Desde niño Sergio Galarza tuvo contacto con el balón. Para él son inolvidables los días en que acompañaba a su papá, entonces arquero de The Strongest, a los entrenamientos en Achumani. Allí aprovechaba para jugar con su hermano Luis, y con los hijos de Ricardo Fontana, Wilfrido Cañelas y Luis Iriondo. Todos eran de la misma tanda.
Lo que no pensó jamás es que iba a ser arquero y que un día llegaría a convertirse en el jugador en actividad con más temporadas de Liga. Porque Sergio Galarza, ahora en filas de Blooming, ha comenzado su vigésima temporada y superó a su padre, Luis
Esteban, en la cantidad de años —19— en la Liga. Aunque, en homenaje al papá, hay que decir que llegó a The Strongest y jugó varios años antes de la creación de la Liga…
Sergio recibió la noticia con sorpresa, que la cambió luego por felicidad. De inmediato se le vino a la memoria que fue a los 15 años cuando decidió seguir “en serio” a su padre: lo acompañaba a los entrenamientos y también a los viajes que hacía Luis como arquero de San José de Oruro. “Todo eso me acuerdo como si fuera ayer. Pasaron los años y paralelamente a mis estudios de colegio comencé a entrenarme… y aquí estoy”.
Hasta que llegó el día del estreno en el balompié profesional que lo tiene bien marcado. Fue el 1 de septiembre de 1993, en un partido entre los vallunos Metalsan y Wilstermann. Lo mejor que le pudo ocurrir es que debutó contra su padre, que a esa altura ya era un histórico del fútbol boliviano.
“Yo debuté contra mi padre, en la Liga coincidimos unos tres años. En todo ese tiempo creo que nos enfrentamos tres o cuatro veces y nunca pude ganarle un partido”.
En 1993 no era habitual que los equipos estuvieran concentrados previo a un partido. Día antes del choque, los Galarza estuvieron en su casa de Cochabamba, cada uno alistando lo suyo para el próximo juego.
Sergio recuerda que su padre amaneció con una parte de la cara hinchada, que puso en duda su presencia en el partido. “Era miércoles, vi a mi papá mal, con una inflamación, me preocupé y me dijo que era un problema de muelas. Un tiempo después me confesó que era de nervios por lo que teníamos que vivir ese día. Es la mejor anécdota que tengo”.
Él también estaba nervioso, contó que no fue al colegio por la ansiedad que sentía. “Al momento del partido fue una emoción enorme, cumplí dos sueños: El mío de jugar en Primera y el de mi papá de ver a su hijo jugando al fútbol”.
Ganó el papá, fue triunfo de Wilstermann 1-0, pero el resultado es lo de menos, pues luego los dos estaban felices por lo que les había tocado vivir.
Sergio dice que no ha sido fácil permanecer 20 años en Primera División y que lo suyo fue constancia y ganas de estar siempre vigente. “Me gusta lo que hago, me divierto entrenando, para mí es felicidad acabar una práctica lleno de barro, de tierra, producto del esfuerzo y del trabajo. Soy feliz peloteando y continuaré así”.
Sergio aprendió mucho de Luis
La técnica
Sus mejores técnicas las heredó de su padre. Sergio considera que por su estatura lo que mejor aprendió es el achique para encarar el mano a mano.
Seleccionados
Ambos fueron arqueros de la selección nacional. El papá (nacido en Paraguay) es boliviano por naturalización.
Gerente
El papá hoy es entrenador de fútbol; el hijo, aunque pasa los cursos, cuando se retire será gerente técnico.
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