Sincero, frontal y también polémico, así es Víctor Hugo Antelo, notable exgoleador boliviano. Tucho hizo 350 goles en los torneos bolivianos, un récord inigualable hasta hoy, y eso que han pasado muchos años desde que se retiró del fútbol activo para convertirse en entrenador.
Ahora relega a segundo plano la pelota. No oculta su miedo por el avance del coronavirus en el país y en su Santa Cruz natal, donde la enfermedad está pegando duro. “¡Es una cosa de terror”, exclama.
—¿Cómo está, Tucho?
—Con mucho miedo; hay gente que se cuida, pero hay otra que es irresponsable. Creo que esas personas que no se cuidan son ignorantes, inconsecuentes, no toman recaudos y son las que caen; parece que no piensan en sus hijos. Es una pena lo que pasa aquí y en toda Bolivia.
—¿Cuál es el panorama en su barrio?
—Aquí nos hemos portado muy bien, salimos solo para lo necesario. Cerca hay un pequeño supermercado y es lo máximo a lo que vamos, lo hacemos tomando todas las medidas de bioseguridad; pero veo por televisión, me entero por los medios que hay sectores donde no se hace caso. Es una barbaridad.
—¿Qué mensaje da a quienes incumplen con las recomendaciones?
—Disciplina, nos falta eso. La disciplina no solamente es para el fútbol, es también para la vida misma. Alguien que no es organizado ahora sufre las consecuencias, esta situación enseña a la gente que hay que pensar en uno, en el futuro. Esta cuarentena ha agarrado a mucha gente sin un centavo, es cierto que viven el día a día pero tienen que fijarse en que mañana puede pasar algo grave y las cosas pueden ser difíciles.
También hay gente previsora que en su vida es organizada y puede sobrellevar esta situación, está aguantando.
Esta pandemia nos está enseñando muchas cosas: que es fundamental tomar previsiones, que a pesar de las complicaciones no solo es pensar en vivir al día.
—Pero es una realidad que hay gente que vive al día…
—Lamentablemente somos un país muy pobre. Ojalá que cambie cuando todo esto pase y entremos a lo que se llama la nueva normalidad.
—¿Se le hace difícil hablar de fútbol en este tiempo?
—Muy complicado. A mí me hablan para participar en entrevistas mediante esa plataforma de Zoom, pero no se puede pensar en fútbol cuando la gente se está muriendo, mueren amigos de uno, familiares y conocidos de otro. No puedes hablar de otras cosas cuando todos los días están enterrando gente, cuando a diario te enteras que se contagió Juan Carlos o Pedro, o no sé. No se puede hablar de plata, de negocios o lo que fuera cuando la vida se nos está yendo poco a poco. No hay ánimo cuando todos los días te enteras de una mala noticia.
—¿Así las cosas, es difícil que el fútbol vuelva en un tiempo corto?
—Pienso que la vida misma no va a ser igual cuando esto pase. Cada día está peor, no sabemos si vamos a poder mandar a nuestros hijos al colegio, si asistiremos a una función de cine. Esta es una cosa de terror.
—Se nota que está muy afectado…
—¡Pero claro que hay miedo! En mi casa tengo un arsenal con una fumigadora con lavandina, mi casa está llena de botellas de alcohol, de spray y jabones. En el portón que da a la calle tengo un balde con lavandina y una bandeja con desinfectante para los pies. Es una situación deprimente. Repito: lo que estamos viviendo es de terror.
—¿Ha podido hablar con sus colegas técnicos o con futbolistas acerca de esta situación?
—Con amigos estamos en contacto por WhatsApp. Por suerte la gente del fútbol no está afectada, a no ser que algunos no lo digan porque lo están guardando en secreto; es que por miedo al contagio, el pueblo te rechaza.
Me enteré que Wálter Castedo (expresidente de la Federación Boliviana de Fútbol) estaba delicado, pero por un problema del corazón, nada relacionado con el coronavirus, pero es que también ha recibido muchas noticias de familiares y amigos infectados.
—¿Usted está con toda la familia en su casa?
—Tengo una hija casada que vive en otro lugar con la familia que formó, no puedo verla y tampoco a mis nietos. Todo el mundo está así, es muy difícil, no sabemos si la vida va a continuar.
—A pesar de esta situación, ¿se ve dirigiendo a algún equipo en 2021?
