uno voltee la vista encontrara ese color en esta ciudad del oriente boliviano de la que se dice “reposa bajo el cielo más puro de América”. Ahí, en Santa Cruz de la Sierra, donde Jaime Moreno tiene su corazón; donde pateó su primera pelota; donde embarró su primera camiseta jugando en potreros descampados; donde aprendió lo que es gritar un gol. Ahí, en donde empezó a escribir su historia... La academia de fútbol Tahuichi Aguilera.
110308_Pareja_86_P.jpgTahuichi (“pájaro grande” en el dialecto tupí-guaraní) es un grito de esperanza en medio de un desierto donde los dirigentes del fútbol boliviano se encaprichan en apostar a lo inmediato y no se dan cuenta de que el futuro está en los niños. Aquel próspero con el que soñó y en el que creyó ciegamente Rolando Aguilera Pareja, fundador hace 30 años de “la mejor escuela de fútbol del mundo” según el ex astro argentino Diego Armando Maradona, y que fue nombrada “Embajadora del deporte de América” por la Organización de los Estados Americanos (OEA), “Embajadora de Buena Voluntad contra las Drogas” por las Organización de las Naciones Unidas (ONU) y candidata al Premio Nobel de la Paz en 1993 y 1998.
Actualmente, la academia está institucionalmente consolidada en la “Gran Villa del Niño Feliz”, construida como el gran hogar de la juventud, a la que concurren cerca de 3000 chicos, entre 3 y 18 años, y que alberga a otro medio centenar, en su mayoría de escasos recursos económicos y con muchas necesidades, quienes cuentan con un soporte médico, educativo y se recrean formándose a través del fútbol, y sueñan en ser algún día un “Marco Etcheverry” o un “Jaime Moreno”, dos de las grandes joyas que le dieron prestigio mundial a este verdadero ‘semillero’ de futbolistas.
Rodeado en su despacho por un sin fin de trofeos (posee más de cien títulos internacionales), el titular de Tahuichi, Rolando Aguilera Gasser, dice que “lo que hemos estado realizando es seguir el trabajo que nos encomendó y nos ha dejado el fundador para que su espíritu pueda continuar aquí dentro de la academia”. Asimismo, confiesa: “Es una satisfacción y un regocijo enorme, sobre todo a nivel personal-familiar, ver que el trabajo de nuestro padre, quien lamentablemente ya no está entre nosotros, aún perdura, luego de haber realizado un trabajo muy sacrificado porque fue quien inspiró y creó de la nada una institución que promovió el fútbol boliviano a nivel internacional y aportó para su propio país con sentido importantísimo de autoestima”.
Permanentemente Tahuichi es visitada por diversos dirigentes, entrenadores, preparadores físicos, que llegan de todo el mundo y que están buscando abrir instituciones similares. “Siempre hemos sido abiertos con la convicción de que se requieren múltiples escuelas porque a través del deporte se le puede dar la oportunidad a un sinfín de niños para alejarse de todos los males y vicios del mundo moderno, y de esa manera proyectar a un ciudadano de bien”, dice Aguilera Gasser, quien además cuenta con suma nostalgia que “el lema de ‘papi’ era ‘La academia no es un milagro, sino que vive de milagros’ y cada día es más certero”. El junto a sus otros dos hermanos, Tania y Erwin, son hoy los encargados de llevar adelante el sueño de su padre y de que Tahuichi no deje a la deriva a una cantidad enorme de niños ni de volar por el mundo dejando el nombre de Bolivia en lo más alto.
Retrocediendo en el tiempo, Aguilera Gasser recuerda que “el desarrollo de la academia empezó como algo familiar, en el patio trasero de nuestra casa, con un entrenador, que luego se expandió con la llegada de vecinos y amigos, y más tarde nos vimos jugando Sudamericanos y Mundiales por más de 20 años”. Suena increíble y hasta el propio presidente de Tahuichi pareciera como que hasta el día de hoy se asombra de la evolución y de los logros de la institución: “No teníamos una cancha propia... ¡Imagínate crear fútbol, sin tener una cancha! Eso apunta a la creatividad y voluntad porque los chicos se concentraban bajo las graderías del estadio de la ciudad (Ramón Aguilera Costas), que en el invierno era una ‘heladera’ porque estaban revestidos de hormigón y en el verano era un ‘horno’. Quizás no teníamos las herramientas necesarias, pero el dinero no es todo: la vocación, determinación y organización para llegar a un objetivo consiguen los resultados y creo que eso es lo mejor que ‘papi’ y Tahuichi han dejado para Bolivia”.
