A sus 16 años comenzó a ganar dinero. Fue el ex presidente de Bolívar, Mauro Cuéllar Caballero (+), quien le hizo firmar su primer contrato el 2002. Después de nueve años ya es figura y goleador en el fútbol boliviano. Mauricio Saucedo es una estrella de Oriente Petrolero.
Cuenta que con su primer sueldo, de 600 dólares, se compró ropa y zapatos. En la Academia habían en esa época jugadores de la talla de Pedro Guiberguis, Dáner Pachi, Rubén Tufiño, Luis Ribeiro y Joaquín Botero. Hacerse un campo era difícil. “Es que era un equipazo y por eso salimos campeones”.
En sus inicios, estuvo tres meses en la Academia Tahuichi. Luego pulió la parte técnica en la academia de su padre, Estudiantes de Oriente, en la Cancha San Aurelio. Es hijo del recordado Arturo Saucedo Landa, jugador de Oriente y la selección boliviana. “Mi papá me enseñó la disciplina que tengo dentro y fuera de la cancha”.
Pasó también por La Paz FC, San José y Universitario. En junio del año pasado llegó a Oriente y hoy es el goleador. “Estoy contento por el buen momento que atravieso y no pienso estancarme sino trabajar para seguir creciendo.
Algunas veces uno tiene partidos malos y buenos, pero la idea es mantener la regularidad. No pensé en ser goleador, porque no soy delantero neto, pero concreto las opciones que tengo. Ahora estoy en lo alto y voy a intentar seguir ahí”.
Según él, el mérito también es de sus compañeros de equipo. “Tienen calidad, son inteligentes y tienen experiencia, me ayudan bastante, con ellos me acoplo muy bien”.
Pese a que no es delantero neto, se le metió en la cabeza ser el goleador de la temporada. “Sería lindo terminar el año como goleador. Ese objetivo me puse porque ya se me presentó la chance y estoy en eso. Existe presión, porque en cada partido tengo que convertir. La gente lo ve a uno como atacante y es una obligación muy linda.
Además, cuando uno hace goles se siente realizado”.
El mundial. Saucedo tiene opciones de ir a jugar al exterior. Estuvo a punto de marcharse esta temporada. “Mientras no se firme, no está dicho nada. Me gustaría militar en cualquier plantel, ya sea en Brasil o Argentina”.
Lo que sí es una realidad es su convocatoria a la Selección, con la que jugará la Copa América en Argentina en julio y las eliminatorias mundialistas. “Mi meta principal es llegar al mundial y cumplir el sueño de un jugador: clasificar sería muy importante en mi carrera”.
Es ficha segura en la selección desde el principio de la ‘era’ del DT Gustavo Quinteros. “Si los seleccionados tenemos la mentalidad positiva y de creer en cada uno de nosotros nos puede ir muy bien, porque Quinteros es un excelente entrenador, trabaja mucho en la autoestima del futbolista y analiza mucho a los rivales. Aprendí mucho de él”. En Argentina jugará por primera vez una Copa América.
Los datos
Como el Barza
“Oriente quiere imitar ese juego, tiene un bonito cuadro, que no pierde la línea y siempre trata de tocar a dos pases y devolución de primera. Ese estilo de juego nos da frutos”.
Perfección
“Mi padre era exigente, me hacía hacer unos 500 abdominales por práctica y unas 200 técnicas”
La Familia
Su padre es el ex futbolista Arturo Saucedo Landa. Su mamá, Jacqueline Guardia. Tiene una hermana, Jéssica. Está casado con Patricia Costa.
Se formó con su papá y debutó en Bolívar
Mauricio Saucedo Landa recuerda que su hijo Mauricio fue pieza clave para que su equipo, Estudiantes del Oriente, fuera campeón de la Primera B de la Asociación Cruceña de Fútbol (ACF) cuando tenía sólo 15 años.
No pudo actuar en la Primera A porque un club grande de La Paz se fijó en él. Fue cuando llegó a Bolívar, después de que José Carlo Fernández —entonces guardameta de la Academia— recomendara su contratación.
El DT de Bolívar, Vladimir Soria, lo hizo debutar en el 2002 frente a Iberoamericana. Jugó también en Ibero, luego saltó a La Paz FC y después pasó por San José y Universitario, clubes que le ayudaron a madurar. Mientras jugaba en Bolívar estudiaba secundaria en el colegio La Salle. Salió bachiller en el Cema Juan Pablo II.
“Me dediqué a mi hijo. Él vivía en el estadio de Tembladerani y por las noches estudiaba. Yo iba a visitarle cada fin de mes, además a controlarlo para que no tuviera una mala vida. Por sorpresa llegaba a su colegio para preguntar a sus profes y compañeros. Fui orgulloso cuando salió bachiller”, dijo su papá.
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