No es novedad que cada fin de semana después de los resultados de los partidos en todas las divisiones de nuestro fútbol, los equipos perdidosos queden sin director técnico. Es que ya se ha hecho costumbre de los dirigentes empeñados en buscar únicamente resultados, en no disculpar ni un solo error del técnico, siendo que quienes juegan los partidos son los futbolistas. Y surge la pregunta. ¿Cuántos directivos van a presenciar los entrenamientos durante la semana? Casi ninguno y es más, no aportan ni un peso para el equipo, sin embargo exigen entradas de cortesía para toda la familia. No olvidemos que el equipo que se presenta en la contienda, se prepara a lo largo de toda la semana e ingresarán los que en mejor estado físico y mental se encuentran, porque para obtener resultados se necesitan hombres y no nombres y cuando el aficionado escucha la conformación de su equipo que va a ingresar al gramado, empiezan las rechiflas en contra del técnico, que según ellos no tienen idea de lo que es entrenar. Esa presión contra el técnico, da lugar a que evite las derrotas colocando jugadores para un esquema defensivo y olvidándose un tanto de la parte ofensiva, pese a tener jugadores con talento para esas funciones. Entonces la crítica es mucho más dura. En síntesis, el cargo de director técnico es tan inseguro para su estabilidad laboral, que los procesos por beneficios sociales ante la justicia ordinaria, llámese Juzgados de Trabajo, son permanentes, al estar al igual que los deportistas, incorporados a la Ley del Trabajo, mediante el Decreto Supremo 23570 de fecha 26 de julio de 1993. Esta dinámica en la contratación de director técnico ante el despido de un anterior porque el equipo no puede quedarse sin entrenador, ha dado lugar a que por lo general sean contratados de forma verbal al amparo del Artículo sexto de la Ley General del Trabajo que a la letra señala: “El Contrato de trabajo puede celebrarse verbalmente o por escrito y su existencia se acreditará por todos los medios legales de prueba”. Esta profesión que tiene gratos como tristes momentos, debería ser valorada en alto grado por los directivos. No olvidemos que se trata de un ser humano con virtudes y defectos y que muchas veces pese a su formación en el rubro, puede ser un día héroe y al otro día villano, al habérsele ocurrido un cambio que lo practicó en entrenamientos y que le dio excelentes resultados y que por infortunio del jugador, las cosas no salieron como en el entrenamiento. Si bien es favorable el haber sido jugador para ser director técnico, sin estudios la cosa no funciona. Y valga esta reflexión para quienes creen que al haber sido estrellas en el fútbol pueden sin estudios ser también estrellas en esta profesión. La respuesta estará a la vuelta de la esquina, donde no podrán encontrar club que los contrate, porque el empirismo tiene sus límites, sobre todo en este deporte.
Dr. Edgar Linares Mariscal,
fundador y ex asesor legal de Fabol
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