jueves, 31 de enero de 2019

Los Álvarez dicen “presente” y la familia se emociona

El clásico no solamente era un duelo entre los equipos qhochalas, sino también presentaba un enfrentamiento particular entre dos goleadores: los hermanos Gilbert (Wilstermann) y Willan Álvarez (Aurora), quienes pusieron su sello en el compromiso (marcaron un gol cada uno). No pudo faltar la “hinchada número uno de ambos”, es decir, sus padres Jesús Álvarez y Purita Vargas.

La “guerra sana” entre los hermanos ya se vivía desde la previa del partido, con dos delanteros que tenían la ambición de marcar y ayudar a sus respectivos equipos. En el campo, ambos resaltaban por lo “idéntico” de su juego y su físico.

Otro “condimento futbolístico” entre los Álvarez fue que se enfrentaban por primera vez en un clásico. Este cotejo quizás fue más especial para Willan, quien debutó como goleador en el Celeste, además de comenzar desde el inicio del partido.

Al principio de las acciones, los dos buscaron inténsamente el arco rival. No dudaron en pelear en cada jugada y ayudar a su equipo a abrir el marcador.

Los minutos 18 y 24 del primer tiempo quedarán marcados para los dos hermanos. Gilbert dio el primer “golpe” en el clásico, tras anotar el 1-0, luego de un pase de Serginho. Lo festejó agradeciendo a Dios y a sus padres (alzó la mano hacia el cielo y luego hacia su familia).

Después fue el turno de Willan, quien logró el empate en el compromiso luego de rematar solo ante el portero Hugo Suárez (1-1). El festejo fue “algo similar” al de su hermano, pues apuntó con una mano hacia Jesús y Purita, y luego al oído (provocando a la hinchada local).

Ambos siguieron buscando el arco rival. Más oportunidades tuvo el mayor de la familia. Le faltó contundencia para marcar, por lo menos, dos goles. Willan, por su parte, tuvo menos posibilidades de ampliar su racha, pero se lo vio dinámico para ayudar a su elenco.

Gilbert se fue más contento del Félix Capriles, pues, además de marcar, su equipo logró el triunfo ante cerca de 20 mil personas. Salió del campo de juego a los 76 minutos.

Su hermano, a quien le dio todo el apoyo después del partido, estaba al borde de las lágrimas porque, si bien marcó, su equipo no pudo sumar unidades. “De qué sirve el gol si no conseguimos ni un punto”, declaró de manera efusiva.

Pero, para ambos, el “pulmón” es su familia, que estaba en la tribuna y que no dudó en dar su apoyo. “Somos la hinchada más fiel. Estuvimos todos para darles ánimo. Tengo la recompensa de verlos a los dos. Les hablé a ambos antes del partido. Ellos saben que somos sus simpatizantes y eso no va a cambiar. Para mí, empataron e incluso ganaron”, dijo, muy emocionado, Don Jesús, quien junto a su esposa y nietos esperaba en el parqueo de preferencia a que salieran sus hijos del estadio Capriles. “Ellos son ejemplo de sus hermanos menores, quienes juegan al fútbol y los tienen como figuras”.

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