Hace 25 años, cuando se recuerda el gol que anotó Marco Etcheverry a Taffarell, en el arco norte del Siles, la mayoría opina que si esa pelota no entraba, Bolivia no le ganaba a Brasil y tampoco iba al Mundial.
Los brasileños se habían quedado con el ojo en tinta por lo que pasó el 18 de julio, en el histórico juego en el que perdieron un invicto de 43 años en eliminatorias. Cuando llegó el partido revancha, al Diablo le pasó de todo: una mujer “le hizo brujería para que juegue mal”, se lesione y encima al jugador le robaron sus joyas de su habitación en el Hotel Monte Recife.
La historia fue así. Tres días antes del encuentro revancha entre bolivianos y brasileños, el jugador Branco calentó el partido al declarar que iba a “exorcizar” a Etcheverry. “Estaré encima de él todo el tiempo. Cualquier desliz podría ser fatal. Es habilidoso, tiene un ojo extraordinario para el gol y sobre todo es osado”.
El zaguero Ricardo Gomes añadía que “no podremos vacilar ante Etcheverry” y el técnico Parreira admitía preocupación por el jugador, aunque dijo que no se contaba con un plan específico para controlarlo.
Antes del viaje, Etcheverry fue abordado en el aeropuerto de El Alto y comentó que “no me preocupa la marca que me puedan hacer”.
Azkargorta fue más directo y sostuvo que “no me preocupa que un brasileño hable, me preocupa que juegue”.
Una vez que el grupo se instaló en la calurosa localidad de Recife, realizó el reconocimiento al campo de juego del estadio Arruda. Al retorno al hotel, una mujer se le acercó simulando buscar un autógrafo, pero con el objetivo claro de tocarlo y según se conoció en la interna de la Selección le habría amenazado con una lesión, algo que paso, ya que Etcheverry salió muy lastimado de la parte posterior de la pierna derecha, dolencia que luego le privó de jugar frente a Uruguay y de estar sólo unos minutos contra Ecuador. Lo cierto es que fue claramente víctima de una acción de macumba, que es muy común en Brasil.
Pero no fue todo, ya que mientras se jugaba el partido, la valija del jugador fue deschapada en su habitación del hotel. Cuando el equipo volvió a la concentración, Etcheverry se dio cuenta del robo y denunció la sustracción de joyas con un valor aproximado de 2.000 dólares. La dirigencia se quejó ante la gerencia del hotel, pero los personeros mencionaron que esas joyas deberían ser guardadas en la caja fuerte.
La delegación volvió sobre a la marcha a nuestro país y no hubo más tiempo para realizar una denuncia en la Policía.
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