miércoles, 29 de agosto de 2018

Trucco: ‘Fuimos ricos por el cariño de la gente’



Una imagen icónica del exarquero Carlos Trucco en la exitosa campaña de la selección en 1993 es una gorra con los colores de la bandera nacional y Bolivia estampada en la parte frontal.

Fue quien más la utilizó y la hizo famosa, pero pocos saben que la prenda no alcanzó para él en el momento en que la naciente empresa Gav Sport regaló el producto a todos los integrantes del plantel y a los miembros del cuerpo técnico.

“Vi que toda la selección estaba en un canal de televisión (Telesistema Boliviano) agarré las gorras y llevé hasta sus estudios, cuando salió el grupo subí al micro y les regalé a todos como una muestra de apoyo luego de la victoria 1-7 en Venezuela. Faltaba para Trucco y me dijo ‘y para mí’, ese rato le quité la gorra a mi cuñado y se la entregué con el compromiso de que le iba a cambiar por otras más”, dice Jaime Díaz, gerente propietario de la marca.

Eran tiempos en que los arqueros lucían gorras o jugaban con ella y no se hablaba de auspiciadores ni contratos exclusivos.

Trucco sonríe y dice: “la gorra está, no sé si la tiene mi hija o mi hijo. Era un buen diseño, representativo, más porque tenía los colores del país. Pero en esa época no sabíamos hacer ni patrocinios ni nada, colaboraba cualquiera que la compraba, luego de un tiempo veía usándola a todos los chiquitos. Ahora para ponerse algunas cosas los jugadores cobran un montón por eso de las marcas”, comenta desde Pachuca, México, donde reside hace 24 años.

Cuando se le propone recordar lo vivido en esas inolvidables jornadas de julio a septiembre, primero pide hablar del presente. “Ha pasado mucho tiempo, no puede ser que sean 25 años, todos los de ese grupo ya estamos viejitos”.

Lo primero que se le viene a la memoria es el sitio de concentración, —el entonces hotel Max Inn ubicado en una de las esquinas de la plaza de San Pedro—.

“Ahí comenzamos a soñar, sentir, pensar y vivir diferente. Ese hotel será recordado siempre por el pueblo. Cómo olvidar a las monjitas del frente en la plaza que cada vez nos daban su bendición y eso nos hacía sentir distintos. Parecía que cuando salíamos del Max Inn al estadio Hernando Siles éramos súper dotados”, dice Trucco.

En febrero de este año vino a La Paz y habló del modelo de trabajo del mexicano Pachuca. Foto: Archivo La Razón

Es uno de los que le agarró mucho cariño a la que fue la casa de la selección, porque los escasos recursos de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) no permitían darse otros lujos.

“Recuerdo bien todo del hotel porque nuestro pueblo, nuestra gente boliviana siempre vive con lo justo y aprende a vivir y salir con lo justo. Fue un ejemplo de que no hace falta tener grandes riquezas para solucionar el día a día, basta una buena sonrisa, una palmadita y el cariño”.

Dice que lo vivido es el sueño cumplido del niño que quiere ser futbolista y que para recordar uno siempre se pelea con la memoria porque no todo está fresco.

“Pero en este caso no hay pelea con la memoria, todos podemos resumir un pasado tan lindo y por el que nos sentimos agradecidos”.

Cuenta que en una habitación que daba a la calle, con Marcelo Torrico y Darío Rojas (los otros arqueros) frecuentemente ponían música a todo volumen y comenzaban a bailar en el balcón y la gente que pasaba por la calle se prendía a lo que hacíamos, una muestra más de que con poquito hacíamos lindas cosas. Era nuestra casa, nuestra alegría, tengo lindos recuerdos del lugar en el que hicimos historia”.

Refrenda su sentimiento con la conclusión a la que llegó en una charla con Antonio López, el otro asistente de Azkargorta, con quien habló del cariño de la gente. “Fuimos ricos por el cariño de la gente y con poco dinero. No es necesario tener lujos para hacer realidad los sueños”.

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