—Vamos a ver. En este momento no me veo ni vivo, uno no sabe ni cómo va a amanecer, si tendrá o no síntomas de la enfermedad, si le faltará aire. Lo único que preocupa en este momento es cuidar a la familia.
Estoy en el fútbol hace 40 años. Uno extraña siempre el fútbol y quiere volver, pero ahora es otra la prioridad.
—¿Hoy en día hay un goleador de las características suyas?
—Carlos Saucedo juega más o menos como los delanteros de antes, quizá también por la edad. Pero el fútbol ha cambiado mucho y es difícil que salgan jugadores como los de antes, ya no hay un Erwin Romero o un Ramiro Castillo. Los de años anteriores éramos de barrio, allí nos hemos curtido, ahora es todo en escuelita de fútbol y con cancha sintética.
Aquel tiempo había que ir y volver a pie de las canchas que estaban alejadas, allí uno se forjaba, te pegaban y pegabas, así te hacías futbolista. Ahora creo que son más fifí, por graficar al jugador actual.
Antes los padres no hacían los espectáculos tristes de los papás de hoy, no iban a las canchas a vernos jugar, nos dejaban crecer solos. Ahora se gritan entre ellos, ponen mal a sus hijos. Yo he ido a ver jugar a mis nietos alguna vez y he visto cómo sus papás gritan y presionan a los chicos, los perjudican para toda la vida.
—Usted tiene un récord goleador con 350 tantos convertidos, ¿por qué sigue vigente y nadie lo supera?
—Me retiré del fútbol en 2001, pronto se cumplirán 20 años. Creo que en esa época el jugador en actividad que me seguía era Limberg Gutiérrez, quien también ya se retiró.
Veo difícil que en un plazo corto alguien alcance esa cantidad, no obstante de que ahora se juegan más partidos que antes.
He dirigido a goleadores y he notado gente que no tenía esa hambre de jugar, un ejemplo es un futbolista que cuando nos tocaba ir a jugar a Potosí se lesionaba, aunque yo le decía que tenía que demostrar sus condiciones en todas las canchas.
—¿Lo dice con autoridad porque usted compitió con otros goleadores de raza?
—He competido con Fernando Salinas, Jesús Reynaldo, Juan Carlos Sánchez, Raúl Baldessari para citar a algunos, grandes goleadores y de notable calidad para jugar. Eran tipos que no te permitían aflojar, ellos y yo teníamos hambre de ser más. No debías descuidarlos nunca.
—¿Veía la tabla de goleadores los lunes en los periódicos?
—Sí, y pensaba en todas las posibilidades. Por ejemplo decía “Sánchez jugará contra un equipo supuestamente más fácil y con seguridad hará dos o tres goles, tengo que esforzarme y yo también marcar”. Si estaba primero en la tabla, siempre me fijaba a cuántos goles estaba el segundo.
Al margen de los goleadores, había otros con características de punteros o mediocampistas que tenían llegada al arco y hacían goles.
—¿No ha pensado en trabajar en la formación?
—Para trabajar con niños hay que tener vocación, mucha paciencia con ellos y con los padres que se meten en todo. Me gusta ir a ver partidos de reserva con jugadores de 16 o 17 años que están listos para dar el siguiente paso, allí hay chicos con buenas condiciones. No tengo las características de los profesores que trabajaban con Roly Aguilera o Enrique Happ o para hacer la labor que hace Isaac Mollinedo en La Paz.
—¿Cómo le ha ido en esa campaña que pretendía el cambio en Fabol?
—Quedó en nada, porque el jugador es muy dejado; se olvida de las cosas y aparece cuando tiene problemas. La gente de Fabol está bien establecida, es experimentada y seguirá porque nadie dice nada, no va a salir de allí, le ha gustado la mamadera.
—¿Le pagaron el dinero que le debía Sport Boys?
—Ni un peso de los tres meses que me debe. Ahora no hay ni a quién reclamar, el señor Pedro Zurita, el dueño del club, y su familia cayeron contagiados de coronavirus, la pasaron mal, se recuperaron y ahora están donando plasma.
—¿Boys es una muestra de la realidad de nuestro fútbol?
—Creo que Sport Boys ya es historia y pienso que San José de Oruro está por el mismo camino, no puedo entender qué pasa con el club que con frecuencia asiste a copas internacionales, Libertadores y Sudamericana, y ha recibido mucha plata; hay algo raro, alguien se ha hecho el vivo allí, alguien tiene que ser el responsable.
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