Ronald Gutiérrez ha regresado a Pocitos, su ciudad natal. En ese rincón del país vive con su esposa Rosa y sus hijos Rocío, Fabiana, Ronald y Maxi, e intenta darle un giro a su vida, por el momento alejado del fútbol.
Tras una trayectoria que lo llevó a vestir varias camisetas del fútbol boliviano (The Strongest, La Paz FC, Bolívar, Nacional, Guabirá, Petrolero y Wilstermann, entre otras) y un paso algo fugaz por el fútbol de Turquía, además de haber jugado en la selección, ha decidido hacer un alto, repensar su futuro y esperar, a sus 33 años de edad, nuevas oportunidades.
— ¿Por qué dejaste el fútbol?
— Porque en la última parte de mi carrera observé al interior del vestuario algunas cosas que no compartía y con las cuales no estaba de acuerdo. Pasaron muchas cosas que sólo conocemos mi familia y yo, y que no valen la pena mencionar. Comencé a ver y conocer algunas actitudes que no me gustaron, todo eso me decepcionó, me bajó la moral a un punto que también con mi carácter me dejé traicionar, y por ello decidí alejarme, a lo que se sumó que mi último paso por Wilstermann fue marcado por lesiones que me impidieron tener competencia.
— ¿Te refieres a actitudes de otros futbolistas o de dirigentes?
— De todo un poco, pero no vale la pena mencionarlas. Además, el semestre pasado no pude llegar al tope de mi rendimiento y mucha gente se fijó en aquello, por eso me alejé de fútbol. Sin embargo no es un adiós definitivo, quisiera volver, pues considero que aún puedo aportarle a cualquier club. Habrá que esperar.
— ¿A qué te dedicas actualmente?
— A mi familia y a la parte religiosa, asistiendo a una congregación que se denomina Movimiento Cristiano. Estoy tratando de mejorar el día a día. Tal vez antes no entendía esta parte, como cuando jugué en The Strongest o en Bolívar, que somos el espejo para nuestros hijos. Quiero cambiar mi vida y lo que tengo por detrás, que son precisamente ellos. También mi esposa está tratando de poner algún negocio, porque acá, al ser frontera, permite hacerlo. Por mi parte estoy proyectando una Escuela de Fútbol, aunque el mayor inconveniente es la falta de campos deportivos. Ojalá pueda tener la opción de trabajar con los niños.
— ¿Has cambiado?
— Soy un tipo muy crítico conmigo mismo y creo que ese también fue uno de los factores que me llevaron a tomar esa determinación de salir del fútbol. Recuerdo que un técnico que marcó mucho en este aspecto fue el profesor Carlos Aragonés, cuando estuvo en The Strongest. Decía que antes de criticar al compañero tendríamos que hacer una autocrítica, es decir, verse uno mismo, y creo que ahí empecé a evaluarme.
— ¿Y qué conclusiones has sacado hasta el momento?
— Me doy cuenta de que hice cosas que no debía, sobre todo en mi juventud. Salí de acá a los 17 años, dos años después ya me veía jugando en The Strongest, ganando un buen salario, entonces se juntaron una serie de factores que me llevaron a hacer cosas que no debía. Ahora de todo aquello me arrepiento.
— Pero no todo fue negativo, ¿o sí?
— No. El fútbol me dio muchas cosas, tengo gratos recuerdos, muchos amigos con los que sigo en contacto. Viví lindos momentos que quizás no vuelvan, pero estoy agradecido a Dios por haberme dado todo aquello.
— ¿Entonces está lejana la posibilidad de volver al fútbol?
— Tengo 33 años, aunque la edad no la tomo muy en cuenta. Para mí un gran ejemplo fue Luis Cristaldo, que jugó hasta hace poco tiempo a pesar de la edad. Es un gran espejo para mi vida y lo tomo con el mayor de los respetos porque es un tipo que ganó muchas cosas, una persona frontal y que jugó hasta donde él creía que podía dar. Lo de la edad es secundario, así que espero que se abra alguna puerta, porque ganas tengo, quiero jugar, entrenar y todavía deseo disfrutar del fútbol.
— ¿Y si no se da como jugador, serías técnico?
— No, no, para nada. Prefiero renegar con mis hijos en casa que con los mayores. Lo que pasa es que con los niños puedes trabajar, amoldarlos en la parte técnica, corregirlos y guiarlos bien. En cambio, con los mayores chocas mucho debido a las personalidades, así que prefiero evitar chocar y no pelearme.
— ¿Tu nuevo sueño es tu escuela de fútbol?
— Mi nuevo sueño es poder decirles a los niños de aquí que nosotros nos criamos sin tener campos deportivos, que bajábamos al río para jugar. En cambio ahora hay canchas en donde practicar, hay escuelas de fútbol, así que simplemente es cuestión de tener hambre, de querer llegar a lo más alto, de seguir la senda de Carlos Aragonés u Ovidio Messa. Hay talento, la cuestión es querer.
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