El motocross compite con el fútbol como el deporte número uno de Portachuelo (capital de la provincia del Sara, población ubicada a 70 kilómetros de Santa Cruz), donde Carlos Arias, el número uno del fútbol nacional, despierta la admiración de los pobladores cuando corre cada fin de año.
Al mando de su Kawasaki KLX 450, se coloca su casco, su traje especial de motocrossista y participa en las competencias de beneficencia para la población.
Arias sonríe cuando reconoce que no ganó nada en este deporte de vértigo y velocidad. Pero, inmediatamente justifica: “es porque nunca he corrido hasta el límite, siempre me controlé porque sé de sus riesgos, más bien lo hago para desestresarme, porque en la moto me olvido de todo”.
Donde va más allá del límite es en el fútbol. Este año lo ha ganado todo en el país a nivel de clubes. Jugó los seis partidos de la Copa AeroSur y los 22 partidos del torneo Apertura, donde además tuvo la valla menos vencida, con 22 goles en contra.
En el Clausura también vive un momento espectacular, se constituye en una de las piezas vitales para la obtención del tercer título en el año. “En Bolívar no nos cansamos de ganar, a veces se da y a veces no, mi padre me dio una mentalidad ganadora, nunca me gusta perder, sé que son los gajes del deporte, pero lo mío es a ganar”.
El domingo 27 contuvo el tiro desde los 12 pasos de Limberg Gutiérrez, con el que se convirtió en el arquero que más penales atajó en el historial liguero, con 11. Ese día, luego de tapar el penal, levantó sus dos dedos índices y miró al cielo. Pensó en Dios y en su padre, recientemente fallecido. “Me queda esa satisfacción, de que se fue de este mundo viendo a su hijo ganador, siendo el mejor, un pilar en el campeón. Ahora, seguro que desde arriba me está vivando, porque las cosas me salen bien”, afirma Arias, a quien sus amigos le dicen Pollo.
¿Pollo? ¿Por qué? Cuando llegó a Blooming era muy flaco, tanto es así que le ponían vitaminas para que agarre cuerpo. Una vez lo vio Juan Carlos Paz García, quien le dijo: “Parecés un pollo de granja” y se quedó así desde sus 17 años.
El gran momento actual se matiza por la estabilidad familiar que tiene. En abril de este año celebró un año de matrimonio con Evelyn Antelo y su primogénito, Carlos Daniel, cumplirá un año de vida el 20 de octubre. Pero aclara: “Cuando me casé ya estaba maduro, porque no me gustaba estar mucho en la joda”.
Y, al referirse a Carlos Daniel, se le hace un nudo en la garganta y se emociona: “Es tan pequeño, seguro que cuando sea grande se dará cuenta a través de los periódicos que su padre fue un buen futbolista. Le apoyaré para que sea deportista, pero él será quien tome la decisión”.
Ese apoyo se traducirá en tratar de que no le falte nada, en el emprendimiento que realice, pero “si es que la economía me lo permite”, dice. El arquero recuerda, por ejemplo, cuando estaba en un seleccionado nacional Sub-17 las diferencias con los arqueros de otros países. “Veía a Franco Constanzo (arquero de Argentina, hoy en España), cómo practicaba con su propio entrenador, estábamos y estamos a años luz de otros países”.
No todo fue color de rosas. El éxito deportivo con Bolívar no se repitió en la selección. “No se pueden hacer maravillas, esto tiene que cambiar, para eso hay que hacer trabajo de base y sobre todo en las divisiones inferiores”, comenta. Un sueño aún no cumplido es jugar en el exterior. “A veces tengo exceso de confianza cuando juego, sé que eso no es bueno, pero me siento apto para jugar afuera, ojalá se dé...”.
Al mando de su Kawasaki KLX 450, se coloca su casco, su traje especial de motocrossista y participa en las competencias de beneficencia para la población.
Arias sonríe cuando reconoce que no ganó nada en este deporte de vértigo y velocidad. Pero, inmediatamente justifica: “es porque nunca he corrido hasta el límite, siempre me controlé porque sé de sus riesgos, más bien lo hago para desestresarme, porque en la moto me olvido de todo”.
Donde va más allá del límite es en el fútbol. Este año lo ha ganado todo en el país a nivel de clubes. Jugó los seis partidos de la Copa AeroSur y los 22 partidos del torneo Apertura, donde además tuvo la valla menos vencida, con 22 goles en contra.
En el Clausura también vive un momento espectacular, se constituye en una de las piezas vitales para la obtención del tercer título en el año. “En Bolívar no nos cansamos de ganar, a veces se da y a veces no, mi padre me dio una mentalidad ganadora, nunca me gusta perder, sé que son los gajes del deporte, pero lo mío es a ganar”.
El domingo 27 contuvo el tiro desde los 12 pasos de Limberg Gutiérrez, con el que se convirtió en el arquero que más penales atajó en el historial liguero, con 11. Ese día, luego de tapar el penal, levantó sus dos dedos índices y miró al cielo. Pensó en Dios y en su padre, recientemente fallecido. “Me queda esa satisfacción, de que se fue de este mundo viendo a su hijo ganador, siendo el mejor, un pilar en el campeón. Ahora, seguro que desde arriba me está vivando, porque las cosas me salen bien”, afirma Arias, a quien sus amigos le dicen Pollo.
¿Pollo? ¿Por qué? Cuando llegó a Blooming era muy flaco, tanto es así que le ponían vitaminas para que agarre cuerpo. Una vez lo vio Juan Carlos Paz García, quien le dijo: “Parecés un pollo de granja” y se quedó así desde sus 17 años.
El gran momento actual se matiza por la estabilidad familiar que tiene. En abril de este año celebró un año de matrimonio con Evelyn Antelo y su primogénito, Carlos Daniel, cumplirá un año de vida el 20 de octubre. Pero aclara: “Cuando me casé ya estaba maduro, porque no me gustaba estar mucho en la joda”.
Y, al referirse a Carlos Daniel, se le hace un nudo en la garganta y se emociona: “Es tan pequeño, seguro que cuando sea grande se dará cuenta a través de los periódicos que su padre fue un buen futbolista. Le apoyaré para que sea deportista, pero él será quien tome la decisión”.
Ese apoyo se traducirá en tratar de que no le falte nada, en el emprendimiento que realice, pero “si es que la economía me lo permite”, dice. El arquero recuerda, por ejemplo, cuando estaba en un seleccionado nacional Sub-17 las diferencias con los arqueros de otros países. “Veía a Franco Constanzo (arquero de Argentina, hoy en España), cómo practicaba con su propio entrenador, estábamos y estamos a años luz de otros países”.
No todo fue color de rosas. El éxito deportivo con Bolívar no se repitió en la selección. “No se pueden hacer maravillas, esto tiene que cambiar, para eso hay que hacer trabajo de base y sobre todo en las divisiones inferiores”, comenta. Un sueño aún no cumplido es jugar en el exterior. “A veces tengo exceso de confianza cuando juego, sé que eso no es bueno, pero me siento apto para jugar afuera, ojalá se dé...”.
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