sábado, 24 de agosto de 2013

ROBERT ARTEAGA ROSALES

Es hijo de Robert Arteaga, destacado volante de The Strongest y otros equipos. Ha sido llamado a la Sub-15 y quiere labrar su propio camino.

Corría 1992. El primer plantel del club The Strongest no cumplía precisamente una gran campaña, pero cimentaba las bases del que un año después sería uno de sus mejores equipos recientes y que ganaría el título nacional con autoridad.

Ese año, llegó a Achumani un muchacho de 19 años de notables condiciones técnicas y grandes sueños. Tenía el antecedente de haber formado parte de la Academia Tahuichi, una leyenda del fútbol boliviano.

Se trataba de Robert Arteaga. “Si no hubiese sido hincha del Tigre, no hubiera aguantado la preparación física”. Sus primeras palabras pintan de cuerpo entero la exigencia del trabajo dirigido, entonces, por Isaac Álvarez y Juan Farías.

Desde entonces han pasado 21 años. Ese muchacho se consagró, fue campeón tres veces con los atigrados y al concluir su carrera, se estableció –junto con su familia– en España, donde su hijo Robert, adolescente ya, sigue los pasos paternos.

Mientras el padre se prepara para regresar a Bolivia con un título de técnico de Primera división, el hijo ya es parte del Unión Adarve. Forma parte del equipo de la categoría Cadete A, que compite en la Primera división autonómica de Madrid. Esta temporada, Robert se medirá con los planteles del Real Madrid y Atlético de Madrid.

Este fin de semana comenzará a disputar los partidos de preparación para enfrentar una temporada muy exigente, distinta a lo que desgraciadamente ocurre en el país, donde las divisiones menores vegetan entre el olvido y el descuido.

Jugará hoy con el Alcalá; mañana, lo hará con el Rayo Vallecano, y el martes, con el Real Madrid. Exigencia a tope, pues no serán los únicos de la pretemporada.

Robert no es volante como su padre. Juega como extremo, tanto por derecha como por izquierda, otra virtud seguramente heredada. El extremo cumple la función que los antiguos punteros, aunque con mayor compromiso en las tareas de recuperación y creación de juego. Es, a la vez, volante y delantero.

El seleccionador de la categoría Sub-15, Douglas Cuenca, tuvo el acierto de convocarlo al equipo nacional. “Me enteré esta mañana (ayer) de mi convocatoria. No conozco al entrenador, pero mi padre me dijo que jugó en Bolívar y San José”.

En efecto, Cuenca y Arteaga, padre, son contemporáneos, aunque una lesión privó al primero de alcanzar mayores éxitos en el balompié nacional, pues condiciones, como lateral izquierdo, le sobraban.

Robert, hijo, es uno de los muchos talentosos bolivianos que juegan en el extranjero, sin que el público los conozca y la noticia de su llamado a la Selección es motivo de alegría y expectativa.

Admite que no conoce personalmente a sus compañeros de Selección, aunque está al tanto de lo que ocurre en el fútbol boliviano, pues se fue del país cuando era muy pequeño y no tiene una vivencia real. Sin embargo, dice que conoce cómo es el balompié nacional, “porque mi padre, desde aquí, lo sigue mucho. Vemos a los equipos y siempre que juega la Selección, no nos perdemos un partido”.

Asegura, con seguridad, que el español “es un futbol de muy buen nivel. Este año, con mi equipo, competiremos contra los mejores jugadores de esta categoría, que juegan en el Real y el Atlético de Madrid”.

Está consciente de que es el sueño de cientos de muchachos de su edad, que quieren ser futbolistas profesionales. Él ya tiene el roce, ya sabe lo que es enfrentar a equipos de algunos de los clubes más poderosos del mundo: “es un orgullo jugar contra dos de los mejores equipos de Europa, entre otros”.

Robert Arteaga Rosales lleva el fútbol en la sangre y en los genes. La Selección Sub-15 lo espera para que demuestre cuanto sabe y puede.

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