Las confesiones de un goleador agradecido
Ya son 12 años viviendo en los Estados Unidos traducidos en goles dentro de la Major League Soccer (MLS), sin embargo al escucharlo hablar Jaime Moreno deja en claro que no olvida sus raíces, ya que mantiene intacta esa tonada “camba” (del oriente boliviano) y mucho menos sus orígenes como futbolista: “Una de las cosas que siempre manifiesto cuando me preguntan de dónde salí es a la Tahuichi y el orgullo de haber pertenecido a esa academia que me enseñó mucho para crecer como persona y como jugador. Siempre que estoy en Santa Cruz voy a visitarlos. Han crecido bastante; ahora tienen su propia villa, dormitorios, la verdad que es hermoso”. Al mismo tiempo, la leyenda viva del DC United hace un apartado para el fundador de la academia: “‘Roly’ es una persona que siempre voy a recordar; nos apoyó, nos ayudó, nos dio consejos, y es por quien Tahuichi llegó a los lugares que estuvo y que está”.
Apelando a su sinceridad, el goleador histórico de la MLS con 122 tantos no solo confiesa que no llevaba la cuenta de sus anotaciones, sino algo que al principio parecía un drama pero que el tiempo se encargó de decirle que se trataba de todo lo contrario: “A Washington llegué un domingo, había un partido en casa y estuve de suplente, aunque sabía que no iba a jugar. ¡Era un desastre! ‘¡Qué hice!¡ ¿Dónde me metí?!’, me decía. Yo llegaba de Inglaterra y no se vivía con la misma intensidad. Creía que no había tomado la decisión correcta, pero gracias a Dios no fue así. Ahora es diferente porque tenemos la mejor barra de la liga y nos ven entre 18 y 20 mil personas por partido. Además había firmado un contrato por dos años pensando en volver a Europa... y aquí me ves, sigo después de 12 años”.
Pasa el tiempo y a medida que el boliviano habla de su paso por la academia van emanando dentro de él recuerdos y anécdotas al por mayor, no obstante hay una increíble, de esas dignas de un guión de película: “Cuando llegamos a Reading, Inglaterra, para jugar un supuesto campeonato, no había nada y la persona que tenía que darle el dinero al presidente de la academia se había esfumado. Resistimos una semana para usar los pasajes de vuelta, pero no teníamos dónde quedarnos ni nada. Tuvimos que vender nuestras camisetas, pedir ayuda a un asilo de ancianos y... ¡hasta jugar por hamburguesas con chicos de la McDonald’s! Si les hacíamos más de diez goles nos daban de a dos... ¡Les hicimos como 15 con el hambre que teníamos! Esos días perdimos varios kilos, desayunábamos un pedazo de queso y una botella de leche que nos daban. Fue algo curioso y muy sufrido también”.
Moreno bien podría ser un paradigma del dicho común “Nadie es profeta en su tierra”. El mismo lo admite, aunque hoy por hoy, con internet y la transmisión de los partidos de la MLS, todo se hace más corto y en Bolivia ya ven noticias y cosas que antes no podían. Sin embargo tiene una “espinita” clavada: “En mis mejores años de fútbol aquí, de la Selección no me dieron ‘ni cinco’ (importancia) y me dolió bastante. Era como que esta liga no existía. Duele porque, ante todo, uno tiene en su mente jugar en la Selección, y un poco pasó también por unas declaraciones que hice en las que decía que yo no jugaba más en La Paz (3600 metros sobre el nivel del mar), simplemente porque no quería ir para no jugar bien por eso prefería que otro que esté adaptado juegue”.
El Sueño Tahuichi
Como muchos de los talentos que golpearon las puertas de la academia, Marco Etcheverry y Jaime Moreno llegaron a Tahuichi y desde muy pequeños empezaron a marcar la diferencia con sus dotes extraordinarios con la pelota. “Se puede decir que así como Brasil tiene a Pelé, Argentina a Maradona, Bolivia tiene a Etcheverry. Es un referente carismático, un futbolista que apareció luego de muchas generaciones y que marcó época en el fútbol nacional”, sostiene Aguilera Gasser. Mientras que de Moreno remarcó: “De igual manera saltó muy joven al fútbol profesional, al club Blooming, e inmediatamente se fue al exterior. Ahora vemos como en la madurez se está consagrando en el D.C. United y en el fútbol estadounidense como el máximo goleador de su historia, un referente dentro de él y un seguro futuro salón de las estrellas”. “Jaime, al mismo tiempo, es un ejemplo para los niños de cómo llevar una vida familiar ordenada porque ha tenido sumos desafíos; el jugador tiene sus altibajos y a él le pasó: cuando estuvo en lo más bajo demostró poder llegar a lo más alto. Creo que esa es una de sus grandes virtudes, esa fuerza espiritual que lo está llevando a ser un referente mundial”, destacó.
