Soñaba con jugar en Primera, soñaba con ser como mi padre, y a medida que fue pasando el tiempo, gracias a Dios tuve la suerte de cumplir esos sueños. Y, obviamente, jugar en la selección fue uno de ellos”, dice Sergio Daniel Galarza Soliz, el más veterano de los jugadores del último equipo nacional.
El recuerdo de los primeros cachos 727 con los que debutó en el estadio Obrero —y que además fueron regalo de su papá Luis Esteban— y de los actuales Diadora que utiliza, se combinan con los datos. Su primer partido con la selección mayor en eliminatorias fue a los 30 años y jugó 11 partidos en tres competiciones premundialistas (Alemania 2006, Sudáfrica 2010 y Brasil 2014).
Coincidencia o no, su primer partido oficial en este torneo con la mayor fue un 8 de junio de 2005 en el estadio Defensores del Chaco, ante Paraguay. El último, lo jugó el 6 de septiembre de este año, en el mismo escenario, y perdiendo por cuatro goles de diferencia ante el mismo rival.
— ¿Fue así?
— Sí, a nivel eliminatorias sí. Yo ya había debutado con la selección mayor en la Copa Kirín, en Japón. Y, bueno, triste porque en ambas ocasiones salimos con muchos goles en contra y derrotados.
— ¿Qué opinión tiene sobre el cambio generacional? Hoy usted tiene 38 años y proyectándonos hacia Rusia, por ahí está jugando sus últimos partidos para la Verde.
— Seguramente que sí, para una eliminatoria sí. Pero yo la verdad no creo mucho en el cambio generacional. Yo creo que en la selección tienen que estar siempre los mejores, amén de su carnet de identidad y de su fecha de nacimiento. Después si aparecen chicos jóvenes, con condiciones para estar acá, seguramente el tiempo lo dirá, y obviamente será una decisión del técnico.
— ¿El cambio sólo pasa por la juventud?
— Ojalá a medida que vaya pasando el tiempo no sólo cambien las generaciones sino cambien las estructuras del fútbol. Que a estos chicos se les den las condiciones que a nuestra generación no se le dio, en el tema de trabajo, organización, apoyo gubernamental. Ojalá ese tipo de cosas mejoren también.
— Usted nació en una cuna futbolística. Recuerdo que en la calle 22 de Achumani jugaba fútbol con su hermano. ¿A qué le debe que haya llegado a ser el golero de la selección?
— Sobre todo a mucho trabajo, a mucha entrega, a mucha constancia, porque desde muy chico me han costado muchísimo las cosas, y uno cuando es chico sueña. Hasta ahora, hasta el día de hoy, jugar en la selección es un sueño. Cada vez que me pongo la camiseta de la Verde, para mí, es un sueño cumplido, y trato de dar lo mejor
— ¿Cuánto tiempo más tenemos de Sergio Galarza en el fútbol?
— Me había planteado jugar dos años más. Hoy tengo contrato con mi club hasta junio del próximo año. Y de ahí en más veremos. Va pasando el tiempo y uno va sumando edad. Sobre todo en el fútbol uno va planteándose objetivos a inmediato plazo. Así que yo quiero seguir jugando dos años más. Ojalá Dios quiera y el cuerpo me lo permita. Gracias a Dios, hasta el día de hoy me siento muy bien en la parte física y anímica. No he tenido lesiones importantes, que eso siempre a la larga perjudica, así que veremos hasta dónde puedo llegar.
— Cuál es el episodio más feliz que le ha dado el fútbol?
— Jugar en la selección, debutar en la selección, jugar contra Paraguay. Vestir esta camiseta. Para mí, en mi carrera profesional, con todo lo que me ha costado, siempre va a ser lo mejor que me ha pasado.
— ¿A quién le tiene que agradecer dentro de su carrera?
— A mucha gente. Primero que nada, a mi familia, a mi padre que siempre me ha incentivado a seguir esta carrera. A mi madre, que pese a toda sus oposiciones desde muy chico, a medida que fue pasando el tiempo me apoyó siempre. Mis hermanos. Gente que confió muchísimo en mí. A Víctor Eduardo Villalón, que tuvo la generosidad de ponerme en Primera división. A Antonio Batista, que me dio la posibilidad de jugar realmente a nivel profesional. Y después a muchos técnicos que han marcado mi carrera: Carlos Aragonés, Gustavo Quinteros, Dalcio Giovagnoli, Vitamina Sánchez
— ¿Y Ovidio Mesa?
— Ovidio Mesa me llevó a la selección. El profesor Ramiro Blacut, Erwin Sánchez. Son toda esa gente que pasó, o se puso en mi camino, y aprendí muchísimas cosas y me han ayudado muchísimo, y la verdad no tengo palabras de agradecimiento para toda esa gente, porque se han portado excelente conmigo y siempre he aprendido mucho de ellos.
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