El golpe fue duro para el lateral derecho Pedro Tomichá, que tuvo que enfrentar la dura realidad, que lo dejaba sin dinero para costearse sus gastos. Así fue que comenzó a vender barbijos, cuando lo poco que había ahorrado se le estaba acabando. Acertó en el negocio instalado en plena pandemia, que le está dando buenos ingresos. “Es para pagar mi comida y el alquiler de mi cuarto. No me quejo, me va bien”, sostuvo Tomichá, que también se desempeña de marcador central.
Lo que no ha dejado atrás Tomichá es el sueño de triunfar en el fútbol, que está latente. Con ese objetivo sigue entrenando como un jugador profesional para estar listo cuando algún equipo lo requiera, ya sea de Santa Cruz o del interior del país. “Quiero jugar y ojalá se abra el libro de pases para que pueda jugar este año, de lo contrario tendré que esperar a 2021, pero la idea es estar listo para el desafío”, dijo.
Así como Tomichá, hay otros jugadores que no encontraron equipo a comienzos de año y luego los sorprendió la cuarentena decretada el 22 de marzo para evitar la propagación del Covid-19. Entre los afectados también están Gustavo Pinedo, Ignacio García y David Andersen, que se las han arreglado gracias a sus ahorros en algunos casos y en otros a sus esposas que tomaron mayor protagonismo en el sustento del hogar.
“La verdad que me sorprendió la cuarentena, nunca pensé quedarme tanto tiempo sin jugar. Por suerte mi esposa Andrea Katrina Parada vende cosméticos y es maquilladora profesional. Ella es la que está manteniendo la casa y no nos falta nada”, aseguró Pinedo, que cobró por última vez un sueldo en un equipo profesional en noviembre. “Luego de dejar Real Potosí me fui a jugar a Bermejo, de Tarija, que debía participar en la Simón Bolívar, pero como la cuarentena lo frenó todo, tuvimos que dejar el equipo y solo me pagaron enero”, explica el atacante, que tiene dos hijos que mantener, Sasha Nicaela, de 7 años, y Luis Gustavo, de 4.
Pinedo, de 32 años, espera volver a jugar en primera, y para ello entrena. “Tengo mucho aún para darle al fútbol, espero que esta cuarentena se acabe y se reinicie el torneo para buscarme equipo”, concluyó el delantero que tuvo sus inicios en la Tahuichi.
Tampoco le cayó bien el parón por el Covid-19 a Ignacio García, de 33 años, que cobró por última vez en noviembre en Real Potosí. Luego no firmó para ningún equipo, y por ello tuvo que recurrir a sus ahorros. “Estoy invirtiendo en bioseguridad: venta de barbijos y otros equipos”, sostuvo el defensor, que también destacó el apoyo de su esposa, Marie Ivonne Tapaninen, que desde hace dos años cuenta con una estética. ‘Nachito’ tiene dos hijas: Sarah Maariet, de 6 años, y Danna Maariet, de 3.
Salvado por sus negocios
“Veo a mis compañeros de Destroyers que le deben del año pasado y la pasan realmente mal. En mi caso, haya sido lo mismo, pero gracias a Dios, desde hace dos años tengo una tienda deportiva (White Not Black) y una barbería (Siamo), ubicadas en el edificio Bussines. Con ello me mantengo”, afirmó el argentino David Andersen, el defensor que no recibe un salario desde octubre del año pasado, cuando en el equipo cuchuqui dejaron de pagarle.
Debido a que no salió su naturalización como boliviano, Destroyers no pudo habilitarlo en el segundo torneo del anterior año. El club se había comprometió a pagarle el salario hasta fin de año, pero le quedó debiendo dos meses. Así, Andersen, de 31 años, espera que se abra el libro de pases para jugar en algún equipo, aunque ya tuvo chances de hacerlo a inicios de este 2020, en Aurora y Real Santa Cruz. “No es que yo gane mucho, lo que pasa es que las dos ofertas que tuve eran muy bajas”, sostuvo el jugador, cuya esposa es su coterránea Rebeca, que le ayuda en sus negocios.
Al detalle
Naturalización. El argentino David Andersen está a un paso de terminar sus trámites de naturalización. “Faltan unos $us 1.500 para culminar el pago”, sostuvo.
Recuperación. Ignacio García aprovechó la paralización del fútbol para operarse de los meniscos, una lesión que venía arrastrando desde antes de fin de año.
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