lunes, 5 de diciembre de 2011

Julio Baldivieso cumplió 40 años. Su vida la forjó en el fútbol

El fútbol no es sinónimo exclusivamente de prestigio, fama y dinero, como se maneja, sino es una escuela de vida privilegiada en la que el ídolo forja su destino y se abre fronteras increíbles, dice Julio César Baldivieso, quien el viernes cumplió 40 años y se animó a contar la otra vivencia de un jugador con fama internacional.

“No quiero ser hipócrita, pero lo cierto es que mi vida la forjé con base en el fútbol, desde niño, desde que siempre me gustó la pelota y ningún otro juguete más. Desde estudiante, donde me destacaba más en el deporte que en el estudio, y cuando no pensé en ser abogado, médico, arquitecto, sino futbolista. La vida me dio la oportunidad de hacer una carrera de dos décadas ligado al fútbol profesional”, asegura Baldivieso, que estuvo de cumpleaños y fiesta el fin de semana, y no se cansa de agradecer que el destino le puso en el fútbol mundial.

El exídolo de Bolívar, Wilstermann, Aurora y otros equipos, junto a la selección nacional, sostiene que aprendió bastante de la cultura y los estilos de vida en sus diversas salidas.

En realidad, dos culturas le marcaron profundamente y le hicieron ver que la vida y el fútbol no siempre se relacionan con fama y dinero, la japonesa y la árabe.

“Salir al exterior a cualquier persona le sirve muchísimo, en todo sentido, porque no sólo mejoras económicamente, sino que conoces y aprendes otras culturas muy diferentes, y que en algunas cosas te ayudan a mejorar, aunque uno como boliviano nunca deja de ser un querendón de su país, en mi caso sobre todo de Cochabamba”.

Destaca que la cultura budista de los japoneses deja un estilo de vida increíblemente disciplinado, que los hace llegar muy lejos y marca diferencia ante el resto.

“Son respetuosos, cultos, respetan al hombre y a la naturaleza. Recuerdo que el profe Azkargorta citaba a conferencia a las 19.00 y ellos ya estaban bien sentados a las 18.30 y muchas otras cosas de cultura que no sucede en otros países”, recuerda el exvolante del Yokohama Marinos japonés.

Precisamente esa disciplina es la que Baldivieso pregona y practica cuando es director técnico en sus planteles y pide que sus jugadores sean puntuales.

Otra de las culturas que marcó su vida es la del mundo árabe, cuando jugó en Al Nars, donde aprendió cómo el hombre practica una fe y creencia profundas. “En Ryad, donde viví y era así en todo el ámbito árabe, se oraba cinco veces en el día, donde uno se encuentra parado y con vista a la Meca comienza a orar. Eso hace que el hombre nunca pierda la fe en las cosas que hace”.

Otro mensaje que le dejó impresionado es el del Ramadán, donde los musulmanes practican en ayuno durante el día, con el objetivo de que el rico sienta el hambre que tiene el pobre.

Estable. En relación con las salidas que tuvo al exterior, Baldivieso sintetiza que la exigencia y los beneficios económicos fueron valiosos cuando le tocó jugar en Japón, Arabia Saudí, Qatar o la misma Argentina, pero que el fortalecimiento en la técnica y exquisitez futbolística está en la región sudamericana.

“Haber vivido toda esa experiencia en el fútbol, en lo personal, familiar y económico me deja ahora como un hombre con mucha estabilidad en todo sentido y con ganas de querer conseguir muchas cosas más mediante el fútbol”, asevera.

Finalmente sostuvo que el automovilismo es un hobby que lo asumió, por lo que implica la velocidad y el manejo de autos. “Sin embargo, es un deporte caro, y más en Bolivia porque no hay patrocinadores. A eso se suma el riesgo, eso preocupa a la familia, entonces mejor estar tranquilo”, según el futbolista.

