Fue hace 22 años que Julio Baldivieso estuvo en Boston como jugador activo, más concretamente en Foxborough, para el choque mundialista entre Bolivia y Corea del Sur.
Alineó como titular en el duelo 0-0 contra los asiáticos, en la Copa del Mundo 1994. Las vueltas que da el balón lo tienen otra vez en Estados Unidos, ahora como entrenador.
No era la figura en ese Mundial de FIFA. Por encima tenía la fama de Marco Etcheverry con su zurda que le hizo ganar el el apodo de ‘Diablo’, los reporteros extranjeros preguntaban por el cañonero Erwin Sánchez, la revista de FIFA publicaba sobre Milton Melgar que venía de jugar en Boca Juniors y River Plate, o el mismísimo capitán e incansable Carlos Borja. Igual, el aporte de Julio era innegable. Balón al pie, salida clara, pases entre líneas, dueño de los centros, un puesto fijo (y bien ganado) en el equipo de Xabier Azkargorta.
En ese partido del 23 de junio de 1994, en Foxborough, con la número 22, el cochabambino estuvo a punto de hacer historia. Se jugaban descuentos y con ambos arcos cerrados, un error de la zaga coreana le dejó el balón en los pies, a la entrada al área grande y con el arquero a contrapié. Baldivieso se acomodó, remató…pero con el arco vacío, el balón fue a dar a las manos de In Choi. Pitazo final y adiós a la mejor opción de haber ganado ese partido del Mundial.
Años después, Baldivieso explicaría que escuchó un silbato en las gradas y eso le hizo pensar que la jugada fue invalidada, con lo que se explicaría su remate casi a desgano. Negó haber dubitado sobre dónde poner el balón y menos aún haber tenido miedo para tomar la rápida decisión en fracción de segundos.
En 10 de junio de 2016, llega como cabeza del grupo. A falta de jugadores con gran trayectoria o títulos a las espaladas, es la figura del grupo. Aparece en todas las conferencias de prensa. La cámara lo sigue para reflejar sus reacciones tras aciertos o dislates de los jugadores de la Verde… o los suyos. Pero no es el mismo Julio César. Ahora tiene más responsabilidades. Por eso está más expuesto al error.
Tampoco es el mismo estadio. Ese ‘Foxboro Stadium’ ya fue demolido, en 2001. Su vida útil fue de 30 años. El actual se llama ‘Guillette Stadium’ y fue estrenado en 2002, al frente de donde estaba el antiguo. Éste tiene las comodidades y lujos que se esperan en la actualidad de los
campos de juego propio del primer mundo. Boston conserva su estatus de ciudad con linaje y aires académicos que le permiten tener cientos de campos universitarios a su alrededor.
Baldivieso vuelve a ese escenario. Despojado de dudas o temores. Porque tras disputar una Copa del Mundo, cientos de partidos de otras versiones de la Copa América, de la Copa Libertadores, tras haber sido campeón como jugador y entrenador de clubes, ya tiene un amplio recorrido. Cuando acierte, se le tiene que reconocer el mérito. Pero si incurre en malas decisiones esta noche en el duelo ante Chile, que no le vuelva a echar la culpa a un silbato que sonó en la grada. Mago no es para arreglar las limitaciones del fútbol boliviano, es cierto. Pero ya basta de echarle las culpas al empedrado. Si no es parte de la solución, se convierte en parte del problema.
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