Dos décadas pasaron desde aquel fatídico 18 de octubre cuando Ramiro Castillo se quitó la vida en su domicilio de Achumani. El astro de The Strongest, Bolívar y la Selección no soportó tanto dolor y se ahorcó con una corbata, tras padecer en los últimos cuatro meses una profunda crisis depresiva desde la muerte de su pequeño hijo José Manuel, de siete años, el 29 de junio de 1997, justamente pocas horas antes de la final de la Copa América entre Bolivia y Brasil.
Castillo tenía 31 años cuando ocurrió la tragedia. El volante estaba hundido en un grave estado depresivo. La muerte del pequeño José Manuel, víctima de una fulminante hepatitis, lo condujo a una situación desesperada, que acabó al quitarse la vida.
Castillo era el capitán del seleccionado boliviano y había desarrollado una extensa campaña que incluyó su paso por el fútbol argentino, en los clubes Instituto de Córdoba, Argentinos Juniors, River, Rosario Central y Platense. Además, el volante jugó en The Strongest, de Bolivia; en Everton, de Chile; y en 1997 había regresado a La Paz para jugar en el otro grande, Bolívar.
La Academia fue su último club. A principios de 1997 el directivo Javier Ortuño convenció a Castillo para que se pusiera la celeste "revolucionando” el mercado de esa temporada y logrando algo que parecía imposible por la identificación que tenía el jugador con la casaca atigrada. "El extécnico Jorge Habegger quería traer al Mago Capria, pero yo le dije a Luis Mercado (expresidente) que tenía listo al 10 del equipo. ‘No vendrá nunca’, me respondió Lucho, pero al día siguiente estábamos en su oficina presentándolo. Le pusimos 100 mil dólares en la mesa y Castillo firmó para el Bolívar”, recordó Ortuño.
Antes de morir, Castillo se volvió a comunicar con Ortuño y le dijo que quería terminar su carrera en la Academia. "Me pidió 400 mil por tres años, pero le hicimos rebajar a 300. Era un viernes, pero no pudimos reunirnos porque tenía un compromiso con su esposa y me dijo que lo solucionábamos el lunes, pero al día siguiente se murió cuando iba a brillar mucho más en Bolívar”, añadió el directivo bolivarista.
El famoso sobrenombre
Chocolatín con el equipo de Argentinos Juniors en 1988. Foto: Familia Castillo
El periodista Mario Cucho Vargas inventó el sobrenombre de Chocolatín. "Le puse ese seudónimo porque era tan sutil su accionar en el campo y tan fino, que con el color de su piel fue un Chocolatín agradable que llenaba los ojos; además era un hombre muy correcto”.
En uno de los programas de televisión de Cucho Vargas se eligió a Castillo como uno de los personajes del año a finales de la década de los años 80 del siglo pasado.
"Cuando lo llevamos al Hotel Radisson, para calificar a los personajes del año, se emocionó de tal manera que se me aproximó y me agradeció por el respaldo que le habíamos dado en su carrera, especialmente por el apelativo de Chocolatín. Era una delicia para los ojos, se lució en todos los campos, era un deleite verlo jugar y un querendón de los Yungas”, añadió Vargas.
Hace 20 años se fue la magia de Castillo, el querido Chocolatín, uno de los máximos representantes del fútbol boliviano en su historia. Su recuerdo sigue vivo en la afición futbolera.
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