lunes, 14 de diciembre de 2015

José Issa: arquero de pocos amigos y muchas alegrías

José Issa Chiade, la mayor leyenda en el arco del fútbol boliviano, fue el responsable de innumerables alegrías en una época donde la mentada frase “amor a la camiseta” era la única motivación para ofrecer una entrega total en la cancha.

“No habían sueldos ni contratos, si no le caías bien al entrenador te sacaban, si te lesionaban te retirabas... Una vez en reconocimiento a mi esfuerzo me regalaron una bicicleta, pero luego me la pidieron de regreso”, cuenta el futbolista.

Su inicio en el fútbol, a los 15 años, fue más que casual y a los 8 meses ya formaba en las filas de la Selección Nacional. “Estaba viendo el entrenamiento del Aurora y resulta que uno de sus arqueros viajó sin decir nada a nadie y el otro se lesionó, entonces me preguntaron si quería jugar. Desde entonces no salí más”, cuenta José.

Poco después se granjeó el apodo de Araña Negra, por las similitudes que se le veían bajo los tres palos con el mítico arquero ruso soviético Lev Yashín, considerado por muchos como el mejor arquero del mundo y de toda la historia.

Issa recuerda muy bien su ingreso un 6 de abril, que luego lo llevaría, en diciembre del mismo año a las filas del seleccionado nacional. Desde entonces, le entregó 13 años de su vida al Aurora (1957-1970) y 14 a Wilstermann (1971-1984). La prensa boliviana lo consideraba “la clave del equipo”. Gracias a sus históricas participaciones ante selecciones como Chile, Venezuela y Ecuador; o equipos como River Plate y San Lorenzo, de Argentina.

“Yo no sé por qué nos quedamos estancados, si éramos iguales o mejores que ellos. Todos han mejorado menos nosotros”, reprocha.

Uno de sus episodios más polémicos fue aquel cuando abandonó el partido contra un equipo de Uruguay en la Copa Libertadores. “Tuvimos una discusión con el técnico me enojé y me salí. Entonces, en el primer tiempo ya nos ganaban 7-0”, lamenta.

Fue su carácter temperamental el que siempre primó en sus decisiones, dentro y fuera de la cancha. “Tal vez por eso no tengo muchos amigos”, reflexiona al referirse a los pocos amigos que hizo durante sus más de 58 años en el fútbol: “Mi madre, que falleció el 59, Raúl Navarro, Miguel Ángel Bengolea y los Limbert Cabrera (Rivera y Busset”, señala.

Issa recuerda cuando la necesidad apremiaba más que la pasión por el fútbol. A minutos de iniciar el partido de un sudamericano, durante la concentración, el dueño de la fábrica de la que dependía su actividad económica lo conminó a elegir entre su trabajo o el fútbol.

“Él dueño de la fábrica estaba esperando mi respuesta. Me paré y se me salió decirle al entrenador ‘debo irme’. Él se dio la vuelta sin decirme nada, entonces me fui”, recuerda al señalar que fue una decisión ingrata, que recibió su castigo, pero que finalmente fue lo más oportuno. “Si no era eso tal vez hoy habría muerto en el abandono al igual que otros grandes como Aramayo, Ugarte y Mena, a quienes incluso tuvieron que pagarles el entierro”, lamenta sobre la ingratitud del fútbol boliviano.

“El fútbol boliviano tiene tres debilidades”

En sus 58 años ligado al fútbol, 28 como jugador profesional y 30 como entrenador de arqueros y ayudante de campo, José Issa ve en el fútbol cochabambino tres debilidades que no le permiten avanzar.

P: ¿Qué debilidades encuentra en el fútbol local?

R: Para empezar su asociación está peleada. Segundo, no hemos mejorado al mismo ritmo como lo hicieron otros países como Ecuador, Venezuela y Chile a quienes siempre les hacíamos frente; y tercero, no hay unidad en las organizaciones, por un lado está la liga y por otro la federación.

P: ¿Cómo ve a la Selección Nacional?

R: La veo fuerte, corre mucho, Baldivieso ha puesto a gente joven que es la que nos llevará adelante.

En cuanto a su debilidad, yo creo que es la defensa; tiene que haber un líder que mande que infunda fuerza, coraje y energía al resto del equipo.

P: ¿De qué equipo se declara hincha?

R: De los dos, Aurora y Wilstermann. He estado tanto tiempo en ambos que siempre los voy a apoyar indistintamente. Y en lo que respecto al fútbol internacional creo que Argentina es un equipo muy competitivo.

P: ¿A qué se dedicó tras retirarse del fútbol?

R:Siempre fui ayudante de campo o entrenador de arqueros, hasta el año pasado que decidí alejarme definitivamente, pero el fútbol es así, uno nunca sabe.

Un tiempo formé mi Escuela de Arqueros, tenía 80 pelotas para 60 arqueros, pero lamentablemente solo funcionó 5 meses porque los celos de otras escuelas me restringieron la cancha y sin cancha no podía hacer nada, así que lo dejé. Mandé 40 pelotas a otra escuela en Cobija, 20 a Santa Ana, y el resto lo regalé a los niños del barrio y otros que le sacarían provecho.

P: ¿A qué se dedica ahora?

R: Tengo algunos negocios chicos, en la bolsa de valores y me gusta mucho ir al gimnasio y al sauna.

De vez en cuando me reúno con amigos, mayores de edad con quienes también hablamos conversamos sobre fútbol y otros temas.

P: ¿Alguno de sus hijos sigue su legado?

R: El menor de mis hijos, José Alejandro (13 años) es el que ha continuado en el arco. Ahora juega en un equipo de la Asociación de Fútbol.

P: ¿Cuáles son sus tesoros más grandes?.

R: Mi familia, mi esposa Susana Laredo y mis hijos Carolina, Daniela, Rodrigo y José Alejandro.

En cuanto al fútbol, muchos recuerdos no tengo, porque no había ni fotos, menos medallas o trofeos; las medallas que tengo son de las distinciones recientes que me han hecho autoridades e instituciones.


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