El fútbol sudamericano le rindió un homenaje en Asunción. Su foto está en el Museo de la Conmebol, junto con la de otros grandes personajes. ‘El Diablo’ escribió con sus botines una trayectoria deportiva que hoy es muy reconocida.
Su foto con la casaca de la Selección boliviana ya está en el Museo del Fútbol de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) en Asunción, Paraguay. Es uno más de los grandes personajes que dio el fútbol de esta región.
El sábado, en una sesión de gala, fue distinguido con una medalla en reconocimiento a su trayectoria y la imagen del fútbol nacional que exporta.
Se ha vuelto como Diego Maradona para Argentina. Es el referente incluso para el turista, para aquel que agarra un mapamundi y no sabe que hay un país como Bolivia en Sudamérica. Y su apodo de ‘el Diablo’ lo ha hecho famoso en el mundo.
La cúspide de esa imagen fue el Mundial de Estados Unidos 94. Allá Etcheverry era Bolivia para todos, pese a que sólo jugó cuatro minutos en el partido inaugural contra Alemania a raíz de su prematura expulsión.
Hombre de mil batallas, incluso con una grave lesión (sufrió rotura del ligamento cruzado anterior en su rodilla derecha) que casi trunca su carrera futbolística, ha sabido sobreponerse en la adversidad y ha llegado a lo más alto en sus metas.
Hoy —a sus 40 años— le cuesta creer que su brillante fútbol en las canchas es reconocido como el de otros grandes.
El sábado, en Asunción, estuvo junto al chileno Iván Zamora, el paraguayo José Luis Chilavert, el peruano Julio César Uribe, el venezolano Rafael Dudamel y los técnicos Oscar Washington Tabárez (Uruguay) y Francisco Maturana (Colombia), que también recibieron un homenaje del fútbol sudamericano.
“Quizás de jugador no se siente tanto lo que pasa en ese momento, pero con el paso del tiempo uno realmente se da cuenta del valor que tiene lo que uno hizo”, es la primera reflexión que hace Etcheverry.
Destaca el afecto y cariño que recibió no sólo en esta ocasión en Paraguay, sino en Bolivia y en los países que jugó. “Es muy lindo, muy lindo...”.
Recuerda que cuando la Selección nacional se clasificó al Mundial de 1994 celebró aquella gran conquista con sus compañeros. Lloró cuando se abrazo con Xabier Azkargorta, Luis Cristaldo, Julio Baldivieso y otros ‘héroes’ del equipo que empató el 93 con Ecuador en Guayaquil, y se logró el boleto al Mundial. Sin embargo, reconoce que hoy esta clasificación tiene otro sabor.
“Claro que lo festejé y mucho, pero ahora recién me doy cuenta del gran valor que tuvo esa clasificación al Mundial”.
Etcheverry se siente satisfecho de haber cumplido sus objetivos como futbolista y haber tenido fuerzas para buscar la revancha en los momentos de adversidad, como el día que se lesionó en Chile jugando para el reconocido Colo Colo.
“En la vida, uno como futbolista y como hombre se equivoca, pero tiene revanchas y esas oportunidades yo las tomé. Creo que por eso estoy aquí, rodeado de tantas personalidades del mundo del fútbol, lo que es una felicidad muy grande”.
Marco compartió esta alegría con su esposa y su hija en Asunción, pero también con todo el país a la distancia.
Un justo reconocimiento a un símbolo de nuestro balompié.
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