Después de coronarse bicampeón con The Strongest en la temporada 2003, Robert Arteaga Manrique (Limoncitos, Santa Cruz, 10 de febrero de 1973) tomó la difícil decisión de marcharse al exterior. Le afectó mucho, anímicamente, el fallecimiento de su padre en el comienzo de 2004 y futbolísticamente se vino abajo, no estaba en condiciones de pelear por un puesto de titular en algún club.
Eligió Estados Unidos, donde se le abrió la posibilidad de jugar en una categoría amateur, pero la falta de visa de residencia le impidió cumplir ese propósito, por lo que apresuró su retiro a sus 30 años.
Han pasado 13 desde que salió de Bolivia en busca de un mejor destino. Saltó a España, donde se formó como director técnico. Tiempo después optó por regresar a EEUU para definitivamente residir en Atlanta, Georgia; aunque hoy, todavía piensa en volver a nuestro país para dirigir.
“Salí de Bolivia pensando en el bienestar de mi familia, porque en ese momento como futbolista no tenía los recursos para sostener a mi esposa e hijos”, recuerda.
Arteaga (der.) disputa el balón con Iván Castillo en un clásico en el estadio Hernando Siles. Foto: Archivo
Un par de años estuvo entre Bolivia y Estados Unidos, en ese tiempo había intentado regresar al fútbol en Unión Central de Tarija, pero él mismo se dio cuenta de que ya no estaba para competir en alto nivel. “Entendí que mi momento había pasado, dejé todo como futbolista y me dediqué a hacer mis primeras armas como entrenador”.
En España aprovechó que allí vive su madre y se metió de lleno en la carrera para ser técnico. Ya con el título se habilitó para trabajar.
“Aprendí lo que es fútbol europeo a nivel de cantera: un año en Vallecas, dos años en Leganés, y en otras escuelas me ayudaron a ampliar mis conocimientos”.
Hasta que se le abrió la posibilidad de regresar a Estados Unidos. No lo pensó dos veces porque esta vez el panorama es otro porque ya cuenta con visa de residencia y trabajo.
Trabaja en el AFC Lightning, una academia de la cuarta categoría del balompié estadounidense. Arteaga es encargado de las divisiones Sub-18 y Sub-19.
Hace poco participó con éxito en torneos en Dinamarca y Noruega.
“El fútbol me dio la oportunidad de trabajar en este nivel. Ojalá que pronto pueda dar el salto al fútbol profesional, ese objetivo me he trazado. Esto es lo más lindo que me pasó, lo que hago me pone feliz”, señala y se nota a través del teléfono que está bien, más porque está acompañado por su esposa e hijos.
No sabe por cuánto tiempo más estará en ese trabajo. Siempre está atento a cómo van las cosas en Bolivia y algún rato quiere venir para dirigir. “Me siento con capacidad, conocimientos y experiencia. Estoy en buen momento y espero pronto dirigir a nivel profesional si es en mi país mejor, ojalá sea pronto”.
Cuando jugaba ya tomaba apuntes sobre charlas técnicas y registraba actividades que hacía en cancha con entrenadores y preparadores físicos. Hasta ahora recurre a ello para ponerlo en práctica.
“En España he seguido a la mayoría de técnicos del Getafe y del Real Madrid Castilla, que es la filial del afamado club español. Hacer amigos me dio la posibilidad de ver entrenamientos del Madrid, cosa que no es fácil, eso aumentó mi capacidad”.
Sobre las diferencias de condiciones entre Europa y Estados Unidos con el fútbol boliviano no se preocupa. Aunque cuesta mucho creer asegura que vio cómo el Rayo Vallecano español tenía que buscar canchas para entrenar.
“Llegar al Madrid o Barcelona es imposible, son únicos, pero en otros lugares en los que se dice que no hay condiciones se las puede crear con los resultados. La única verdad es que se debe sacar el mayor rendimiento con lo que uno tiene. El técnico sabe a dónde va y qué puede hacer”.
Le va bien en Estados Unidos, pero espera que en algún momento lo llamen de Bolivia para aportar con lo que sabe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario