Un día como hoy de 1980, hace 30 años, Melgar debutaba en la selección boliviana en un partido amistoso frente a Finlandia en La Paz (3-0). Tenía 21 años y el técnico que lo hizo jugar por primera vez fue Ramiro Blacut. Desde entonces, hasta su último partido con la verde, transcurrieron 17 años y 89 cotejos internacionales jugados. Fue uno de los grandes capitanes del seleccionado, responsabilidad que compartió con otro notable como Carlos Borja. Hoy, retirado del fútbol, no olvida aquel lindo pasaje de su vida.
— ¿Sabía que este martes 30 se cumplirán 30 años de su debut en la selección?
— Ahora que me lo dices sí. La verdad, es muy grato que me recuerden una fecha tan especial. Fue ante Finlandia en La Paz. Al frente teníamos a un equipo con jugadores de estatura bastante elevada, pero igual hicimos un gran desempeño. A mí me marcó ese partido.
— ¿Por qué?
— Fue un debut exitoso, porque al día siguiente leí y escuché comentarios interesantes. Además estaba la ilusión que se hacía realidad. El profe Ramiro Blacut me incluyó desde el inicio, fue él quien me dio la posibilidad, pues antes ya había sido convocado, pero no había jugado.
— ¿Al lado de qué jugadores?
— En ese tiempo había jugadores de gran calidad como Ovidio Messa, Carlos Aragonés, (Édgar) Góngora, Erwin Chichi Romero y otros grandes mediocampistas. Buscar un lugar era complicado con semejantes futbolistas. Muchos de ellos venían de esa selección del 77 que mostró gran nivel en la eliminatoria.
— ¿Qué recuerdas del partido?
— La verdad no me fijaba en el exterior. No miraba ni escuchaba a la gente y al entorno. Tuve la suerte de que desde el principio de mi carrera siempre me concentré al máximo en lo mío. En esa época lo único que había en mi cabeza era jugar y jugar, sin pensar en lo que vendría luego.
— ¿Ese 30 de noviembre qué pasó por su cabeza antes del partido?
— Lo único que recuerdo son las ganas que tenía de jugar. La verdad, no me pasó por la cabeza ser futbolista profesional ni llegar hasta donde llegué ni lograr lo que logré en toda mi carrera. Quería jugar y jugar, nada más. Pero sin duda, en ese instante era como que el sueño esperado se hacía realidad. Tenía desesperación y ansiedad por jugar.
— ¿Su característica pisada de balón y el amague aparecieron en ese partido?
— Sí, seguro, desde el inicio me vieron amagar, que era una de mis armas principales, y creo que eso me dio una gran característica. Además, eso se reflejó con los comentarios que luego la prensa comenzó a efectuar.
— ¿Qué vino luego de ese debut?
— Las eliminatorias de 1981, con perspectivas a jugar el Mundial de España 82. Recuerdo que el partido que jugué fue frente a Venezuela en Caracas y después estuve en el banco en otros partidos.
— Copa América y eliminatorias debe ser lo que más ha jugado.
— Tendría que contar una a una, pero creo que jugué cinco eliminatorias entre 1981 y 1997 y por lo menos cerca a siete Copas América. Fueron muchos, pero muchos partidos. Todos muy especiales y con recuerdos buenos y malos.
— ¿Cómo era la selección antes del 93 y su posterior clasificación al Mundial del 94?
— Teníamos alegrías y frustraciones. Me tocó hacer bonitas presentaciones en algunas eliminatorias, como la de 1985, se jugó bien pero quedamos afuera; o en 1989, cuando por un gol no pudimos asistir al Mundial de Italia 1990. Es posible que hubiese estado en dos mundiales si aquella vez nos clasificábamos. Ese año hubo la alegría de haber hecho buenos partidos, pero al final quedó la frustración que nos dolió a todos.
— ¿Y cuando llegó 1993?
— Tengo tantos, pero tan bonitos recuerdos. Desde el gran grupo que teníamos. Todos tiraban para el mismo lado. Quienes jugaban, los del banco, los que estaban fuera del banco. Imagínese, tantos hechos bonitos y momentos lindos. Para redondear, creo que fue la celebración de la gente en todo rincón de Bolivia por la clasificación.
— ¿Es cierto que entonces decía que era el último tren que tomaba para llegar a un Mundial?
— La edad no miente. Lo que pasa es que con Carlos Borja y Carlos Trucco éramos los mayores y era nuestra última chance. Yo me decía que tenía que ser honesto conmigo para ver si estaba para uno posterior; y no, era difícil, no había dónde perderse, era la última.
— ¿El Mundial fue lo más grande en su carrera con la selección?
— Sin duda, sin duda. ¿Pero sabe qué?, yo me propuse disfrutar. Nunca se me pasó por la cabeza que iba a hacer algo raro o algo súper espectacular. Me dije que iba a hacer lo que sabía, porque ya el hecho de estar ahí era una fantasía y por eso jugué al máximo, me entregué como siempre.
— ¿Su retiro de la verde fue en el momento justo?
— Fue en 1997, cuando se jugaba la Copa América en el país y ese mismo año la eliminatoria. Si no jugué la final fue porque estaba mal y más bien ahí anuncié que iba a dejar la selección. Jugué hasta fin de año con Blooming y me retiré del fútbol en ese diciembre. Creo que era el momento justo.
— ¿Cómo resume esos 17 años luciendo la camiseta verde?
