Darwin Peña Arce es el jugador en actividad con más años del fútbol profesional boliviano. El volante cruceño, ahora en Nacional Potosí, cumplirá 39 en agosto y en su léxico todavía no aparece la palabra retiro, al menos no por ahora. Ni siquiera una grave lesión que sufrió hace poco (fractura de peroné) lo ha llevado a pensar en esa posibilidad.
La semana pasada entró a quirófano para una operación y salió de sala con ocho tornillos incrustados en el hueso de su pierna derecha. “Es la peor lesión que tuve en más de 20 años de carrera”, confesó apesadumbrado pero no abatido, mientras repasaba la jugada que ahora lo tiene apoyado en un par de muletas.
Una bota de yeso cubre la parte de la lesión que lo apartó de las canchas desde el 14 de febrero pasado. Ese día, en el partido que Petrolero venció a Nacional Potosí (3-1), Jaime Robles se lanzó desde atrás sobre él y un crujido confirmó las sospechas. Sin embargo, la operación resultó un éxito y, si todo marcha bien, en tres meses estarán de vuelta sus gambetas, tiros libres y potentes remates de larga distancia.
Sus inicios
Darwin se formó en la Tahuichi y en 1994, con apenas 17 años, fue vendido a Bolívar, según escuchó, en $us 50.000, la transferencia más costosa realizada hasta entonces. Nació con un envidiable talento para ser futbolista y no tardó mucho en demostrarlo. El profesor Adolfo Flores lo hizo sentir importante en sus inicios y con mucho esfuerzo llegó donde quería.
Es un hombre de marcas, de récord, de asumir desafíos y de hacer realidad lo que se propone. A poco de cumplir 39 años siente que todavía puede ser un aporte. Tiene ganas y eso es importante. Debutó en Bolívar a los 18 años, jugó en los equipos más importantes del país, fue seleccionado nacional sub-17, sub-20, sub-23, selección mayor y estuvo en todas las copas (antigua Conmebol, Sudamericana, Libertadores y eliminatorias). Todo. “Solo me faltó un Mundial”, bromea.
Lo que lo anima a seguir en el fútbol es para superar el récord de jugador con más partidos oficiales en la Liga, que ostenta Nicolás Suárez, su antiguo compañero en Real Potosí. El beniano se retiró del fútbol el año pasado con 623 partidos jugados, 100 más de los que tiene Peña (523). “Está un poco difícil, pero voy a continuar; mientras tenga fuerzas y ganas de seguir corriendo, lo voy a intentar”, aseguró.
Los recuerdos
Su mejor temporada, en casi 21 años de carrera, la vivió en Real Potosí, donde fue campeón y subcampeón. Allá la gente lo quiere y lo respeta; se ha hecho querer. Hoy su presente es Nacional Potosí, el clásico rival, pero su deseo es despedirse con la camiseta lila, donde tiene la marca de goleador histórico (80), por delante del paraguayo Alfredo Cristino Jara. En el repaso de los buenos momentos no se olvida del profesor Luis Esteban Galarza, con el que disfrutó muchos éxitos. Asegura estar feliz por todo lo que hizo y consiguió, sin arrepentirse de nada.
Con mucha tristeza cuenta que no pudo demostrar su clase en el exterior porque, en su momento, le pusieron trabas. Recuerda también que cuando era convocado a la selección mayor lo hacía por méritos propios, y no por padrinazgos.
En 2005 estuvo a punto de abandonar el fútbol por un doping positivo que no se explica cómo ocurrió, porque jamás le demostraron nada. Después de cumplir el castigo volvió con todas sus luces.
Fue parte de los clásicos de La Paz, Potosí, Cochabamba y Santa Cruz. Jugó en Bolívar, Real Potosí, Oriente Petrolero, Blooming, San José, The Strongest, Aurora y Nacional Potosí. De los grandes le faltó Wilstermann y quedó pendiente Universitario de Sucre. Aún no sabe a qué se dedicará cuando diga alto, aunque ese detalle tampoco le preocupa porque disfruta del presente en familia y cree que con un año y medio, o máximo dos, habrá sido suficiente y el momento de parar.
Un jugador de altura
Darwin Peña jugó en casi todos los equipos, pero donde rindió mejor fue en la altura. Oriente Petrolero y Blooming lo tuvieron en sus filas, pero esas relaciones duraron poco. Potosí es su casa, su hábitat natural, donde se ha convertido en ídolo, allá lo quieren y lo adoran. Sus mejores años los vivió en la Villa Imperial y por eso el deseo de jugar su último año en la ciudad más alta de Bolivia, ubicada a 3.967 metros sobre el nivel del mar.
Darwin Peña Arce nació en Santa Cruz, el 8 de agosto de 1977. Está casado con Verónica Vargas y tiene tres hijos: Dayana (20), Yuliana (15) y Darwin Efraín (10). Herland, su hermano mayor, también jugó en equipos de la Liga, pero se tuvo que retirar joven aquejado por una lesión en la rodilla.
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