“Hay muchas circunstancias que te hacen llegar, muchos tienen metido el fútbol dentro del cuerpo y uno de esos es Etcheverry. El jugaba por diversión y a la pelota la hacía ‘chiquitita’; salía del colegio y se iba al barrio a jugar. Jaime, en cambio, venía y quería jugar en serio, no regalaba nada. Son características de futbolistas que llegan muy lejos y así ganaron torneos de toda índole”, cuenta Ciro Medrano, actual gerente técnico de Tahuichi y entrenador en su momento de dos chiquilines de 10 años de apellido Etcheverry y Moreno.
Todos los niños dentro de Tahuichi tienen un referente futbolístico. Es más, es casi una obviedad que cuando le preguntan a uno de ellos quién es su referente, responde: “Marco Etcheverry”. Por eso es una emoción muy fuerte para los jóvenes poder darse un abrazo con aquellos futbolistas consagrados y que alguna vez fueron un “Tahuichi” como ellos. “Los chicos a la academia vienen con sueños. Nosotros lo llamamos ‘El Sueño Tahuichi’, que es esa opción de poder llegar a ser una gran estrella como lo han sido Marco y Jaime. Por eso cuando ellos nos visitan para los chicos es una alegría total, es realmente ver a sus ídolos y que vuelven nuevamente a su casa, que es un ser humano que comparte con ellos y que los estimula y motiva para que ellos puedan crecer”, relató Aguilera Gasser. Y subrayó: “Se tiene que proyectar y nosotros vivimos entre juventud, por lo tanto siempre hay que estimular a los chicos y eso es en base a ejemplos, y estos deportistas son ejemplos para que la niñez también pueda soñar y proyectarse”.
Asimismo, Medrano cuenta que “encaramos los entrenamientos con la mentalidad de ser los mejores. Una vez que los chicos se pusieron la camisa de Tahuichi y ganaron los torneos, se dan cuenta de que valía el sacrificio de cada preparación y privarse de muchas cosas. En estos 30 años te ponés una camisa de Tahuichi y te sentís campeón”.
Las alegrías las dan los chicos
Entre tantos laureles, hay una pregunta común y reiterada que uno se hace al conocer la magnitud de Tahuichi: “¿Por qué se dan los éxitos a nivel juvenil y no en mayores?”. Por un lado, Moreno aduce que “tal vez por la mentalidad que el mismo ‘Roly’ nos ponía: aprendés a ser ganador, a luchar, como empezás de abajo todo te cuesta más. Eramos como una familia, vivíamos dos-tres meses juntos”. Sobre ello, Medrano expresa con emoción: “Un hombre como Rolando hacía sentirte campeón, esa mística nos la fue transmitiendo, y quizás también ya la teníamos pero ‘dormida’. Pero él nos hizo entender de que podíamos ser primeros y ganar, de que al ser reiterativos se puede llegar a ser importante y eso nos lo demostró con trabajo, disciplina, organización y planificación”. Por otro, Aguilera Gasser explica: “En Tahuichi hay jóvenes que reciben una planificación deportiva, se desarrollan con un soporte técnico y en un ambiente ganador. Luego se ‘gradúan’ y pasan a los clubes, los cuales comparamos con la universidad, que no hacen el mismo seguimiento. Por tanto, si se tiene un bachiller muy bueno y pasa a una universidad mediocre el profesional será relativo, pero si va a una buena va a ser brillante”. Además, el titular cuenta que “se están abriendo puertas para que nuestros chicos salgan al exterior desde nuestra academia a una ‘universidad de calibre internacional’ porque lastimosamente el fútbol boliviano es muy desorganizado y como los chicos llegan muy rápido a su techo si no les dan nuevos retos se pierden muchos valores”.
