¿Lo peor ya pasó?
Por suerte, la operación para salvar el dedo quedó atrás, ahora me siento mejor y con ganas de recuperarme, con paciencia, porque el dedo todavía está delicado y con tres agujas que lo están sosteniendo. Es complicada la recuperación, pero con la ayuda de Dios todo va ser rápido.
¿Fue el momento más difícil de tu vida?
He pasado peores cosas. El hecho que marcó profundamente mi vida fue el fallecimiento de mi madre, cuando yo tenía 15 años. Eso me golpeó mucho, en cambio este accidente lo tomo como una prueba de Dios, algo que vino de arriba. Al principio pensaba que era mala suerte, pero después reflexioné y llegué a la conclusión de que Dios me está poniendo a prueba, y que tengo que aprender de ella.
¿Es verdad que necesitabas ayuda psicológica para superar esto?
Siendo sincero, no necesité. Bolívar quería ponerme a disposición un psicólogo porque la lesión fue muy fuerte, grave, pero yo me hice cargo del accidente y decidí que no era necesaria esa ayuda.
¿De dónde sacas tanta fuerza para afrontar una situación así?
Lo que me ha hecho fuerte hasta ahora ha sido mi familia, mi esposa, mis hijos, mi padre, mi hermano, mis tíos. Ellos estuvieron conmigo desde el primer momento y eso me fortalece.
¿El apoyo de tus amigos, de los dirigentes?
Me llamaron sólo tres o cuatro excompañeros, y dirigente ninguno, eso es lo que más me duele. Después de todo lo que le di a Oriente, ningún dirigente se acordó de mí.
¿Es verdad que llegaste a pensar que fue parte de la maldición de tu exequipo?
Jamás pensé eso, en Oriente viví cosas lindas, puedo decir que de los cinco títulos que tiene, yo formé parte de uno de ellos y que algún día me gustaría volver.
¿Te gustaría volver?
Claro. Lo que pasa es que la gente a veces no comprende el fondo de las cosas, habla sin saber. El otro día estaba en el Facebook y leí un montón de cosas feas sobre mí. El colmo fue que un hincha decía: porqué en vez del dedo, la pesa no me cayó en la cabeza. Eso me dolió muchísimo y mi esposa se puso muy mal. No comprendía cómo un hincha puede desearme una cosa así, después de todo lo que yo le di a ese equipo.
¿Recuerdas ese momento?
Claro. Habíamos empezado la mañana tranquilos. Comenzamos con media hora de trote y después el profe nos metió a todos al gimnasio para hacer trabajo de pesas. Estaba haciendo un trabajo de pubis, con las manos en el piso, pero no me di cuenta de que me puse muy cerca al compañero que hacía potencia de brazos. En un rato de esos, él asentó un lado y pensó que había hecho lo mismo en el otro y fue así como el disco de 20 kilos cayó sobre mi dedo izquierdo.
¿Hablaste con él?
Hablamos, y mucho.
¿Se siente culpable?
Sí, porque me contaron que ese día, cuando me llevaron a la clínica y al día siguiente, se puso muy mal, incluso me dijeron que lloró y en su casa se echaba toda la culpa. Eso a mí me sorprendió, porque en realidad fue un accidente. Fue a visitarme y a pedirme perdón, arrepentido por lo sucedido. Yo le dije que no se culpe ni que se preocupe porque un accidente le puede pasar a cualquiera. Eso pasó, ahora quiero recuperarme y jugar.
Las frases
“Quiero aclarar que nunca dije nada contra Oriente ni contra nadie, simplemente fue un accidente y nada más. Le di mucho a ese club y no tengo por qué hablar mal”.
“La gente no comprende cómo se hicieron las cosas. Ellos necesitaban dinero y ni preguntaron a dónde me estaban llevando, me vendieron y punto”.
ORIENTE
“Es un cúmulo de recuerdos hermosos de las cosas lindas que viví ahí. Fui campeón, ahí me conoció la gente, gracias a ese equipo fui a la Selección, jugué Copa Libertadores, tuve a mi familia, tengo un sentimiento muy agradable y grande por Oriente. Estuve cinco temporadas allí y les dije a los dirigentes que necesitaba salir”.
BOLÍVAR
“Me han recibido muy bien, es un club muy grande y con todas las comodidades para ofrecer al jugador. Lo que espero es ponerme bien, empezar a jugar, dar todo lo mejor de mí y ganar títulos. No quiero usar a Bolívar como un trampolín, todo tiene que seguir un proceso, si Dios quiere, más adelante jugaré en el exterior, es uno de mis sueños”.
ANSIEDAD
“Tengo muchas ganas de jugar porque la gente esperaba verme jugar y justo pasó lo de mi accidente. Ahora que volví al equipo, me dan ganas de correr, de estar con mis compañeros, de ser un aporte para el equipo. El otro día empecé a hacer bicicleta y el doctor se enojó porque no debo exigirme todavía. Eso demuestra la ansiedad que tengo por jugar”.
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