lunes, 15 de marzo de 2010

Alejandro Chumacero



Hacerle un caño a un futbolista profesional era un pecado. Más si se trataba de una de las estrellas del equipo. La falta se castigaba con insultos y empujones en la cancha o en los vestuarios. “Era feo porque me bajoneaban, me trataban muy mal; a los que son futbolistas conocidos no les gusta que un juvenil juegue con ellos de igual a igual”, recuerda Alejandro Chumacero.

Con 18 años y casi cuatro años después de su presentación en una práctica de The Strongest, en el estadio de Achumani, asimilada la lección y ya consagrado como uno de los mejores jugadores de The Strongest, Chumacero sabe muy bien lo que no debe hacer. “No repetiré lo que me hicieron, con todo lo que me pasó, aprendí que hay que apoyar a los juveniles y no pisotearlos cuando hacen las cosas bien en la cancha”, dice.

Primera lección aprendida. La segunda también fue práctica. “En el campo de juego vi como los grandes jugadores tenían temple y actitud, pero también vi indisciplina”, afirma y se niega a dar más detalles sobre el tema.

Religioso. Aunque no se considera un cristiano devoto, asegura que el otro tipo de instrucción lo recibe en su culto. “Percy Colque me llevó a una iglesia, me gusta escuchar los sermones de los predicadores y trato de aplicar eso en mi vida”, afirma.

Padre de un niño, Miguel Alejandro de tres años, el juvenil del cuadro de Achumani también aprendió de su familia. “Cuando mi bebé nació cambié pañales, él casi no dormía, se despertaba a las tres de la mañana y volvía a descansar una hora después. Me levantaba a las siete para ir a entrenar, era difícil para mí trabajar en esas condiciones”, rememora.

Chumacero se considera todo un hombre. “Me casaré este año (con Joyce Roca) y comenzaré a estudiar”, afirma con seguridad. La mecánica es su opción inmediata, en espera de ordenar su tiempo para estudiar ingeniería comercial en la Univalle.

Entre sus planes a largo plazo está el aumentar los integrantes de su hogar. “Quiero tener una hija”, se ilusiona el paceño.

Proveniente de las divisiones inferiores de The Strongest, el jugador debutó en el fútbol profesional a los 16 años, el 2 de junio del 2007, con un gol ante la U de Sucre, que fue dedicado a su “Alejandrito”, de pocos días de vida.

Su primer sueldo fue de $us 50. “No puedo decir cuánto gano hoy en día”, alerta.

A diferencia de sus colegas futbolistas, sus metas son otras. “Generalmente todos se compran auto con lo que ganan, yo quiero reunir para un anticrético, después ahorrar para una casita y si Dios quiere luego vendrá el auto”.

Por el momento, Chumacero conduce el vehículo de su padre Antonio, quien es taxista.

Aunque “el Chuma” se declara un hincha atigrado, su pasado se relaciona con el Bolívar. Cuenta que cuando era niño su padre quería inscribirle en la escuela de la Academia, “él quería lo mejor para mí, no lo hizo porque en el Bolívar la mensualidad era de Bs 100 y en el Tigre Bs 30”.

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