110308_Moreno_P.jpgEn Bolivia, hay un eje común en todas las charlas futboleras sobre el seleccionado local: el Mundial de Estados Unidos 1994. Es que para los bolivianos el haber llegado allí fue tocar la cielo con las manos y lamentablemente se vive de recuerdos. ¿Fue un antes y un después? Si. Pero al mismo tiempo fue el punto de partida para la debacle futbolística que se sucedería hasta la fecha. “Jugar ese Mundial fue un hito y debió servir como incentivo para ir escalando porque Bolivia con Tahuichi salió campeón del Sudamericano sub-16 en 1986, pero para que suceda debe haber una planificación. Bolivia no supo aprovechar ese cuarto de hora para implementar grandes cosas a nuestro fútbol”, comenta Aguilera Gasser. Mientras Moreno, quien fue parte de esa Selección, se sincera y dice: “Nos faltan muchas comodidades en la Selección, cosas que, somos conscientes, se perdieron por culpa nuestra porque nos conformamos con llegar a un Mundial y empezamos a decaer hasta llegar a una situación bastante embarazosa en la que no se puede exigir nada. Lo más difícil es mantenerse y peor en una situación como en las Eliminatorias. No se pudo y fue un bajón grandísimo. Costó contratos de ropa, televisión, la federación perdió mucho. Es culpa de todos, jugadores y dirigentes”.
Por su parte, Medrano dice: “En los cuatro años que duró el proceso de clasificación para el Mundial de Estados Unidos, 23 jugadores salidos de Tahuichi formaron parte del plantel de la Selección boliviana, entonces ahí te das cuenta cuán valioso es el aporte de la academia al fútbol nacional”.
“Los sueños nos jalan a buscar siempre nuevos desafíos”, confiesa el presidente de Tahuichi mientras cuenta que tienen el desafío de construir un mini-estadio para llevar adelante el Mundialito Paz y Unidad, del que han participado equipos como River Plate y Boca Juniors, de Argentina, Real Madrid, de España, y las selecciones de Brasil, Estados Unidos, entre otros, la cual lleva a Bolivia “la belleza del fútbol sub-15”. “Demostramos que además de exportar podemos traer también lo mejor del fútbol y organizar uno de los más destacados torneos de la región, el cual realizamos hace mas de 13 años”, remarcó.
¡Viva Tahuichi!
Si bien la academia de fútbol más prestigiosa de Bolivia no se cansa de recolectar trofeos por el mundo, lamentablemente sufre una situación financiera muy delicada. Por eso es día de festejos en la “Gran Villa del Niño Feliz” con la inauguración del ampliado de su infraestructura con más salas y habitaciones, las cuales fueron donadas por la embajada estadounidense. “Ningún Gobierno nacional, ni de turno ni del pasado, ha visto al deporte o a Tahuichi como algo donde invertir; hemos sido sí condecorados con el Cóndor de los Andes, máximo galardón boliviano, y un sinnúmero de condecoraciones, pero han habido demasiadas promesas y Tahuichi ha sufrido a lo largo de su vida institucional todo aquello. Tocamos puertas constantemente y gracias al empresariado boliviano y diversas instituciones nos han dado el soporte para poder continuar, pero creo que el trabajo que se realiza en escuelas como ésta es una función de Estado porque llevamos adelante un trabajo de rescatar y promocionar nuestra juventud y en ese sentido sería elemental tener un apoyo por parte del gobierno para que no dejemos de existir”, relata Aguilera Gasser. “Ojalá nunca tengamos que cerrar nuestras puertas porque miles de niños se verían abandonados y Bolivia recién tomaría conciencia del significado de ello y de la academia en esta sociedad. Algún día estoy seguro de que algún Gobierno se dará cuenta y apoyará al deporte, la juventud y a la Tahuichi como a otras escuelas”, concluyó.
El futuro ya llegó...
Llama la atención escuchar a Jaime Moreno y sentir la seguridad en sus palabras de saber lo que quiere para su futuro. Mientras algunos colegas suyos no saben qué será de su vida post-jugador, él ya lo tiene claro.
--¿Tomás consciencia de lo que lograste o te vas a dar cuenta recién al retirarte?--La verdad que no. Recién me puse a pensar; realmente soy muy crítico y no soy conformista. No le di tanta importancia al principio, pero me di cuenta el día que batí el récord. La verdad que nunca me habían llamado tanto de Bolivia. Fue el click. Sobre todo para mi país que nadie lo ha hecho y me di cuenta lo importante que era. Ahora mi reto es seguir siendo goleador hasta que me retire.
--¿Por cuántos años más tenés pensado jugar?--Una de las cosas que decía Xabier Azkargorta (ex técnico de la Selección boliviana) era que “en el fútbol hay que divertirse” y hasta que no pierda eso, si me dan la oportunidad... ¡Tampoco quiero estar con bastón y seguir jugando, eh! –dice entre risas-- Pero seguro que quiero terminar en un buen nivel.
--¿Pensás retirarte en DC o en volver a Bolivia?--Me quedo acá. Dios quiera que tenga trabajo y después de que me retire me quedo acá...
