Era el primer tiempo del partido entre San José y Bolívar, en La Paz. El marcador estaba en blanco, cualquier error hubiese facilitado inaugurar el escore.
Saavedra, del cuadro paceño, ingresa por el medio sector al borde del área, evade con fintas a los defensores "santos" y se encuentra solo para definir, sin embargo, en ese momento achicando el ángulo cual felino listo con el fin de atrapar a su presa, sale el guardavalla del equipo orureño y enfrenta la realidad.
Entrega el alma, la vida y el corazón, ahoga el grito celeste, pero cae tendido al piso luego de atajar un soberbio remate que pudo costar el partido. Él es Juan Carlos Robles quien lesionado por unos minutos no suelta de sus manos el balón.
Repentinamente, pierde la consciencia por milésimas de segundo debido a la acción, ahí es cuando su mente retrocede en el tiempo y recuerda, como al ver un álbum de postales, cada momento de su vida de futbolista.
ROBLES
Juan Carlos Robles Rodríguez nació el 24 de enero de 1985 en Trinidad-Beni. Desde niño su afición fue el fútbol, pero a esa edad nunca imaginó que llegaría tan lejos, gracias al fruto del trabajo, dedicación y pasión a su deporte favorito. Fue a los ocho años, cuando por primera vez se planteó el sueño de ser un verdadero jugador profesional, con la idea de seguir los pasos del arquero goleador brasilero del Sao Paolo, Rogério Ceni.
A los 12 años pisó por primera vez el estadio "Yoyo Zambrano" de Trinidad, en un campeonato estudiantil. Estaba más nervioso que una planta cuando tiembla a causa del soplido del viento. Antes del partido no sabía cómo uniformarse, tenía una polera roja con negro, un pantalón verde y unas medias rojas, como guantes se puso los que usan los albañiles en una construcción.
"No podía creerlo, pero la satisfacción dentro de la cancha fue enorme, era mi debut tapando un penal, ganamos 3-1, salí siendo figura", recordó.
A los 15 años debutó oficialmente como guardameta, en el campeonato "Iténez Unidos" del Beni. Su participación fue positiva, pero no era suficiente, él ambicionaba más, al margen de los torneos estudiantiles que participaba en forma periódica, pero como delantero. Pasaron tres años, se le presentó el desafío de la Copa "Simón Bolívar" con Primero de Mayo de Trinidad.
Ingresó de delantero, pero parecía que todo era un fiasco, porque no recibía los balones. No todo estaba perdido, uno de sus técnicos lo vio con dotes para el arco, le propuso cambiarse de puesto, Juan Carlos aceptó, comenzó a entrenar con la finalidad de encarar el torneo de la asociación y luego la "Simón Bolívar". Llegó a la final pero no ascendió con su equipo a la Liga del Fútbol Profesional.
Él no solo quería ser un simple arquero, sino ser también goleador, como el guardameta que admiró cuando niño.
El 2005 fue convocado a Universitario de Sucre, año que ascendió el equipo a la Liga. El primer partido de Juan Carlos en el ámbito profesional fue frente a Unión Central, al ingresar a la cancha no creía lo que sucedía, ya que lo que soñó de niño se hacía realidad, lo que no cambió desde entonces, era mantener el número de la casaca con la que debutó en Primero de Mayo, la número "12", además de teñirse el cabello constantemente, con una variedad de colores hasta el 2010. El 2006 su equipo jugó la Sudamericana y su debut internacional fue en Ecuador.
El 2008 fue campeón de la Liga junto a Universitario. El 2009 fue su primera Copa Libertadores de América. Tras ese torneo salió de Universitario y fue guardameta de Real Mamoré. Un año después llegó a Oruro con la finalidad de jugar el Nacional "B" con EM Huanuni, sin mucha fortuna.
El 2011 vuelve al seno de la Liga con Real Potosí, la siguiente gestión volvió a Real Mamoré, equipo con el que descendió de la división profesional, situación que fue la peor en su carrera deportiva.
Posteriormente, en el lapso de un año y medio pasó jugando la Copa Simón Bolívar entre Flamengo de Sucre y Ciclón de Tarija. El 2014 fue uno de sus mejores años al volver a Universitario, saliendo por segunda vez campeón, lo que le permitiría jugar también la Copa Libertadores de América. Fue nominado como el mejor jugador en el partido que disputó en Venezuela contra Atlético Minero, donde ganó un trofeo.
SAN JOSÉ
Juan Carlos Robles llegó a mediados de 2015 a San José por invitación del profesor Oscar Sanz y el profesor Víctor Barrientos. Una vez en el equipo, cumplía un segundo sueño, de estar en un club grande de Bolivia, el primero fue en el 2009 cuando fue reserva en Bolívar durante la Copa Aerosur y ahora estaba en otro, para dar lo mejor de él.
"Tengo un respeto total hacia el hincha "santo", es la primera vez que veo que un club acá en Bolivia, tiene hinchada en los nueve departamentos. Un gran respeto y cariño que me voy a llevar cuando me toque irme de Oruro", afirmó.
El 2004 fue convocado a la selección boliviana Sub-19, pero como jugaba la "Simón Bolívar" el presidente de su equipo no le permitió integrarse a la Verde.
Su sueño de ser guardavalla se mantiene latente y no pierde la esperanza de ser convocado cualquier momento, ya que considera un honor vestir la casaca de su país.
Fue cumpliendo poco a poco sus sueños y varios de ellos los mantiene, por ello, su familia se convierte en la motivación de su trabajo. Da más de sí al margen de los entrenamientos que se realizan con el plantel, se queda unos minutos para practicar tiros penales y libres. En su vida deportiva profesional convirtió cuatro goles de penal, uno errado y dos goles de tiro libre.
Esa perseverancia lo convirtió en ídolo de muchos niños y jóvenes que anhelan ser como él, en respuesta, Juan Carlos les dice que sólo persigan sus sueños, pero que no solo sueñen, sino plasmen con trabajo ese deseo de jugar.
El próximo paso que quiere dar es jugar en el extranjero, manteniendo la ilusión que muy pronto se dará esa situación, mientras continúa esforzándose para ser un gran arquero, como lo fue ayer frente a Bolívar y permitió que su equipo gane y arranque la felicidad del corazón de los fanáticos orureños del fútbol.
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