— Son tantas las cosas que me tocó vivir, que no es fácil definirlas en pocas palabras. Me queda la satisfacción de que siempre quise y traté de ser un buen aporte, di mi mayor esfuerzo y la selección
me dejó decenas, centenares
de amistades.
— ¿Sabía que este martes 30 se cumplirán 30 años de su debut en la selección?
— Ahora que me lo dices sí. La verdad, es muy grato que me recuerden una fecha tan especial. Fue ante Finlandia en La Paz. Al frente teníamos a un equipo con jugadores de estatura bastante elevada, pero igual hicimos un gran desempeño. A mí me marcó ese partido.
— ¿Por qué?
— Fue un debut exitoso, porque al día siguiente leí y escuché comentarios interesantes. Además estaba la ilusión que se hacía realidad. El profe Ramiro Blacut me incluyó desde el inicio, fue él quien me dio la posibilidad, pues antes ya había sido convocado, pero no había jugado.
— ¿Al lado de qué jugadores?
— En ese tiempo había jugadores de gran calidad como Ovidio Messa, Carlos Aragonés, (Édgar) Góngora, Erwin Chichi Romero y otros grandes mediocampistas. Buscar un lugar era complicado con semejantes futbolistas. Muchos de ellos venían de esa selección del 77 que mostró gran nivel en la eliminatoria.
— ¿Qué recuerdas del partido?
— La verdad no me fijaba en el exterior. No miraba ni escuchaba a la gente y al entorno. Tuve la suerte de que desde el principio de mi carrera siempre me concentré al máximo en lo mío. En esa época lo único que había en mi cabeza era jugar y jugar, sin pensar en lo que vendría luego.
— ¿Ese 30 de noviembre qué pasó por su cabeza antes del partido?
— Lo único que recuerdo son las ganas que tenía de jugar. La verdad, no me pasó por la cabeza ser futbolista profesional ni llegar hasta donde llegué ni lograr lo que logré en toda mi carrera. Quería jugar y jugar, nada más. Pero sin duda, en ese instante era como que el sueño esperado se hacía realidad. Tenía desesperación y ansiedad por jugar.
— ¿Su característica pisada de balón y el amague aparecieron en ese partido?
— Sí, seguro, desde el inicio me vieron amagar, que era una de mis armas principales, y creo que eso me dio una gran característica. Además, eso se reflejó con los comentarios que luego la prensa comenzó a efectuar.
— ¿Qué vino luego de ese debut?
— Las eliminatorias de 1981, con perspectivas a jugar el Mundial de España 82. Recuerdo que el partido que jugué fue frente a Venezuela en Caracas y después estuve en el banco en otros partidos.
— Copa América y eliminatorias debe ser lo que más ha jugado.
— Tendría que contar una a una, pero creo que jugué cinco eliminatorias entre 1981 y 1997 y por lo menos cerca a siete Copas América. Fueron muchos, pero muchos partidos. Todos muy especiales y con recuerdos buenos y malos.
— ¿Cómo era la selección antes del 93 y su posterior clasificación al Mundial del 94?
— Teníamos alegrías y frustraciones. Me tocó hacer bonitas presentaciones en algunas eliminatorias, como la de 1985, se jugó bien pero quedamos afuera; o en 1989, cuando por un gol no pudimos asistir al Mundial de Italia 1990. Es posible que hubiese estado en dos mundiales si aquella vez nos clasificábamos. Ese año hubo la alegría de haber hecho buenos partidos, pero al final quedó la frustración que nos dolió a todos.
— ¿Y cuando llegó 1993?
— Tengo tantos, pero tan bonitos recuerdos. Desde el gran grupo que teníamos. Todos tiraban para el mismo lado. Quienes jugaban, los del banco, los que estaban fuera del banco. Imagínese, tantos hechos bonitos y momentos lindos. Para redondear, creo que fue la celebración de la gente en todo rincón de Bolivia por la clasificación.
— ¿Es cierto que entonces decía que era el último tren que tomaba para llegar a un Mundial?
— La edad no miente. Lo que pasa es que con Carlos Borja y Carlos Trucco éramos los mayores y era nuestra última chance. Yo me decía que tenía que ser honesto conmigo para ver si estaba para uno posterior; y no, era difícil, no había dónde perderse, era la última.
— ¿El Mundial fue lo más grande en su carrera con la selección?
— Sin duda, sin duda. ¿Pero sabe qué?, yo me propuse disfrutar. Nunca se me pasó por la cabeza que iba a hacer algo raro o algo súper espectacular. Me dije que iba a hacer lo que sabía, porque ya el hecho de estar ahí era una fantasía y por eso jugué al máximo, me entregué como siempre.
— ¿Su retiro de la verde fue en el momento justo?
— Fue en 1997, cuando se jugaba la Copa América en el país y ese mismo año la eliminatoria. Si no jugué la final fue porque estaba mal y más bien ahí anuncié que iba a dejar la selección. Jugué hasta fin de año con Blooming y me retiré del fútbol en ese diciembre. Creo que era el momento justo.
— ¿Cómo resume esos 17 años luciendo la camiseta verde?
— Son tantas las cosas que me tocó vivir, que no es fácil definirlas en pocas palabras. Me queda la satisfacción de que siempre quise y traté de ser un buen aporte, di mi mayor esfuerzo y la selección
me dejó decenas, centenares
de amistades.
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