--Pero por todo lo que hiciste tendrían que hacerte un contrato de por vida como se le ocurrió a Real Madrid con Raúl e Iker Casillas...
--(Risas) ¡Ojalá! Vamos a ver que pasa...
--¿Cúal es tu último sueño en el fútbol?--Salir campeón –dice sin titubear--. Necesito una vez más... Nunca se acaban las ganas.
--Tu dupla con El Diablo Etcheverry aún es muy recordada...
--Con Marco se hizo cosas muy buenas y la gente lo sabe apreciar. A pesar de que el fútbol es tan ingrato y que la gente se olvida rápido, a él lo siguen recordando muy bien...
--¿Cómo te gustaría que te recuerden?--Como el jugador que me conocieron. Es muy sencillo. Sabemos los futbolistas lo difícil que es retirarse, pero tiene que llegar un día. La gente acá sabe apreciar sobre todo el trabajo que uno hizo y no me cabe la menor duda de que, a su manera, ellos siempre lo van a hacer y voy a estar agradecido con ellos.
--La última. ¿Lo estás “pinchando” a Marco para que se anime a ser el técnico de DC?--(Risas) Veremos qué pasa... No se decide, no sabe qué va a hacer. Tiene cualidades para ser técnico, pero tiene otras cosas en la cabeza. La verdad... ¡Ni yo se qué es lo que quiere! Porque para mí, seguro, él se dejó estar mucho porque ya debió estar metido en el DC, a pesar de que está, pero más con los chicos. ¡Porque si no se pone las pilas él, me las voy a poner yo! –dice entre risas--. Mi futuro es como técnico.
Recuadro: La marca imborrable del Mundial 1994
Atrás habían quedado el dribbling endiablado de Marco Etcheverry, los lujos de Julio César Baldivieso y los disparos mortíferos de Erwin “Platiní” Sánchez para darle a Bolivia el pasaje a Estados Unidos y su regreso a una Copa del Mundo luego de 50 largos años. Pero tanta mala suerte tuvo que le tocó rendir cuentas en la cita inaugural con el último campeón, Alemania.
Los ojos del mundo estaban puestos en el Soldier Field, de Chicago, y se pronosticaba un festival de los europeos. Razones no faltaban, se enfrentaban Rambo contra Pulgarcito. Sin embargo, el equipo dirigido por el vasco Xabier Azkargorta, para sorpresa de todos, se plantó de igual a igual y hasta demostraba cierta comodidad por varios pasajes del juego ante la desesperación alemana.
Emocionaba ver el descaro y el buen juego de los sudamericanos, como un diminuto país en alegrías, pero enorme en sueños, le hacía frente a un gigante del mundo, hasta que promediando el complemento llegó el minuto fatal en el que el legendario goleador Jürgen Klinsmann se escabulló entre la última línea boliviana y dejó desparramado al arquero Carlos Trucco. No había nada que hacer. Era el 1 a 0, y con él, el desahogo de unos ante la mirada atónita de los otros, entre ellos un joven Jaime Moreno, de 19 años, que aguardaba entre los suplentes una oportunidad de entrar y lograr la merecida igualdad.
--Cuando Azkargorta te dijo que entres contra Alemania en el Mundial, ¿en qúe pensabas?--Esa es una de las cosas que me va a matar y dejar marcado. Uno es tan pelotudo cuando es joven... Te juro que no sabía qué estaba haciendo porque no tenía la menor idea de la magnitud del Mundial. Y ahora cuando pienso y digo lo imbécil que fui... ¡No aprovechar un Mundial! Pero desgraciadamente del modo más feo es como uno aprende. En Inglaterra (Middlesbrough) no me fue bien por cómo me entrenaba. Ahora, que tengo 34 años, me entreno más que a mis 17 para mantener mi cuerpo. Son cosas que uno aprende con el tiempo...
--¿Por qué decís que no lo aprovechaste?--Tenia 19 años. Yo sabía que debía ser titular por las condiciones que tenía pero en la cabeza estaba muy resentido. Como nunca empecé de titular tenía esa rabia. Decía “para qué, no a servir de nada”. Y no era así.
Al final, el partido terminó 1 a 0 y con Alemania pidiendo la hora. Mientras unos festejaban la victoria como la obtención de una Copa del Mundo, otros lloraban la derrota como niños desconsolados. De todos modos, tras unos minutos aquellas lágrimas de dolor se convirtieron en un aplauso cerrado para un equipo boliviano que había cumplido y dejado todo esa tarde para el orgullo de todo un pueblo.