Los datos

A los 10 años
Estudió en la escuela Merinol y en el colegio Lorenzo Filho. Jugó en el club Estudiantes, donde en un partido hizo nueve goles ante Ayacucho.
A los 20 años
Nace el ídolo nacional, que desde Wilster y luego Bolívar da de qué hablar, para unos años después llegar a disputar un Mundial.
A los 30 años
Está el crack internacional más centrado y con un rol asumido totalmente de padre con sus tres hijos. Más sereno, fuerte y responsable, asume sus actividades.
A los 40 años
Es un entrenador que comienza sus primeras armas, pero con un par de éxitos ya importantes, en particular con Aurora.

‘Los jóvenes necesitan tener una oportunidad’

Ya en su faceta de entrenador, Julio César Baldivieso asegura que si tiene en su equipo un adolescente destacado y que marque diferencia, no tendría problemas en hacerlo debutar, tal como lo hizo él a los 14 años.

Consultado si fue una decisión acertada el debut de su hijo Mauricio Baldivieso, cuando iba a cumplir 13 años, asegura que lo volvería hacer. “Si nuestro país necesita de esas decisiones, que los más jóvenes tengan la oportunidad de comenzar una carrera y quién sino somos los mayores para adoptar esa decisión. En este caso creo que algunos se fijaron porque tenía el apellido Baldivieso y no vieron el talento. Si tengo un jugador bueno y es joven, lo colocaré”.

Explicó que muchos jugadores y niños se desilusionan al no tener oportunidad y luego caen en la vida sedentaria, o finalmente en el PlayStation o los juegos de red en la internet. “Si hay niños que se destacan, con seguridad que lo hago debutar, sin problema”, aseguró.

Características personales

Comida. Entre sus gustos culinarios están la chank’a de pollo y el mokonchinchi, que son sus preferidos. Asegura que no tiene preferencia alguna por ninguna bebida.
Hijo. Julio César dice que es bastante cariñoso y mimoso con sus papás, a quienes —sostiene— se los debe disfrutar en vida. Además agradece el apoyo de sus hermanos.
Papá. Es tan afectuoso como estricto y exigente a la vez. “Les pido a mis hijos que se sacrifiquen y en todo lo que hagan que traten de dar su mayor esfuerzo”.
Esposo. Para él “es una consulta complicada”, pero los 18 años de matrimonio que lleva lo dicen todo. “Soy el compañero de vida para salir adelante”, asegura.

Admite que cometió algunos excesos en su vida

Julio César Baldivieso sostiene que su crecimiento en el fútbol fue siempre al lado de sus padres y hermanos, y es apegado y hasta mimado por ellos. “Nosotros siempre fuimos una familia unida, y si hasta quieren todos nos mimamos. Aprendí de mis papás la responsabilidad que se debe tener con los hijos y eso hago hace rato con mi familia”, explica.

Reconoce que en la primera etapa de su carrera futbolística se equivocó y cometió muchos excesos por seguir a los “amigotes”, pero que sus padres siempre estuvieron para reprenderlo y guiarlo.

“La verdad pocos son amigos que te quieren para bien. Yo fui profesional, no es que la irresponsabilidad se apoderó de uno, sino tampoco hubiese llegado a donde estuve”, asevera. Aún está en su cabeza cuando su papá lo llevaba a las prácticas de madrugada y años después sostuvo que todo ese esfuerzo tuvo su recompensa.

Las tres mayores alegrías en su vida son sus hijos, y sus tres grandes logros deportivos son: “haber jugado el Mundial de EEUU 1994, ser subcampeón de la Copa América y el debut de mi hijo en Primera profesional”. Entre sus penas está no lograr el título de la Copa América precisamente y una de las últimas la eliminación de Aurora en la Copa.

Destaca que el fútbol es su segunda gran familia y guarda recuerdos gratos de técnicos como Xabier Azkargorta, Raúl Pino (+) y Carlos Terán, y de compañeros de equipo como Carlos Borja, Vladimir Soria, Marco Etcheverry, Juan Carlos Ruiz, Juan Carlos Ríos y Eduardo Jiguchi.

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